Chiapas al Día, No. 326
CIEPAC Chiapas, México, 10 de diciembre del 2002
http://www.ciepac.org/bulletins/200-300/bolec326.htm
En cada reunión de análisis sobre temas como el Plan Puebla Panamá (PPP), sus corredores industriales, etc., no faltan entre corrillos las dudas sobre la realidad de los mismos. Se dice, por ejemplo, que tanta planeación no es propia del capitalismo; que los proyectos son como fantasmas, que no es fácil decir ahí está...; que las organizaciones no gubernamentales (ONGs) lucran con estas luchas y que no tienen propuestas; o bien, que sólo son teorías y que no se necesitan tales planes, o que no hay dinero para ellos; que son inventos de los globalifóbicos; que lo fundamental para el capitalista es la mano de obra, no otra cosa; que distraen el trabajo de base; que los partidos políticos se aprovechan; que los zapatistas buscan el poder; que el PPP empieza desde Puebla, que no debe buscarse más al norte; etc. Y ha sido muy bueno que se expongan estas inquietudes sin temor, porque ayudan a analizar con mayor precisión la gran cantidad de información que existe al respecto. En este artículo comentaremos algunas cosas.
Se sabe que el PPP comprende infinidad de proyectos de pesada infraestructura [1] para que los inversionistas extranjeros hagan negocios fácilmente sin gastar en ello, a costa del gobierno y de los mexicanos; y nos dicen que esos proyectos ya marchan. Incluso, en algunos talleres de análisis se presentan complicados mapas que francamente asustan, donde se tejen corredores industriales, ejes carreteros, puentes, puertos, presas, explotación de zonas ecológicas y fenómenos geoeconómicos, metereológicos, hasta geológicos... siente uno tremenda impotencia: nos advierten que ese monstruo avanza hacia nosotros, mas no lo vemos. Sin embargo -perdónese la comparación-, esto se asemeja al pez que no encuentra el océano: lo tiene ante sus ojos y gracias a él se mueve, respira, vive... pero no lo ve ni puede atraparlo. Así pasa a veces con el PPP, el TLC, el ALCA... la globalización y el capitalismo en general.
Las inversiones no tienen un letrero que diga, Aquí se construye el PPP. Desde luego no. Simplemente se dan. Y pues no sólo se trata de infraestructura, también la adecuación de las leyes, tratados internacionales; convenios -donde nuestros gobernantes se las ingenian para perder-; y el consecuente desmantelamiento del aparato productivo nacional, la desinformación al pueblo... o tan simple como dejar que los empresarios inviertan desde antes si desean, a contrapelo de la ley, como pasa ya en la industria eléctrica, donde 27 empresas extranjeras operan ya; o la bioprospección, las zonas arqueológicas, las maquiladoras y tantas trasnacionales que comercializan o producen bienes y servicios: sea un restaurante Mc Donald's, una tienda departamental, un ensambladora de autos, una maquiladora de ropa o de partes electrónicas, etc. Y muchas veces nadie se entera. De hecho, los tres sectores de la economía -extracción, industria y servicios- ya están dominados por el extranjero.
Entonces, más que infraestructura y otras cosas, toda inversión extranjera es lo esencial del PPP, de eso se trata. ¿Quién invertirá dónde? Seguramente ni el gobierno sabe bien. Al fin lo deciden los propios empresarios inversionistas, que tampoco están ciertos por ésa su especulación, fluctuación, oportunismo y... si no confían en la seguridad que el gobierno ofrece, como los japoneses, no se arriesgan. Han causado ese temor los grupos globalifóbicos, las luchas populares, obreras, campesinas e indígenas, y más que nada la ley de la selva generada por el propio capitalismo para sobrevivir. Pero en todo caso, es una inversión que compite por los recursos, la mano de obra, los espacios y el mercado, moviéndose de lugar continuamente si las circunstancias no les favorecen, como las maquiladoras que de la noche a la mañana se van y nadie les dice, Ey, a dónde van... pues no tienen compromisos con el trabajador ni con la justicia mexicana.
