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Date: Mon, 20 May 2002 10:42:22 -0500 (CDT)
El turbio Panorama Colombiano!
El turbio panorama colombiano
Ricardo Ferrer, Mauricio Lazala
En Colombia se ha pasado a la guerra abierta durante
el año en el cual los ciudadanos eligen presidente y
congreso. La guerra actual no es necesariamente el
mayor de los problemas que enfrenta el país, pues el
principale candidato a la presidencia de la República
de Colombia tiene un pasado sombrío: Álvaro Uribe
Vélez es conocido por seguir el peligroso juego de
grupos paramilitares.
De acuerdo con la sangrienta tradición de las últimas
campañas electorales, el nuevo presidente deberá ser
elegido en medio de los disparos. Durante las
elecciones de 1990 los cuatro candidatos de la
izquierda fueron asesinados en sitios públicos. Ahora
se teme que la violencia política se repita en un
marco de guerra generalizada en todo el territorio
nacional. En la vigente campaña electoral contamos ya
con una pre-candidata secuestrada por la guerilla y
quedan pocos líderes limpios y civilistas con
propuestas estructuradas para sacar de la crisis al
país.
Luego de tres años y cuatro meses negociando la paz,
el gobierno ha iniciado una guerra abierta contra las
FARC-EP, intensificando seriamente la larga historia
de casi cinco décadas de conflicto armado en el país
sudamericano. En éste ambiente bélico, nadie escucha
voces que promuevan nuevas negociaciones y ganan
terreno las propuestas autoritarias. A su vez, las
FARC manifiestan que sólo negociarán con el próximo
gobernante y no con Pastrana. Ello implica que por lo
menos hasta el 7 de agosto tendremos una guerra muy
intensa.
Tras las elecciones parlamentarias llevadas a cabo el
pasado 10 de marzo, repletas de irregularidades, no
hubo un claro triunfador y el congreso colombiano
resultó más fraccionado que nunca. Ninguno de los
candidatos presidenciales cuenta con mayoría de sus
partidos en el congreso. El actual dilema colombiano
es quién va a suceder a Andrés Pastrana: En las
hermosas tierras de Colombia solo suenan tambores de
guerra y pocos cantan los himnos de la paz.
GUERRA ECONÓMICA
El conflicto está servido y ya hace bastante se siente
el impacto sobre la economía y la infraestructura. Las
guerillas colombianas seguirán incrementando sus
arcas de guerra por medio de los secuestros, la
extorsión, el narcontráfico, los "impuestos de paz" y
el tráfico de armas. Así mismo, pondrán en juego las
lecciones aprendidas durante las guerras de
Centroamérica: Combatientes de las FARC y del ELN
participaron en los conflictos de Nicaragua y El
Salvador, además de haber mantenido relaciones con las
guerillas de Honduras y Guatemala. Como se recordará,
el Frente Farabundo Martí aplicó sistemáticamente la
formula de guerra económica en El Salvador y la usó en
la negociación final del conflicto. Por su parte, sus
feroces enemigos, las paramilitares "Autodefensas
Unidas de Colombia" (AUC), se enriquecen por los
mismos medios.
Con el fracaso del proceso de paz y el inicio de la
guerra abierta, es previsible que Colombia supere su
propio récord de un promedio de 37.000 asesinatos al
año, dos millones de desplazados internos, casi un
millón de emigrantes al exterior, miles de asilados
políticos, lisiados y enfermos mentales. La cara menos
visible de la guerra es la devastación económica:
Esta forma de lucha incluye ataques frontales a la
infraestructura, especialmente vías de transporte y
sistemas eléctricos, y atentados directos a monopolios
y a empresas multinacionales, causando la pérdida de
miles de millones de pesos.
LUCHA TERRITORIAL
La guerilla controla casi la mitad del país, y la
mitad de los alcaldes de las pequeñas y medianas
poblaciones negocian sus programas de gobierno con las
nuevas autoridades locales. Adicionalmente, se
encuentra una creciente actividad de los escuadrones
de la muerte, financiados por terratenientes privados,
grandes monopolios empresariales y algunas
multinacionales del petróleo. En un inicio, el
entrenamiento de los paramilitares y la asignación de
sus blancos fueron hechos por el estamento militar,
pero el engendro se le salió de control. Los actuales
escuadrones de la muerte llevan su negocio por cuenta
propia y ejecutan masacres por encargo para extender
territorios de narcotraficantes y grandes hacendados.
En medio están la población civil, los líderes de
derechos humanos y los dirigentes sindicales que
mueren por montones.
Tradicionalmente los combates entre ejército y
guerilla ocurrían en las selvas y zonas rurales. Hoy
la guerra está más cerca de las grandes ciudades.
