RESPALDO TOTAL A LA GRAN MINGA POR LA VIDA por Periódico desde abajo 7:55pm Fri May 18 '01 alfonsodaza@hotmail.com Con un multitudinario acompañamiento y una organización envidiable, la marcha se instaló en la plaza San Francisco, contigua al edificio administrativo departamental en pleno centro de la ciudad de Cali, proclamándose en Audiencia pública. De acuerdo con las cifras del equipo coordinador, 37.000 indígenas fueron registrados uno a uno en horas de la mañana. La guardia indígena, bajo la premisa de la jurisdicción especial de la etnia, asumió el control del entorno, al punto de haber exhibido lo innecesario del cordón policial que estaba preparado, y que poco a poco fue desapareciendo. Algunos agentes policiales presenciaron como la guardia ejercía detenciones temporales, sin atreverse a tomar partido en la situación. Latía la autonomía en la plaza. De los edificios caía papel picado, mientras los líderes indígenas abiertamente condenaban las acciones conjuntas paramilitares-estado, y perfilaban la necesidad de construir con las diferentes organizaciones sociales, propuestas audaces de nación. Ahora están de regreso con sus comunidades, pero la advertencia fue clara: hoy se resiste, y se marchará cuantas veces sea necesario para generar conciencia de ello en el resto de la población colombiana y mundial. --------------------------------------------------- Declaración final Marcha Campesina en el sur de Colombia QUE NUESTROIS PASOS DEJEN HUELLAS DE LIBERTAD Y ESPERANZA EN LOS CAMINOS DEL SUROCCIDENTE Nosotros, indígenas Paez, Kokonuko, Yanacona, Eperara e Inga, identificados por un sentimiento ancestral de dignidad. Nosotros negros y Campesinos del Suroccidente que hemos resistido al olvido, comunidades urbanas nuevos techos de esperanza, emprendimos una marcha sin tiros y sin violencia, juntamos nuestras voluntades desarmadas y salimos a caminar, los pies guiando la esperanza, salimos en una gran minga por la vida y contra la violencia, salimos a decirle al país y al mundo entero que somos una ciudadanía gobernante, que somos hombres y mujeres soberanos, que sabemos dar y sabemos recibir solidaridad. Hemos venido tejiendo paso a paso el contenido de nuestro mensaje, nuestros pasos recogen las huellas de nuestros mayores, nuestras huellas se confunden con otras tantas que vienen resistiendo desde los campos y ciudades contra el proyecto de terror y de muerte que con masacres y globalizaciones, con macroproyectos y fumigaciones, compraventa de conciencias y silencios cómplices, no descansa en su empeño por tratar de doblegar lo indoblegable y de acabar lo inacabable: la decisión de los pueblos de construir la autonomía y de tender puentes y lazos entre las mayorías excluídas. Cuatro días de nuestra caminata culminaron con una conmovedora bienvenida de las gentes de Cali que en medio de asfalto caliente aplaudieron nuestra presencia y nuestra organización. Nos regalaron flores, nos dieron la bienvenida con vítores y canciones, nos ofrendaron la bandera de Colombia, cantaron con nosotros el himno nacional y las mujeres agitaron sus pañuelos negros. Gracias a la gente de Santander de Quilichao, a los habitantes de Villarrica y Jamundí, gracias a Cali, por acogernos en esta tercera audiencia pública que es de dolor y de denuncia, pero que a la vez es una oportunidad para que todos hagamos conciencia de que sólo una comunidad organizada puede parar la guerra y las pretensiones de poderes leales e ilegales, pero en últimas, fuerzas de poderes legítimas. Estamos hoy aquí en esta plaza denunciando y proponiendo, expresando y exigiendo, como haremos mientras tengamos vida. Queremos que se sepa que la magnitud de las acciones paramilitares, de las tomas subversivas, de las acciones oficiales, de las fumigaciones contra los cultivos llamados ilícitos. Hemos venido hasta aquí en esta Minga por la Vida y contra la Violencia porque queremos que se sepa que empresarios, legales e ilegales, nacionales y multinacionales, están financiando grupos paramilitares. Y también queremos llamar la atención sobre cómo en Colombia se vive un período de barbarie que día a día crece en intensidad y degradación, similar o más despiadado que el ocurrido en la violencia política de los años cincuenta y tan cruel como los tristemente célebres hechos cometidos por el pacificador Morillo. En esta larga historia de violencia y atropellos, desde hace dos años en el Suroccidente Colombiano, se ha configurado un escenario de guerra, que en los últimos meses se ha agudizado por la disputa y el control de nuestro territorio y de los miembros de nuestras comunidades, por parte de los diferentes grupos armados. Situación que ha generado muerte, desplazamientos forzados, desterritorialización, desintegración social y cultural, terror, miedo y trauma en los miembros de las comunidades, en los