Por otro lado, se asegura que los capitalistas no planifican como el Estado. Pero no es así, desde luego planifican; y se han hecho expertos, aunque para sus exclusivos intereses. De suyo, el capitalista es quizá quien más ha desarrollado los procedimientos de planeación, administración de objetivos, estrategias, métodos, evaluaciones, dirección, etc., con tal de lucrar más, tanto que hasta los gobiernos y la izquierda los utilizan para sus propios objetivos. Es más, con frecuencia rebasan las planeaciones de Estado limitadas a su territorio. Así que el imperialismo y la globalización obedecen a una planificación capitalista y no sólo están guiados por la mano invisible del egocentrismo, como cínicamente reconocen sus teóricos [2] . Las conquistas del mercado, los tratados de libre comercio, son planes. El PPP es eso mismo, un plan. Ni siquiera una empresa en expansión se aventura sin puntillosos estudios de mercado y variadas estrategias, invirtiendo en ello miles de dólares. Hasta la llegada de Fox al poder es un plan de capitalistas, no se dio al azar ni fue fruto de la democracia. Y todo esto se entiende mejor si recordamos que empresarios y gobernantes mantienen estrechos vínculos, cuando no son la misma cosa: la planeación de uno es la del otro, como se vio con la privatización de nuestra industria eléctrica, planeada por la empresa estadounidense Enron y la española Unión Fenosa.
Los capitalistas planean y hacen alianzas porque así pueden lucrar más. Necesitan la planeación como cualquier ser humano el orden, aunque les molesta si algún Estado impone un orden que no les privilegia. Empero, quieren aparentar que todo es un desorden incontrolable, lo que algunos sociólogos han llamado teoría del caos [3] . Se trata de un desorden ordenado, o bien, un salvajismo planificado donde los participantes acuerdan una libre competencia y un "dejar hacer" o laissez-faire, que no son tales en realidad, pues los más poderosos imponen sus condiciones para salir más favorecidos. Compiten salvajemente, sí, pero establecen las condiciones de la contienda; arreglan el escenario, y cuando alguien se sale del plan dicen que se trata de una competencia desleal, una disfunción [4] . Las ganancias son previamente calculadas y lo mismo el empobrecimiento de las víctimas; por eso, resulta un soberbio cinismo que el Banco Mundial se queje de la mucha miseria: Las cifras de pobreza siguen siendo inaceptablemente altas, dice Oliver Lafourcade, director para México del BM [5]. Todo esto está planeado y parte del capitalismo.
También se dice que muchas de estas obras son ideas locas de investigadores, que son teorías, o hipótesis. Pero también los empresarios, por ejemplo, hace más de un siglo tienen la idea loca de un corredor transístmico en Tehuantepec... es que cualquier plan comienza con una idea que quiere llegar a los hechos. Y otros corredores son simplemente lógicos, por motivos de eficiencia: gastar lo mínimo y obtener las mayores ganancias, lo que no es ninguna idea loca para el empresario; así que tarde o temprano se intentarán, con PPP o sin él... a fin de cuentas el plan puede llamarse tal o cual, el fondo es proyectar el sistema capitalista. Por lo pronto, las ideas del PPP ya llegaron al papel, como lo demuestran documentos oficiales y la propaganda del gobierno. Entonces, el PPP es teoría, plan, y hechos consumados según el tipo de proyecto y dónde esté uno situado. Comoquiera, los mexicanos hemos de enfrentarlo todo junto, aunque en muchos lados sean hipótesis y no se pueda decir ¡Ajá, esto es el PPP! De esta forma se unifica la lucha nacional.