Actualmente se intensifica la disputa por el control
de las vías y rutas de suministros en regiones
estratégicas tales como el triángulo Bogotá — Medellín
— Cali. Una prueba de ello es el gran desarrollo de
grupos milicianos (guerillas urbanas) en Bogotá,
Medellín, Cali, Cartagena y Barranquilla. La muestra
fue siniestramente otorgada el pasado sábado 6 de
abril, cuando dos potentes bombas detonaron en la
sureña ciudad de Villavicencion, dejando un saldo de
doce civiles muertos, y el lunes 8 de abril, cuando
dos coches bomba explotaron en inmediaciones de Bogotá
dejando dos policías muertos y varios heridos.
En esta disputa, la joya de la corona es el
Departamento de Antioquia donde ya hay enfrentamientos
en el Valle de Aburrá (que incluye a Medellín), serios
bloqueos en la vía hacia el golfo de Urabá, y son
comunes los combates en los valles de los ríos Atrato,
Cauca y Magdalena. Antioquia es una de las regiones
más ricas de Colombia y por ello todos los bandos en
pugna tienen grandes unidades de combate desplazadas
allí. El candidato Álvaro Uribe, con sus propuestas
autoritarias, pertenece a esta región y allí captó sus
primeros adeptos.
IMPLICACIONES INTERNACIONALES
Las implicaciones del conflicto se extenderían al
vecindario y no podemos olvidar que Colombia tiene una
localización estratégica, con orillas en el Atlántico
y Pacífico, la cordillera de los Andes, la selva del
Amazonas y una zona inmensa de mar territorial en el
Caribe. En este marco geopolítico, merecen especial
atención la vecindad de Colombia con Venezuela,
sacudida recientemente por una grave inestabilidad
política, y la cercanía de Colombia a Centroamérica,
con sus conflictos mal resueltos. Actualmente las
guerillas centroamericanas están desmovilizadas sin
haber conseguido soluciones sociales. La tensión sigue
viva y con un poco de calor se puede reavivar el
fuego.
Por su parte, EU pasó de la guerra de propaganda a la
propaganda de guerra, en un marco de intervención
abierta (no sería una casualidad que justo en estos
momentos se esté difundiendo la película "Daño
colateral", producción hollywoodense sobre la guerra
en Colombia). Luego del 11 de Septiembre, EU incluyó a
las FARC en la lista de los grupos "terroristas", pero
en realidad la confrontación entre las guerillas y
tropas del ejército colombiano financiadas y
entrenadas por EU, viene ocurriendo desde la década
del 60. En el marco de esa historia, el "Plan
Colombia", o generoso nuevo paquete de ayuda militar
estadounidense que el Senado en Washington ya aprobó,
es solo el último eslabón de la cadena de
intervenciones en el país. Mientras la visión oficial
de EU frente al conflicto es la solución armada, los
países europeos y latinoamericanos se la juegan toda
por la salida política y las soluciones sociales.
ÁLVARO URIBE VÉLEZ
Álvaro Uribe Vélez es el candidato con las opciones
más claras para ganar la presidencia de la República
el próximo 26 de mayo (según la última encuesta de
opinión de "El Tiempo" en marzo, Uribe lideraba con un
59% en las intencones de voto). Pero inevitablemente
Uribe enfrentará problemas de gobernabilidad y
legitimidad porque carga con un pasado turbio y en el
presente han sido incapaz de levantar propuestas
realmente viables a la crisis. Desde el principio
atacó las negociaciones de paz con la guerilla y
cedió su puesto en el proceso de paz a la comisión de
la ONU, más los 10 países amigos del proceso de paz en
Colombia. Además, para ser consecuente con sus ideas,
Uribe Vélez ha expresado ser partidario de la
intervención militar de EU en Colombia.
Colombia busca líderes limpios para una sociedad civil
agotada y cada vez más presionada a optar por las
salidas militaristas, pero los últimos años han estado
caracterizados por la ausencia de verdaderos
dirigentes políticos. En ese panorama de incertidumbre
aparece Álvaro Uribe Vélez, un disidente del Partido
Liberal que ha tenido éxito vendiendo la idea de que
salvará al país de la catástrofe por medio de la "mano
dura". Álvaro Uribe representa la lucha contra la
guerilla, pero no ofrece opciones sociales.
Su Currículum Vitae tiene lecturas opuestas según el
bando del lector: Entre 1976 y 1977, Uribe fue Jefe de
bienes en empresas publicas de Medellín y desde ese
cargo lideró la negociación de tierras y el traslado
de la población del viejo al nuevo poblado de El
Peñol. Supuestamente esa experiencia lo puede
presentar como un buen administrador. Pero los
habitantes de El Peñol y Guatapé en el oriente de
Antioquia cuentan la misma historia desde los muertos
y desaparecidos que sufrieron durante la negociación
por las tierras que debían ser sumergidas para el
embalse proyectado por Empresas Públicas de Medellín.
El proyecto hidroeléctrico del Peñol fue más impuesto
que negociado, y la población civil solo conoció gases
lacrimógenos, expropiaciones de tierras para la
hidroeléctrica y destierro forzado.
