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Primeros muertos por bombardeos Dos sobrevivientes de los bombardeos en el Caguán relataron con crudeza cómo sintieron de cerca los sobrevuelos y confirman haber visto al menos tres muertos civiles. Una mujer que llegó hace 15 días a la vereda El Rubí, con su esposo, narró que el jueves “como a las 11 de la mañana” vio un avión que se “clavaba, se levantaba y lanzaba bombas”. En ese momento, el conductor de una moto quedó muerto sobre la carretera y el parrillero logró tirarse al monte. La mujer no pudo con el miedo, tomó a su niña de 16 meses y corrió afuera del alojamiento donde desde estaba con su esposo y otros hombres que llegaron a esa vereda para trabajar como contratistas “de unos ingenieros, en la construcción de un puente”. Un puente que, según habitantes de la zona, era mandado a construir por las Farc en dicho lugar, a cuatro horas de Los Pozos, el corregimiento caqueteño donde hasta el martes pasado el Gobierno y las Farc intentaron darle forma a un proceso de paz. La esposa del obrero del puente contaba sin reparos que era una sobreviviente. “Yo saqué a la niña como la tenía, con pañal y sin zapatos. Oía al parrillero de la moto pidiéndome auxilio, pero no hacia sino correr. “Solamente volteé a mirar cuando sentí una bomba detrás. Vi como si un volcán se me viniera encima", recordaba la mujer, mientras su niña descalza caminaba por la casa de la abuela paterna, aún con el pañal y la camisilla rosada que tenía el jueves cuando comenzaron los bombardeos. “Salí corriendo y, ¡plum!, cayó una bomba en el alojamiento. Seguí corriendo y fue cuando otra bomba cayó en la casa de los evangélicos”. La esposa del obrero no había alcanzado el monte cuando llegó la dueña de la casa evangélica que acababa de ser destruida. Iba arrastrando al parrillero de la moto. La lluvia de bombas de los aviones Kafir de la Fuerza Aérea Colombiana no había cesado cuando otra mujer, “con un bebé de tres meses”, llegó hasta donde estaban los que buscaron el monte para protegerse. “El niño tenía la cara ensangrada (sic) y ella lloraba y lloraba. Nos dijo que a su esposo y a su niño de dos años los había matado el bombardeo”, contó la esposa del obrero. Ese fue el niño que su marido vio, ya casi al mediodía del jueves, con la cabeza lejos del cuerpo. El obrero y su esposa solo supieron a las 7 de la mañana del jueves que estaban rotas las relaciones entre el presidente Andrés Pastrana y el grupo guerrillero. Llegaron a San Vicente ese día en la noche. Ayer caminaban por la plaza del pueblo llorando y pidiendo que alguien enviara una ambulancia para recoger a por lo menos tres muertos y varios heridos. El obrero estaba llenando con paladas de arena una volqueta a dos kilómetros del alojamiento, cuando aparecieron en el cielo de El Rubí los aviones Kafir. “Salí a trabajar porque a cada rato decían que el proceso se iba a romper y no se rompía. No se veían ni guerrilleros ni Ejército, pero aparecieron dos aviones como grises. Nos dieron cuatro vueltas y a la cuarta, uno se nos mandó bajitico. Yo le dije al que echaba pala conmigo que no corriera. El avión se levantó y se fue a bombardear donde estaba mi esposa”. Ya cerca del alojamiento tuvo la primera sorpresa. “Se me hizo raro no ver el techo. En el otro rancho lo que vi fue a un niño sin cabeza y la mujer de un trabajador mío estaba debajo de una mesa de billar desbaratada, con la pierna zafada. Ya estaba demacrada”. La mujer, de 15 años, murió desangrada. Ayer, cuando finalizaba la tarde delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) llegaron a San Vicente del Caguán con los cuerpos de la campesina, del niño de dos años y de una persona más, las primeras víctimas de los bombardeos que estremecen la antigua zona de distensión. Marisol Gómez Giraldo Enviada especial de EL TIEMPO San Vicente del Caguán