Así, los proyectos extranjeros están tan planeados como las obras de infraestructura o las leyes que exigen al gobierno con el PPP, a saber, vías de comunicación, corredores industriales, tierra, abastecimiento de energía, subsidios, eliminación de aranceles, reformas laborales, concesiones, privatizaciones... y sobre todo muchos desempleados. Ahora bien, la infraestructura es un negocio redondo para el capitalista: Una vez aceptado el pacto internacional, donde México se obliga a construir las obras, resulta que se hará con préstamos del Banco Mundial, es decir, de los empresarios, quienes recibirán sus oportunos intereses. Luego, la concesión de las obras, ¿a quién?, a esos empresarios. Enseguida, se privatiza esa infraestructura y ellos mismos la compran a menor precio, para controlar al fin la explotación de los servicios, como pasó con las carreteras. Luego, la quiebra: regresan el negocio al gobierno a un sobreprecio; este levanta el negocio otra vez con nuevos préstamos... y así, es cuento de nunca acabar. De igual modo funciona con los puertos, y era el futuro del aeropuerto en Atenco. Es que el transporte mismo es pingüe negocio.
Con frecuencia, se dice que las vías de comunicación no son determinantes para el capitalista, que la mano de obra barata es lo que más le interesa y que por eso no importan tanto los corredores industriales o las vías más cortas. Ciertamente, el trabajo es el origen de toda riqueza, decía Marx, y los capitalistas han dicho lo mismo aun antes: Considero el trabajo como la fuente de todo valor, decía David Ricardo [6] . Y no hay duda. Pero no sólo y no siempre, pues hay otra verdad anterior y más básica, a saber, que el capitalista buscará en todo momento el mayor lucro posible [7] , y una vez que resuelva un asunto seguirá con otro; otro que hoy suele ser el costo del transporte, cuya importancia crece en nuestros días con la globalización del mercado. El único móvil que impulsa al poseedor de un capital a invertirlo de preferencia en la agricultura, en la manufactura o en determinada rama del comercio al por mayor o al por menor es el punto de vista de su propio lucro, dice Smith [8].
En efecto, una vez instalado en cualquier país, en adelante el capitalista buscará llegar más fácilmente, pues el tráfico comercial continúa y no querrá seguir eternamente la ruta crítica, sino la más eficiente. Si por ejemplo, un empresario estadounidense llega a China, donde el obrero casi se regala, transportará por vías convencionales la materia prima, productos procesados, inclusive puede importar la misma mano de obra sin mayores problemas; pero si de pronto los salarios suben, un transporte más barato podría salvarlo de una quiebra pues le da mayores márgenes de ganancia. O digamos, si en Corea la mano de obra se abarata por igual, de inmediato hará cuentas con el transporte, quizá convenga irse allá; y si encarece el combustible, acortará la distancia del recorrido [9] , etc. Ahora, como el costo de la mano de obra está condicionado por el tiempo de trabajo [10] , éste depende a su vez de la distancia, cuando de transporte se trata. De aquí la importancia de acortar las distancias con el PPP.
A veces pareciera que no hay dinero para proyectos como el PPP. Se dice que no se está invirtiendo; que el presupuesto se redujo a 4 mil millones de dólares y que sólo han invertido noventa. Sin duda es poco: sólo el pago anual de intereses a la deuda externa casi equivale a diez veces lo programado para el PPP; y sin embargo se tienen que pedir préstamos porque, en México, no hay dinero. Es que aquí todo se hace con dinero prestado, ése es el sistema de funcionamiento capitalista, lo que defiende el empresario. El dinero lo tiene todo él, y prestará lo que sea con tal de reforzar este sistema de acaparamiento, donde quedan comprometidos la soberanía y los bienes nacionales. Entonces, sí hay dinero, pero hay que obedecer. Y si el PPP anda como puede, es porque el gobierno se dispone a esa sumisión. No obstante, se están topando con una sociedad que ya despierta y no está dispuesta a obedecer, como en Argentina. Aunado a la crisis de gobernabilidad que ha impedido cumplir muchos requisitos del inversionista, quien por ello reduce su inversión. Pero no es falta de dinero.
