Para entender lo que significa este “nuevo” proyecto de “desarrollo” regional, no podemos ignorar que el gobierno encabezado por el Sr. Vicente Fox está conformado básicamente por empresari@s. Casi tod@s l@s funcionari@s que nombró para su gabinete vienen de dirigir importantes empresas nacionales y trasnacionales, cuando no es que han sido alt@s ejecutiv@s de organismos financieros multilaterales como el Banco Mundial.
Además, es pertinente agregar que prácticamente tod@s ell@s han cursado sus estudios en prestigiadas universidades privadas de México y de países económicamente poderosos, en donde se han formado en una serie de “valores” muy despegados de la realidad mexicana. Y no se trata de estar contra quienes estudian en universidades privadas, sino que en el caso del nuevo gobierno en cuestión, éste de ninguna manera es representativo del amplio mosaico socio-cultural de México. No se bien-gobierna sólo mediante conocimientos universitarios de punta, sino con la sensibilidad de conocer amplia, profunda y directamente la problemática del pueblo al que se pretende gobernar.
Esta particularidad de quienes conforman el nuevo gobierno empresarial, sólo puede evidenciar que se trata de personas que prácticamente han tenido nulo contacto con la pobreza en que vive la mayoría de la población mexicana; y por lo mismo, que la manera en que visualizan la situación del país es muy distinta de la manera en que la sufre el pueblo. En resumen se puede afirmar, porque así lo están demostrando en los hechos, que los intereses que representan no guardan ninguna coincidencia con las necesidades sociales que requerimos la inmensa mayoría de l@s mexican@s; en tanto que sí reflejan los de la clase empresarial y financiera, nacional y trasnacional.
No es casual que la elite empresarial mexicana, altamente favorecida por el neoliberalismo, haya sido pilar fundamental en la campaña electoral que llevó a Vicente Fox a la presidencia de la República; y que el mismo Fox, además de ser propietario de empresas, cuenta en su curriculum con haber sido presidente de la trasnacional Coca-Cola en Latinoamérica.
Por otro lado sabemos que el neoliberalismo y sus privatizaciones han sido los instrumentos con que las grandes empresas nacionales y trasnacionales, han despojado salvajemente al pueblo de México de casi todo el patrimonio forjado durante generaciones; empobreciendo rápidamente al grueso de la población. Y por último, que esas políticas neoliberales, llamadas de ajuste estructural, nos han sido impuestas a través de los organismos multilateales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Foro Económico Mundial, la Organización Mundial del Comercio, o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Podemos resumir que la coyuntura actual para el país es de una dependencia absoluta de las políticas que se dictan desde los EE.UU.; lo cual no es nada nuevo, salvo por el hecho de que en los últimos tiempos esa dependencia se ha ido acentuando cada vez más.
Dentro de este marco nace el Plan Puebla-Panamá: un proyecto netamente neoliberal que, bajo la retórica desgastada del “desarrollo” y la eliminación de la pobreza, no es otra cosa más que abrirle los últimos reductos de las riquezas nacionales de nuestros países, a la voracidad del gran capital mexicano y extranjero, principalmente estadounidense.
De hecho es solamente una pieza más del gran rompecabezas continental para la consolidación del poderoso imperio yankee, donde agenciarse una inmensa reserva de recursos estratégicos y un ejército de mano de obra barata o neo-esclava, junto con el control militar de todo el continente, es el objetivo final. En este mismo sentido apuntan otros planes y proyectos regionales en Latinoamérica: el Proyecto Nuevos Horizontes, el Plan Colombia, la Iniciativa Regional Andina, el Plan Dignidad y el Mercosur, que junto con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) conforman el cuerpo del proyecto definitivo: el Acuerdo de Libre Comercio de Las Américas (ALCA), y la propuesta ya hecha por los EE.UU. de una fuerza armada única para toda América y bajo su mando.
Así, el Plan Puebla-Panamá es un proyecto trasnacional que piensan imponernos en la región más subdesarrollada de México: Puebla, Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas; y que además incluirá a los países hermanos, y aún más pobres, de Centroamérica: Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Unos son los motivos reales, y otros los pretextos bajo los cuales el gobierno de Fox pretende vendernos hoy el Plan Puebla-Panamá. Así que examinaremos ambos para encontrar las evidentes contradicciones del discurso gubernamental.
