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KIMI : El hablador
Colombia, lunes 18 de Junio de 2001
El hablador
La desaparición de un importante dirigente embera-katío ha causado un
revuelo nacional e internacional sin precedentes.
ACTUALIDAD : NACION
El lider embera-katio Kimy Pernía Domicó incomoda a muchas personas porque
sabe hablar. Sus palabras en su lengua o en español fluyen con facilidad y
despiertan el espíritu de quienes las oyen. Por eso, para silenciarlo, tres
hombres armados, al parecer pertenecientes a las autodefensas, se lo
llevaron esposado el pasado 2 de junio de las oficinas del resguardo
indígena en Tierralta, Córdoba. Pero fracasaron en su misión porque al
secuestrarlo liberaron su mensaje, lo enviaron más allá de las tierras de
los cabildos del río Sinú y el río Verde.
Kimy, que en embera significa “vara delgada y larga”, era uno más en su
comunidad hasta que empezó a hablar. En los cabildos la gente se reunía
para oírlo contar la historia antigua que le había enseñado su abuelo o
exponer los problemas que tendrían con la construcción del megaproyecto
hidroeléctrico de Urrá. Se convirtió en una figura respetada por los 2.800
indígenas embera de su región y hasta por sus contradictores del Ministerio
del Medio Ambiente, uno de los cuales lo definió como “un hombre de
principios, claro en sus ideas, lógico, consecuente, uno de los mejores
líderes indígenas que hay en el país”. Su desaparición ha provocado un
revuelo nacional e internacional sin precedentes. Nadie quiere que Kimy se
sume a la lista de 18 dirigentes embera que han sido asesinados en los
últimos dos años, con lo cual se ha desarticulado el tejido social de esta
comunidad de « hombres de río ».
La semana pasada 700 indígenas, en representación de los 72.000 embera que
viven en el país, se movilizaron a Córdoba con el único propósito de
rescatar vivo a su hermano de sangre. Al mismo tiempo, a miles de
kilómetros de distancia, en Toronto, Canadá, un grupo de amigos de Kimy
encendió una llama que sólo va a ser apagada cuando el dirigente vuelva con
los suyos al alto Sinú. “El es un amigo, un gran líder, un sabio, una
persona muy respetada aquí en Canadá. Nos duele muchísimo que esté en manos
de gente asesina y brutal”, dijo a SEMANA la periodista Kathy Price, del
Comité Inter-Iglesias Canadienses Pro-Derechos Humanos en América Latina.
Esta entidad y la organización no gubernamental Rights and Democracy
también aportaron 29.000 dólares para apoyar a los indígenas que se
desplazaron a Córdoba. Días antes un grupo de 58 parlamentarios canadienses
habían firmado una carta, en la que le pedían al presidente Andrés Pastrana
“realizar todo lo que esté a su alcance para garantizar el retorno seguro
de este líder valeroso”. En el Festival de Cine de Montreal, donde se
exhibió el documental Nuestro río, nuestra vida, la lucha de los
embera-katío, la premio Nobel Rigoberta Menchú pidió que el dirigente
indígena fuera liberado.
Kimy vs Urra
En Canadá la desaparición de Kimy ha causado tanto revuelo porque en
ciertos sectores de ese país sienten su causa como propia. En noviembre de
1999, cuando Urrá I ya había entrado en operación, Kimy denunció el drama
de su pueblo ante el Parlamento canadiense: “La represa trajo la muerte a
nuestra gente; muerte de los pescados, muerte de los miembros de nuestra
comunidad, que han sentido la pérdida de proteínas, debilitando su salud, y
la muerte de nuestros líderes que han protestado y desafiado este proyecto.
La represa Urrá I es como una pared que corta el río Sinú e impide la
subienda de los pescados. En este momento peces como el bocachico, yulupa,
charua, barbule y otros, han sido prácticamente acabados. El impacto sobre
mi pueblo es muy, pero muy triste”.
Su testimonio impresionó a los parlamentarios porque Kimy dijo que parte
del proyecto había sido financiado con 18,2 millones de dólares entregados
por la empresa semiestatal canadiense Export Development Corporation. En el
mismo escenario el líder indígena enfatizó que los embera se oponían en
forma rotunda a Urra II, la segunda etapa de la hidroeléctrica, porque
“causará mayores e irreparables daños a la Madre Tierra y a quienes vivimos
en ella. Déjenme aclarar: diciendo esto, como lo digo hoy, mi vida corre
peligro”. De regreso a Colombia encabezó una marcha desde Tierralta hasta
Bogotá. El 11 de diciembre de 1999 se tomó, junto con 167 miembros de su
comunidad, los jardines del Ministerio del Medio Ambiente. En
« Kurazandrúa », como bautizaron en su lengua los indígenas a la capital, los
embera permanecieron 136 días, hasta el 25 de abril de 2000, cuando
llegaron a un acuerdo con los representantes del gobierno.
Por esta época el pueblo de Kimy ya se encontraba dividido entre los que se
oponían al proyecto y los que habían decidido aceptar dinero a cambio de un
acuerdo con la represa. El siempre se había opuesto a recibir cualquier
cantidad porque “no comemos plata, y nuestros ancianos nos han prevenido y
nos han dicho que el dinero trae consigo problemas como la prostitución, el
alcoholismo, la delincuencia, la pérdida de la cultura y profundas
divisiones dentro de nuestras comunidades”. Un día las autodefensas
intentaron llevarse a algunos miembros de esta última fracción. El
dirigente lo impidió, aunque algunos de sus hermanos no estaban convencidos
de hacerlo, porque cree que “un embera es un embera y nadie tiene derecho a
llevárselos”.
Después de la sonada toma de los jardines del Ministerio Kimy continuó
hablando. Lo hizo en Ginebra ante los organismos de Naciones Unidas y en
abril de este año participó en la Cumbre de los Pueblos de América que se
llevó a cabo en Quebec, Canadá. Dos días antes de su secuestro se había
reunido con una delegación de las Primeras Naciones y con representantes de
Rights and Democracy para denunciar el exterminio al que viene siendo
sometido su pueblo por parte de las autodefensas y la guerilla. Hasta
ahora ningún grupo o persona ha reivindicado o reconocido su participación
en la desaparición del líder indígena. Del caso lo único que se ha hecho
público es un comunicado de los cabildos de los ríos Verde y Sinú en el que
informaban de la captura de un sospechoso, por parte de tropas del Batallón
Junín, horas después del secuestro de Kimy. Los embera, los « hombres de
río », no van a cesar en su búsqueda, lo necesitan. Al fin y al cabo no
todos los días aparece un guía que gracias a su trabajo logre darle un
nuevo sentido a su nombre. Desde hace un tiempo Kimy significa en embera
“hombre sabio”.
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