Hay quienes aseveran que es inútil buscar los proyectos del PPP en el norte, porque se trata de Puebla para abajo, hasta Panamá. Por el contrario, las más atrevidas especulaciones afirman que el PPP es un distractor, que los EU están más interesados en el norte mexicano: que planean una nueva anexión hasta Puebla como hicieron con Texas, y que los mexicanos del norte no opondrían resistencia pues ya están "agringados"; que Fox y Castañeda son nuestro Santa Anna actual. Por su parte, algunos intelectuales dicen que son los emigrantes mexicanos quienes están invadiendo los EU; mientras otros aseguran que estos emigrantes han perdido su identidad nacional y todo compromiso con su país, que son en realidad nuevos estadounidenses. En fin. Tal vez todo sea verdad en cierta forma. Lo cierto es que el PPP es un proyecto imperialista, donde los EU no saldrán perdiendo.
Se dice que la lucha contra el PPP distrae el trabajo programado de las organizaciones civiles. En verdad, las organizaciones que realizan un trabajo social más sistemático que coyuntural, como las ONGs, al aliarse en redes con otras organizaciones, violentan sus agendas por el activismo que las desgasta operativamente y económicamente. Es que la mayoría no contempla estas eventualidades y el trabajo de red en su planeación, a fin de contar con el tiempo y los recursos necesarios. Comoquiera, han logrado una Alianza Nacional contra al PPP, uniéndose distinto tipo de organizaciones. Pero se critica, además, que tal activismo es contestatario, dependiente, reactivo a la labor del gobierno; que por eso se necesitan acciones más pro-activas, de propia iniciativa, y buscar a la gente, no los proyectos neoliberales. En parte es verdad, pero la acción coyuntural no sólo protesta; también ha sido propuesta, resistencia y defensa, concientización, capacitación, así como motivo de unidad entre muchas organizaciones y comunidades.
Por otro lado, en particular se critica a las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) opuestas al PPP: 1) Que viven de las luchas sociales. 2) Que reciben dineros extranjeros. 3) Que sus grandes sueldos. 4) Que reciben boletos para viajes. 5) Que desvían recursos destinados al pueblo. 6) Que su lucha es para recibir financiamiento; etc. Sin embargo, suponiendo que haya razones en muchos casos, como de hecho hay, lo que en realidad puede ser una crítica fuerte es en el mismo orden: 1) Que no haya inserción con los pobres donde trabajan. 2) Que no sean auto-sustentables. 3) Que los sueldos no sean equitativos. 4) Que los viajes al extranjero sean prioritarios. 5) Que no haya honestidad al manejar los recursos. 6) Que se les pague para que luchen; etc. Sobre todo, sería lamentable que no se aproveche la solidaridad internacional por la justicia. No obstante, superando esto muchas ONGs son ejemplo de compromiso social. Más aún, el financiamiento de las ONGs es un verdadero calvario. Incluso las ONGs más prestigiadas sufren con ello; sólo desde fuera puede pensarse que todas manejan jugosas sumas para provecho personal. También hay otras críticas como el hecho de que dividen a organizaciones y comunidades, que se venden al Banco Mundial (BM) o al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a costa de más endeudamiento, que más que Ong's son Osíges ya que reciben fondos gubernamentales; o que son corruptas, mañosas y tramposas, etc. Así, del árbol caído se quiere hacer leña, y muchas organizaciones indígenas, campesinas y urbanas aprovechan la ocasión para lanzar una campaña contra ellas como si todas fueran iguales y cayendo en lo mismo que critican, entre otras cosas, dividiendo en lugar de unir para combatir los mismos males neoliberales. Además, por si fuera poco y lamentablemente, de igual modo nos encontramos con los mismos síntomas ya no digamos en las empresas, sino también dentro de las organizaciones campesinas, indígenas, urbanas, sindicatos, etc., etc. En otras palabras, todo esto, no es monopolio de nadie.