Son muchas las razones verdaderas (o riquezas) por las que el capital mundial enfoca sus intereses económicos en esta región del mundo. Principalmente son las siguientes:
Analizando lo anterior es fácil darnos cuenta de que el Plan Puebla-Panamá está hecho de acuerdo a los intereses económicos de los países poderosos y sus empresas trasnacionales, principalmente de Estados Unidos. Visto esto en el contexto de las políticas privatizadoras, nos da una idea clara del porqué la voracidad que despierta en el gran capital mundial, el enorme potencial que tiene toda esta región.
Pero ahora pasaremos a analizar algunos de los pretextos mediante los cuales Fox busca imponernos el Plan Puebla-Panamá:
Una vez analizados los verdaderos motivos, y las falacias en que se sustenta el Plan Puebla-Panamá, podemos tener una mejor visión de los objetivos reales trazados por éste.
Todo este proyecto forma parte del que inició Carlos Salinas de Gortari y que profundizó Ernesto Zedillo. Ahora viene el turno de Vicente Fox, quien pretende concluir la obra vendiéndole al gran capital mundial lo poco que aún nos queda: las industrias eléctrica y petrolera, las tierras ejidales y comunales, y los recursos naturales, minerales y biogenéticos de la región.
Tan nulo es el respeto que tiene el moderno capital por la soberanía de nuestras naciones, que le ordena a Fox que opere ya no sólo sobre el territorio de México, sino también sobre los países de Centroamérica. El nombre mismo del proyecto, Plan Puebla-Panamá, nos da una idea del menosprecio que muestran hacia dichos países hermanos, al colocar en igual nivel de representatividad a un estado de la federación mexicana (Puebla) con una nación (Panamá); si tuviesen siquiera el mínimo de respeto, el nombre de su proyecto debiera ser Plan Puebla-Darien (nombre, éste último, de la provincia más sureña de Panamá).
Así, para el neoliberalismo la soberanía de nuestras naciones no tiene importancia. Menos aún l@s indígenas, negr@s y campesin@s (que prácticamente son l@s DUEÑ@S de toda la región), que sólo son vist@s como la mano de obra barata que será explotada en sus fábricas maquiladoras. No le sirven como dueñ@s de estas ricas tierras, por eso la clara pretensión de desplazarl@s para de adueñarse del territorio y explotar todos sus recursos y potencialidades.
Esto último viene a dar razón clara del porqué Salinas, como condición impuesta por EE.UU. al firmar el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), reformó el Artículo 27 Constitucional y luego Zedillo introdujo el programa PROCEDE, que es la antesala para la privatización de las tierras colectivas campesinas e indígenas (ejidales y comunales); volviendo así a cometer el histórico error de legalizar los latifundios: razón que dio origen a la Revolución de 1910 y que costó la vida a un millón de mexican@s; de manera análoga a lo sucedido en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Es claro entonces, porqué el gobierno foxista y sus nuevos aliados en el Congreso de la Unión, cometieron el igualmente histórico error de NO aprobar la Ley de Derechos y Cultura Indígena conforme a la iniciativa de la COCOPA (que reflejaba lo estipulado en los Acuerdos de San Andrés, firmados como parte del proceso de paz entre el EZLN y el gobierno federal). Haberlo hecho, para Fox y el gran capital, hubiese sido atarse las manos sin poder acceder a la rapiña. Así, dejan a los Pueblos Indios imposibilitados, “legalmente”, para defender SU territorio y SU autonomía.
Así vemos que Fox y el capital trasnacional han contemplado, dentro del hoy llamado Plan Puebla-Panamá, la táctica que instrumente los mecanismos para uno de despojos más viles de nuestra historia moderna: que l@s indígenas y campesin@s se vean obligad@s a vender o abandonar sus tierras; o bien, que sean expulsad@s de manera “legal” y/o violenta. Y dentro de dichos mecanismos encontramos los siguientes:
Como si se tratara de otro asunto, pero que en realidad forma parte integral del Plan Puebla-Panamá, el gobierno de Fox ha creado un proyecto denominado Marcha Hacia el Sur, que pretende crear todas las condiciones (laborales y de infraestructura) para instalar en el sur-sureste de México varios corredores para la industria maquiladora trasnacional. ¿Serán éstos los "nodos de población" a los que se refiere el Plan Puebla-Panmá, y dónde piensan reubicar a l@s indígenas y campesin@s desplazad@s por las causas antes detalladas? Sí.