En otro apartado de su currículum, el período de
Álvaro Uribe al mando de la Aeronáutica Civil no se
distinguió precisamente por el control al narcotráfico
en los aeropuertos. Entre 1995 y 1997, como gobernador
de Antioquia, dió apoyo directo a las
paramilitarizadas Cooperativas de Vigilancia Privada,
"CONVIVIR", lo cual le originó reproches de la
comunidad internacional y de la Comisionada de
Derechos Humanos de la ONU para Colombia, Almudena
Mazarrasa. El padre de Álvaro Uribe fue asesinado por
la guerilla y eso lo marcó para siempre. Mientras
Uribe Vélez gana poder político, ataca
sistemáticamente todo lo que se parezca a movimientos
sociales, reivindicaciones laborales, jornadas de
protesta y grupos defensores de los derechos humanos,
porque todo ésto, para Álvaro Uribe, huele a
guerilla. Tal política le genera apoyo entre la
dirigencia empresarial, más amiga de recortes en los
salarios, bajas pensiones, poca estabilidad laboral y
carencia de derechos sindicales.
La sombra más sangrienta que pesa sobre las páginas
del historial de Uribe Vélez se produjo en 1997.
Durante éste año ocurrieron las principales masacres
de Antioquia, debidamente documentadas por periodistas
y activistas de derechos humanos, en la zona del río
Atrato. Las masacres de civiles fueron cometidas en la
jurisdicción de la Brigada XVII, bajo el mando del
general Rito Alejo del Río Rojas, quien se encuentra
actualmente bajo proceso de investigación judicial.
Durante el tiempo en que ocurrieron los abusos contra
la población civil de Antioquia, Álvaro Uribe omitió
interceder en favor de la población y omitió proceder
contra el general Rojas.
El escuadrón de la muerte AUC tiene interés en las
selvas del Atrato porque allí puede sembrar coca,
instalar laboratorios y sacar la cocaína por las rutas
de Panamá.. Desde mayo de 1997 hasta mayo de 2000 las
AUC tomaron el poblado de Vigía del Fuerte como una de
sus bases de operaciones. Desde allí sus hombres
controlaron el río Atrato hasta su desembocadura en el
golfo de Urabá. Durante tres años las autoridades
locales hicieron la vista gorda ante docenas de
cadáveres que flotaban en el río. Las pruebas
acumuladas contra el general Rojas señalan el trabajo
conjunto entre escuadrones de la muerte y el Ejército
Colombiano en las regiones de Córdoba, Urabá y el
Atrato. En el seguimiento como periodista que Ricardo
Ferrer desempeñó en la zona del Atrato, confirmó dicha
cooperación, y lo mismo ha sido denunciado por
organizaciones internacionales como Amnesty
International y Human Rights Watch.
Si el general Rojas fue el ejecutor de masacres en
Urabá y el Atrato, el gobernador Álvaro Uribe Vélez
fue el gran encubridor de las mismas. Era imposible
ignorar el asunto cuando los muertos flotaban en el
río Atrato durante días a la vista de todo el mundo:
Los escuadrones de la muerte habían dado la
prohibición de recoger los cadáveres.
2002, TIEMPOS DIFICILES
Los ánimos están muy calientes como para negociar un
alto al fuego o disminuir las hostilidades durante las
dos rondas de votaciones en mayo y junio, en las
cuales se elige el presidente. En 1948 fue asesinado
el candidato presidencial Jorge Eliécer Gaitán, por
levantar la bandera de las reformas sociales, y desde
entonces miles de políticos han muerto, víctimas de la
intolerancia y la cultura de exclusiones. Como se
mencionó anteriormente, las elecciones presidenciales
de 1990 fueron acompañadas por bombas y asesinatos de
cuatro candidatos presidenciales. En la misma década,
el acribillamiento en serie de más de 4,500 militantes
de la Unión Patriótica, le quitaron respaldo a las
voces moderadas y liquidaron aquél movimiento
político.
La agenda 2002 para Colombia tiene entre sus
ingredientes la guerra del gobierno contra las FARC,
el proceso electoral y el cronograma de guerra
antiterrorista de George Bush. Queda pendiente la
guerra del gobierno contra los paramilitares, pero es
difícil que esto último ocurra. Para las personas que
no estamos alineados con los promotores de la guerra,
nuestra única opción es la de mediar en defensa de la
población civil y prevenir las nefastas consecuencias
que opciones autoritarias pueden traer para Colombia.
Ya vimos los resultados tan negativos en otras partes
de Latinoamérica como el de Fujimori en el Perú. En el
caso de Álvaro Uribe, todavía estamos a tiempo de
evitar que Colombia viva otros cuatro años llenos de
sangre.
En las múltiples masacres en Colombia han participado
todos los bandos en conflicto. Con la anunciada
creación de la Corte Penal Internacional, es posible
que algún día todos los genocidas colombianos tendrán
que comparecer ante un juez internacional. Mientras
tanto, la economía del país es devastada y se sigue
llenando tristemente de más huérfanos y más viudas.
(*) Ricardo Ferrer Espinosa es un periodista
colombiano que vive como asilado político en España.
Mauricio Lazala es un politólogo colombiano que reside
actualmente en México
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