niños particularmente. Aunque esa guerra no es nuestra, los muertos, lamentablemente, sí son gente nuestra y los territorios en disputa por ser conquistados son los ancestralmente habitados por nuestras comunidades. Cajibío, La Reyoja, Santander, Caloto, Popayán y el Naya han sido escenario de hechos de exterminio de sus habitantes por parte de los grupos paramilitares. En 5 meses un número que supera los 300 muertos. Igualmente estos grupos han hecho conocer amenazas contra las comunidades, contra la vida y la integridad física de los líderes de nuestras organizaciones sociales y contra nuestro proyecto político que encabeza el Taita Floro Tunubalá y su equipo de trabajo. Las guerillas por su parte invocando cambios que efectivamente necesita el país y abrogándose el derecho de representación popular, en los hechos atenta contra la autonomía territorial, atenta contra nuestras autoridades tradicionales y contra nuestros procesos organizativos. Situaciones que se evidencian en la destrucción de poblados, con las amenazas y el asesinato de autoridades y líderes, y el reclutamiento forzado de nuestros jóvenes. Unido a lo anterior, el Gobierno Nacional, que debería ser el garante del Estado Social de Derecho, no garantiza la vida y la integridad física de los colombianos, pues invocando una política de paz mantiene la guerra que se sustenta en la política de la seguridad nacional. Lo anterior se demuestra con el componente militar del plan Colombia; con la acción de las fuerzas armadas que actúan como ejército de ocupación en el territorio nacional; con la omisión, la actitud benevolente y el desinterés para combatir los escuadrones de la muerte; con la ineficacia de los aparatos de investigación y de justicia que mantienen altos índices de impunidad, además incumple de forma reiterada los pactos internacionales sobre derechos humanos, la normatividad nacional referida a nuestros derechos y los acuerdos con los movimientos sociales. Como hombres y mujeres que queremos seguir vivos y dignamente, cada día cultivar, tejer, cuidar el agua y la tierra, amar a nuestras familias, parir hijos e hijas que tengan el derecho a disfrutar de las maravillas de este mundo, venimos en esta Gran Minga por la vida también a proponer: Que en estas tierras llenas de montañas, selvas, valles y ríos, dueñas de una de las biodiversidades más ricas del planeta, avancemos en la construcción de un proceso civil, popular, comunitario e integral de lucha, resistencia y construcción de un futuro; un proceso que es civil porque entiende que la esperanza va de la mano de la lucha y la resistencia, pero es enemiga de la agudización de la guerra; es un proceso popular porque defiende los intereses de los excluidos, frente a un sistema que favorece los intereses de los poderosos y que ha hecho del capital y el mercado sus nuevos dioses, creando un mundo deshumanizado y deshumanizante, donde son más importantes las cosas que las personas; es un proceso comunitario, porque cree en el poder de las comunidades conscientes y organizadas que construyen su propia historia; y es integral, porque abarca todas las dimensiones de la vida, une el mundo de los ancestros con el presente, se hace pensando con la cabeza y con el corazón, es para los ancianos, los jóvenes y los niños, lo hacen hombres y mujeres, participan indígenas, campesinos, comunidades negras y mestizos y en él caben estudiantes y profesores. Este es un proceso guiado por la sabiduría ancestral, que sabe que la palabra sin la acción es vacía, que la acción sin la palabra es ciega y que la palabra y la acción fuera del espíritu de la comunidad es muerte; este es un proceso animado por la rebeldía de hombres y mujeres que se niegan a aceptar el cinismo, la opresión y la injusticia de unas élites mezquinas, corruptas y egoístas, capaces de cobrarle la vida a quienes se oponen a sus planes de acumulación, robo y muerte; este es un proceso hecho a pie limpio, con sencillez, que va de lo pequeño a lo grande, de adentro hacia fuera, de lo esencial a lo contingente, de lo ético a lo político y a lo económico, es un proceso que avanza del silencio a la palabra. Por esto invitamos a continuar tejiendo esta minga por la Vida y contra la violencia con todas las organizaciones sociales que sea posible, con los responsables del sector económico, con los responsables de las instituciones del Estado, con los organismos de Derechos Humanos, y con todas las personas amigas solidarias del mundo, promotoras de la defensa de la vida, interesadas en este proyecto; para lo cual: - Convocamos a la realización de un evento supraregional para recoger propuestas, elaborar un plan de vida regional y replantear la política de paz con la participación real de la sociedad civil y el apoyo a sus iniciativas como el Territorio de Convivencia Diálogo y Negociación, establecido