La instalación de plantas maquiladoras tiene al menos tres objetivos visibles: ser el anzuelo para que el campesinado encuentre una opción que le invite a abandonar sus tierras; la explotación de una abundante mano de obra barata; y por otro lado, la solución que encontrarán los EE. UU. para resolver en parte el problema que tienen con el sobrante de trabajador@s indocumentad@s que migran a ese país desde México y Centroamérica. El Plan Puebla-Panamá, también como un regulador de los flujos migratorios.
Pero el asunto de las maquiladoras tiene muchas otras aristas filosas. Fox y la clase empresarial usan la demagogia para profetizar que con éstas solucionarán la falta de empleos en la región. Mientras que la verdadera razón, la de fondo, es que serán parte de un proyecto de explotación masiva de seres humanos; profundamente antidemocrático y que atenta contra las soberanías de todos los países afectados.
Mientras mayor sea el número de campesin@s que lleguen a las maquiladoras, y habrá más que suficientes, más ardua será la competencia entre ell@s mism@s para conseguir el ansiado empleo, ocasionando una presión a la baja en los salarios y a la alta en las horas de jornada laboral. Ello brindará a las trasncionales enormes dividendos; mientras que a los gobiernos de nuestros países les permitirá crear una cortina de humo a base de cifras macroeconómicas, con la cual ocultar el empobrecimiento masivo y acelerado de toda la población que habita la región. El resultado, al medir la economía nacional como un todo, sin particularizar la situación de las clases más desprotejidas, será pues el disfraz perfecto para justificar el “éxito” del Plan Puebla-Panamá.
Así ha venido sucediendo en la frontera norte de México, dónde se han instalado miles de plantas maquiladoras trasnacionales que tienen a su cargo el 80% de las exportaciones mexicanas no petroleras. De este modo la macroeconomía ha venido arrojando números globales más que engañosos, pues las utilidades no bajan al bolsillo de la clase trabajadora, sino a las jugosas cuentas bancarias de las trasnacionales.
Revisando los modos de operar de esas maquiladoras, encontramos que se dan el lujo de despedir a cuanta persona intente organizarse y/o luchar por mejores condiciones laborales: boletinándolas además de inmediato en una “lista negra” que rola entre las maquiladoras, a fin de que no vuelvan a ser contratadas por ninguna de éstas. Mantener una planta de trabajadores/as dóciles, es su objetivo.
No olvidemos que para dejarles el camino fácil a las maquiladoras, y también por exigencia del NAFTA, Zedillo reformó la Ley Federal del Trabajo quitándole a l@s trabajadores/as muchas de las armas legales que tenían para defenderse. Así, hoy vemos que las maquiladoras son reacias a aceptar que sus trabajadoras/es formen sindicatos, negándoles entre otras prestaciones sociales, los servicios de salud, la indemnización por despido, el reconocimiento de antigüedad laboral (pues los contratos son por un máximo de tres meses, y la prorroga de tiempo es mediante otros contratos iguales), y en el caso de mujeres que se embarazan, el despido es inmediato.
Pero en torno a las maquiladoras, como se observa en la frontera norte, se suceden una serie de fenómenos sociales adversos que por supuesto están ocultando quienes pretenden imponernos el Plan Puebla-Panamá. Esta problemática, que se detallará a continuación, será aún más grave en esta región donde el contexto socio-cultural es predominantemente indígena y campesino:
Y por si fuera poco, existe algo más que debemos saber sobre las maquiladoras. Primero, que no son fábricas en las que se elaboran productos industriales completos, sino instalaciones simples donde se desarrollan sólo ciertos procesos de la fabricación. Esto abarata los costos de producción, maximizando las ganancias de las grandes empresas. Así, dividen su gran fábrica instalando varias maquiladoras especializadas en la elaboración de ciertos componentes del producto final, y en otras que sólo ensamblan. Las ubican en diferentes sitios, en los que encuentran las respectivas materias primas más cercanas y baratas, así como condiciones laborales que les sean ventajosas (leyes flexibles, y por lo tanto mano de obra dócil y barata). Y guardan la gran ventaja de que, por su poca infraestructura, pueden en cualquier momento mudarlas fácilmente a otros lugares que vayan siéndoles más atractivos.