Por distintos frentes se va resistiendo a la globalización de la pobreza, y los globalifóbicos han sido uno de ellos. Se trata de la población conciente del mundo que ha ido encontrando los espacios de unificación contra el imperio capitalista. Porque el neoliberalismo involucra a toda la humanidad. Quizá algunos no sabrán proponer o qué quieren, pero al menos saben lo que no quieren. Esos grupos han ido creciendo y son un dolor de cabeza para los gobiernos y los inversionistas. Gracias a los globalifóbicos se han frenado proyectos y concientizado mucha gente. Otra globalización buscan, sin diferencias raciales ni otra cosa que justicia. No se trata de grupos pagados o acarreados; generalmente se mueven con recursos propios como muchos campesinos e indígenas que protestan en México. Alguien puede decir entonces, es que son grupos violentos, sin embargo sólo ejercen su derecho a patalear; la verdadera violencia no puede ser la que lucha contra las injusticias de la sociedad, sino la que somete y explota, sea en la guerra o desde un cómodo curul. Y, bueno, no se puede decir ésta es la buena lucha, o aquella, cada cual hace lo que puede.
Con los partidos políticos la crítica pesa más: Es cierto que andan husmeando la coyuntura de la sociedad civil para infiltrarse y apropiarse del trabajo ajeno: el PPP ha sido una de sus presas. Van tras el poder, y una vez en él, se aferran para no soltarlo cueste lo que cueste. En sus estatutos todos son humanistas y luchan por la justicia, pero en la práctica son fuente de perversión. El sistema de partidos es en esencia perverso, por la competencia que le mueve y por los privilegios que representa ante el grueso de la población. Su lucha es en sí corrupta pues busca lo que pertenece al pueblo, el poder. Sólo el pueblo tiene derecho a tomar el poder que le expropia el sistema, y ejercerlo mediante verdaderos representantes que manden obedeciendo la voluntad popular. Porque un pueblo sin poder es un pueblo sin autonomía y sin libertad. Así que la mediocridad de un partido no debe inquietar a un verdadero movimiento popular que no busca el poder en sí mismo, sino para la libertad. Y la libertad no se pide ni se negocia. Se arrebata. Bien decía el poeta cubano José Martí (1853-1895): Los derechos se toman, no se piden, se arrancan, no se mendigan. Pero los partidos no sirven para eso.
Mucha gente nos confundimos cuando los zapatistas dicen que no quieren el poder. Es que no están renunciando a su autonomía ni a su libertad; están diciendo que el poder corresponde al pueblo y no debe estar en manos de un individuo, un grupo u organización. Es que el poder de la democracia sólo lo puede tener el pueblo; ni siquiera tiene este poder el que manda obedeciendo, mucho menos quien impone el propio. Entonces lo que quiere el zapatista son efectivamente inversiones, pero no del PPP sino de otro tipo: un gobierno del pueblo y para el pueblo, no de empresarios y para empresarios como quiere Fox; un poder en manos del pueblo que sirva al pueblo, no un espacio de privilegios a unos cuantos. Invertidas así las cosas, quien mande obedeciendo es hasta cierto punto lo de menos; incluso será un castigo para muchos. Sólo mandarán obedeciendo quienes de veras desean echarse cargos, obligaciones y responsabilidades para servir al pueblo si éste se lo manda, sin justificar distinciones ni privilegios... ¡podría ser hasta un zapatista! Quien se busca seguridad, lujos, comodidades, a otro oficio irá.