en el resguardo de la María Piendamó. - Rechazamos el veto y los obstáculos que ponen los actores armados y otros sectores a los organismos de derechos humanos para cumplir con sus funciones; proponemos la creación de una comisión de un alto nivel de control e investigación, para actuar en las zonas afectadas por la violencia, constituida por la fiscalía y la procuraduría, la defensoría, el Ministerio del Interior, los organismos de derechos humanos y representantes de las organizaciones sociales. Su papel será el de actuar para clarificar los hechos, ubicar responsables de amenazas sobre líderes y comunidades, y recomendar las medidas necesarias para evitar nuevos hechos de barbarie y realizar seguimiento a las medidas aprobadas. - Exigimos que la Comisión intersectorial de investigación, seguimiento y evaluación a la situación de violación a los derechos humanos del Macizo Colombiano, amplíe legalmente su cobertura, al Cauca y Suroccidente del país. - Exigimos la creación de la Comisión internacional de veeduría para el seguimiento continuo de las denuncias aquí plantadas. - Frente al caso concreto de comunidades afectas por la barbarie, y en especial las de Naya y Cajibío, teniendo en cuenta que el Estado conocía la situación y no tomó las medidas preventivas para evitar los hechos sucedidos con las comunidades indígenas, negras campesinas de la región, requerimos: 1. Garantizar las condiciones de seguridad y protección indispensables para el retorno de la población desplazada. 2. Tomar las medidas cautelares necesarias, tendientes a garantizar y proteger la vida en todas sus dimensiones. De igual manera requerimos que el Gobierno Nacional adopte y aplique las medidas cautelares formuladas por las comunidades, organizaciones sociales y ONGs de derechos Humanos, medidas reconocidas y respaldadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y cumplir estrictamente en los términos allí planteados. Así mismo estamos a la espera de la respuesta a la primera y segunda Audiencias Públicas realizadas en Popayán en julio de 2000 y febrero de 2001. 3. Garantía de propiedad para las comunidades que han vivido allí y equipo de monitoreo permanente en la zona para que sirva de observación al cumplimiento de los compromisos. 4. Reparación integral para las familias y comunidades afectadas por los hechos de barbarie. 5. Seguridad territorial bajo la constitución del resguardo indígena del Naya, así como la garantía del ejercicio de la comunidad a la autonomía territorial. 6. Programas de desarrollo con proyectos concretos, consultados con las comunidades, que contemplen entre otros el mejoramiento de vías y mecanismos de intercambio y mercadeo con otras regiones, así como programas propios de educación y salud integrales. Para finalizar, convocamos a las organizaciones sociales y populares a unirse a esta Gran Minga por la Vida y la Esperanza, de la cual esta marcha es apenas el inicio de una lucha en defensa al derecho a la vida y la convivencia sin violencia, haciendo nuestro, el saludo que indígenas latinoamericanos nos hicieron llegar como hijos de la tierra y sembradores de esperanza. Saludamos la admirable valentía de los marchantes y los aquí presentes. Saludamos esa semilla del jardín de la anhelada dignidad. Saludamos a los que con la vida realimentan la fuerza de la vida misma. Saludamos a los corazones soñadores de un país brillante y soberano. Saludamos la minga que es camino de esperanza. Saludamos a la estrella más lejana que con su luz, ilumina nuestro horizonte de armonía. Saludamos cada gota de sudor, sudor que acompaña nuestro grito de denuncia. Saludamos a todos los espíritus, espíritus que pusieron valor para marcar a esta gran audiencia pública. Saludamos igualmente al arte de vivir en mutualidad y verdadero respeto, y con nuestro saludo: Con los ojos de la tierra, Con el corazón de la tierra, Con los oídos de la tierra, Con la tierra nuestra madre, Con la voz de nuestra tierra todos, todos a viva voz gritemos: Abajo la violencia, Abajo la desigualdad y la pobreza, Abajo los enemigos de la vida, Abajo los corruptos, Abajo los patrocinadores de la guerra, Abajo la sucia impunidad. Exigimos no más derramamiento de sangre. Exigimos el respeto a nuestras identidades y territorios. Exigimos frenar la contaminación. Exigimos paz con verdadera justicia social. Viva la tercera audiencia pública, Viva la vida y la esperanza, Viva el empoderamiento del movimiento popular, Viva nuestra libre determinación como pueblos. Dado en Santiago de Cali, el día 18 de mayo de 2001 por las organizaciones y sectores participantes de la marcha denominada “GRAN MINGA POR LA VIDA Y CONTRA LA VIOLENCIA” que dio inicio en Santander de Quilichao y dejó sus huellas por Villarrica, Jamundí y culminó en esta ciudad.
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