Bajo este esquema de producción, de división del trabajo superespecializado, l@s obreros nunca ven el proceso completo de fabricación de un producto terminado. Por lo tanto su actividad no les genera un aprendizaje digno, sino tan sólo el llegar a conocer una parte aislada del proceso total. Ello conlleva dos cosas graves para el/la obrer@: ¿cómo argumentar mejoría salarial si el trabajo que desempeña es tan simple y cualquiera puede hacerlo (y hay miles esperando una vacante)?; y por otro lado, ¿cómo va a percatarse de todo el proceso de acumulación de capital, que es factor indispensable para que reflexione sobre su condición de clase?
Ambos aspectos, inherentes al modo de producción maquilador, le limitan severamente al/la obrer@ el horizonte indispensable para su emancipación. Históricamente, el trabajo hacia las veces de una escuela en la que se aprendían cosas sustantivas que podían traducirse en beneficios futuros. Con el modelo maquilador le nulifican a la clase obrera su capacidad de desarrollo creativo y el aprendizaje de una actividad completa, inhibiendo así el desarrollo intelectual que le permita conocer una herramienta básica para analizar el papel que juega, como trabajador/a, dentro del proceso de acumulación del capital.
Por último, es claro que con el Plan Puebla-Panamá llegarían a las maquiladoras no sólo indígenas y campesin@s mexican@s, sino también de los países hermanos de Centroamérica donde la pobreza es aún mayor que en México. Ello provocaría una feroz competencia por los puestos laborales, que se traduciría en una presión hacia la baja en los salarios. Lo que inevitablemente generaría actitudes hostiles y xenófobas hacia “l@s migrantes extranjer@s que vendrán a robarnos nuestros puestos de trabajo”; factor que impedirá su unión como clase trabajadora igualmente explotada.
Bajo los criterios descritos a lo largo de este documento, vemos que el llamado “nuevo gobierno” de Fox le sigue apostando a repetir los mismos errores históricos que cometieron los diferentes regímenes priístas a los que tanto criticó: sometimiento a los dictados que vienen desde Washington; y “proyectos” diseñados desde el escritorio e impuestos verticalmente desde una visión centralista, sin consultar a la gente que vive en donde se aplicarán y sin tomar en cuenta su cultura, idiosincrasia, necesidades y vocación natural (que en el caso de la región que nos ocupa es eminentemente comunitaria y agrícola).
Paralelamente, el Plan Puebla-Panamá no dejará de ser también un proyecto que disfrace el verdadero rostro de injusticia en la economía nacional. Amparado bajo las tesis neoliberales, reflejará hacia la opinión pública sólo una cara de la moneda: la del aumento en las exportaciones, la de un superávit en la balanza comercial, y en general la de una macroeconomía sana. Mientras tanto, en la cara de abajo se ocultará el hecho de que esa bonanza económica estará sustentada en la sobre-explotación de la clase trabajadora y de los recursos estratégicos de la nación. Y esto NO ES DESARROLLO (al menos NO para el pueblo).
Coincidentemente, las formas en que Fox pretende imponernos el Plan Puebla-Panamá también son repetición de los modos empleados por el PRI. Sólo basta mirar cómo está llevando a cabo sus “Foros” de “Consulta” a las poblaciones locales: que ni son foros, ni son de consulta. Se trata de auténticos montajes, con ponencias amañadas por parte de acarreados y neo-paleros que se prestan a legitimar el acto. Al menos así consta que fueron los celebrados en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y en Tlapa, Guerrero.
Así, el Plan Puebla-Panamá pasará a ser uno más de los “proyectos” inviables que se agregará a la colección de fracasos (al menos en lo que se refiere a la situación de miseria en el grueso de la población) y que, como siempre, acabará cargando los costos sobre las espaldas de las clases más empobrecida. En este sentido, el presidencialismo en México sigue vigente y la falta de democracia es evidente: el sistema sigue repitiéndose a si mismo.