Otros critican que los zapatistas opuestos el PPP frenan el desarrollo. Sin embargo, para estos rebeldes el desarrollo empieza en el mandar obedeciendo. Aunque mucha gente no sabe de dónde salió tan singular ocurrencia: En 1997, después de la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, donde el EZLN llama a un frente nacional, El Frente Zapatista de Liberación Nacional asume como principio fundamental el de "mandar obedeciendo", que se opone a la relación mando-obediencia que viene desde el poder y que busca filtrarse a toda la sociedad. El FZLN propone a toda la nación adoptar este principio como base de todas las relaciones sociales y políticas de México, buscando siempre que en las relaciones sociales pese más la búsqueda del interés colectivo sobre los intereses personales (...) [11] . Mucho antes, Aristóteles lo dijo así: Hay otra autoridad distinta: la ejercida sobre hombres libres e iguales; me refiero al gobierno democrático que debe aprender el que manda obedeciendo (...). Se ha dicho, y con razón, que no puede mandar quien no aprendió a obedecer [12] . Y otro decía, El que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos. El que manda tiene que hacerse como el que sirve [13].
Hoy, en el siglo XXI, el multimillonario estadounidense George Soros, reconoce la bestialidad del laissez-faire refiriéndose al mercado financiero: Al analizar lo que salió mal en la década de los 90 podemos identificar: un desgaste de las normas profesionales y un dramático aumento en los conflictos de interés. Ambos son síntomas del mismo problema general: la glorificación de la ganancia financiera sin importar cómo se logre (...). En el fondo estaba la creencia de que el interés común se ve mejor atendido cuando se deja a la gente ir en pos de sus estrechos intereses. En el siglo XIX se llamaba laissez-faire, pero hoy le llaman fundamentalismo del mercado (...). Luego afirma: Si los intereses privados no pueden igualarse al interés público, debe darse en alguna otra forma que no sea por medio del mercado (...). Mediante un proceso político debe introducirse cierto sentido de humanidad, aun si significa sacrificar cierto grado de eficiencia medida en producto interno bruto (...). Los gobiernos pueden contener los excesos de los mercados financieros (...). Las reformas legales deben venir acompañadas de un cambio fundamental de actitud (...) y los conflictos de interés sólo pueden evitarse si las personas pueden reconocer un interés común más allá de su interés personal (...). Desde luego, son afirmaciones tibias y no proponen cambios estructurales, se trata de un capitalista. Pero de algún modo tocan el corazón del h... problema.
En cambio, en un foro sobre la izquierda en octubre pasado, el investigador mexicano Pablo González Casanova, ya presupone el interés común y la necesidad de reformas legales que señala George Soros, para ir a los hechos concretos que éste no se atreve a mencionar: Es necesario profundizar en las dos reformas de estructuras que transformarían la actual correlación de fuerzas nacional e internacional a favor de los pueblos, los trabajadores y los ciudadanos (...): La primera es la cancelación de la deuda externa; la segunda, el reconocimiento y fortalecimiento de los derechos de autonomía de las etnias y las poblaciones [15] . Se refirió también a las tres grandes luchas que le dan contenido a la izquierda: democracia, liberación y socialismo: una implica a las otras, y las tres tienen los mismos enemigos. Pero este sistema de gobierno no nos sirve para eso.
Juan Castro Soto
CIEPAC, A.C.
Es miembro de: la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC; http://www.rmalc.org.mx/); de la Convergencia de Movimientos de los Pueblos de las Américas (COMPA; http://www.sitiocompa.org/ ); de la Red por la Paz en Chiapas; de la Semana por la Diversidad Biológica y Cultural http://www.laneta.apc.org/biodiversidad; del Foro Internacional "Ante la Globalización, el Pueblo es Primero", Alternativas contra el PPP, somos parte del Consejo Directivo del Centro de Justicia Económica (CEJ) http://www.econjustice.net/; del Programa Ecuménico para Centro América y El Caribe (EPICA) http://www.epica.org/; miembro de la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP) que es la red mexicana contra el PPP http://www.mesoamericaresiste.org/index.html
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