Y ya que hablamos de la repetición de errores, también es oportuno hablar de la repetición de traiciones. Así como Zedillo hizo de lado su "responsabilidad" para con l@s más necesitad@s, destinando multimillonarios recursos públicos para el rescate de los grandes empresarios nacionales (muchos de ellos sumergidos en la corrupción), como fueron los casos del Rescate Carretero o del Rescate Bancario mediante el FOBAPROA-IPAB (ambos aprobados por legisladores/as panistas de la mano de l@s priístas), ahora Fox repite una traición similar al pueblo de México: con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo piensa construir una costosa infraestructura en vías de comunicación, que no tienen por finalidad servirle al pueblo, sino satisfacer los requerimientos del mercado mundial y sus grandes transnacionales, al mismo tiempo que cubrir necesidades logísticas de sus fuerzas armadas.
Y esto último va de la mano, además, de otro grave efecto negativo para el país: al aceptar los recursos del BID (que no beneficiarán al pueblo) se estará incrementando la deuda externa (que sí la paga el pueblo), engrosando así las cadenas de dominación a través de las cuales esos organismos financieros multilaterales nos han sometido históricamente: imponiéndonos políticas antinacionales que, como las medidas de ajuste estructural, sólo han servido para consolidar el neoliberalismo y proteger los intereses políticos y económicos del imperialismo yankee.
Y ya que hablamos del imperialismo (que más que yankee ha pasado a ser ya de las trasnacionales del todo el mundo) y ubicándonos en la importancia estratégica que jugarán en un futuro los recursos biogenéticos (de los que es inmensamente rica la región entre Panamá y el sur de México) para el control global de alimentos y medicinas, no podemos dejar de reflexionar en lo siguiente:
Las trasnacionales han trabajado sistemáticamente en minar la soberanía alimentaria de las naciones pobres, haciéndolas monoproductoras de materias primas para el mercado mundial.
Hoy, con la consolidación del neoliberalismo, estamos asistiendo a la era de las grandes megafusiones empresariales: así como vemos que las grandes corporaciones transportistas (navieras, aéreas y ferrocarrileras) se van integrando para crear lo que se llama la el sistema de transportación multimodal, igualmente lo están haciendo las farmaceuticas con las químicas y con las alimentarias (Du-Pont, Monsanto, Novartis-Syngenta, Aventis, Dow Chemical, etc.), para consolidarse en el monopolio de los alimentos y las medicinas.
Así vemos que en 1980 existían en el mundo 7000 empresas semilleras que cubrían el 1% del mercado mundial. En 1990, su número se había reducido a 400. Y en el año 2000, ya mediante estas modernas megafusiones alimentario-químico-farmaceuticas, 10 trasnacionales controlan el 35% de todas las semillas del planeta (gran parte transgénicas), al tiempo que controlan el 84% de los agroquímicos y el 47% de los medicamentos. De éstas, las cinco principales (Du-Pont, Monsanto, Novartis, Aventis y Pulsar) tienen el 74% de las semillas patentadas en todo el mundo.
Lo anterior nos puede dar una idea del poder escandaloso que han logrado consolidar un puñado de trasnacionales, cuyos colmillos se dirigen a toda marcha sobre las regiones del mundo ricas en biodiversidad. Y si a ello sumamos la conocida voracidad de las trasnacionales petroleras, eléctricas, e industriales, podremos entonces sentir la vulnerabilidad en que nos encontramos quienes vivimos, y somos l@s legítim@s dueñ@s, de la región comprendida entre el Darién panameño y el sur-sureste mexicano.
Visto así el panorama que nos presenta la globalización y la hegemonía del gran capital, se nos sitúa como en el conocido juego de turista: ell@s ya se han adueñado de todo, mientras nosotr@s percibimos un ingreso mínimo (de supervivencia); y donde quiera que pisemos tendremos que pagarles..... hasta que no tengamos con qué, y lo perdamos todo. Nos ofrecen un panorama en donde “yo trabajo, tú trabajas, él trabaja, ella trabaja, nosotr@s trabajamos, ustedes trabajan...... y ell@s siempre ganan.
No hay solución. ¿Nos morimos..... o les tiramos todo su pinche jueguito y lo rehacemos nosotr@s a nuestra manera?.
Elaborado por:
COORDINADORA REGIONAL DE LOS ALTOS DE CHIAPAS
DE LA SOCIEDAD CIVIL EN RESISTENCIA
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