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12 de octubre: los pueblos indígenas no celebramos, ¡¡¡resistimos!!!

Jueves, 12 de Octubre de 2006 | www.radiomundoreal.fm

Día de la Raza - Aniversario del Descubrimiento de América

Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)
Comité Ejecutivo

Miércoles, 11 de Octubre de 2006

Hoy como ayer continuamos en resistencia. Resistimos porque la situación que se presenta desde hace 514 años no ha cambiado: la extinción de nuestros pueblos, por obra de un modelo económico basado en la guerra, la negación de nuestra dignidad, la discriminación étnica, el despojo territorial, las nuevas y viejas enfermedades, y la desnutrición crónica. En 1492 habitábamos (en lo que hoy es Colombia) cerca de 10 millones de indígenas y más de 250 pueblos. Pasados tres siglos de continuo atropello sólo sobrevivíamos 460 mil indígenas. Durante los últimos dos siglos hemos logrado duplicar nuestra población y hoy somos alrededor de 1 millón de personas que integramos cerca de 100 pueblos.

En la actualidad, vivimos la profundización de la colonización de nuestros territorios bajo el mismo modelo económico, hoy llamado neoliberal. Afrontamos los más altos índices de ausencia de justicia (impunidad). Se adelantan reformas legislativas orientadas a una contrarreforma constitucional regresiva, en contra nuestros derechos. En un gobierno personalista cuyo imperativo principal es el militarismo y la militarización de nuestros territorios y procesos organizativos, se han incrementado las acciones privadas y públicas, legales e ilegales, orientadas a una contrarreforma agraria, basada en el desplazamiento, la expropiación territorial, e irrespeto a los mecanismos nacionales e internacionales para la consulta previa de nuestros pueblos. Se ha incrementado la tala de bosques, la implantación de cultivos de caucho y palma aceitera, la ganadería extensiva, la privatización de los recursos naturales que afectan no solo a los pueblos indígenas si no a toda la humanidad.

Una dinámica de recrudecimiento e intensificación del conflicto armado en nuestros territorios, sumado a la minimización, incumplimiento, irrespeto, y desmonte de los nuestros derechos, nuestras organizaciones son descalificadas, señaladas y amenazadas cada vez más.

Hoy no solo somos atropellados por quienes detentan el poder en la nación y los actores armados, sino también por quienes representan intereses de las multinacionales de la minería, madera, petróleo, biodiversidad y farmacéutica, que tienen interés sobre nuestros territorios, las cuales intentan generar la guerra en los mismos, culpabilizarnos y desplazarnos, para que no exijamos ningún derecho. En este momento, por ejemplo, está cursando en el Congreso un proyecto de Ley presentado por el Gobierno, de Desarrollo Rural en él cual se plantea el desmonte de todos nuestros derechos territoriales. La historia ha demuestra que cada vez que los terratenientes y algunos sectores económicos han querido apropiarse de la tierra, han impulsado procesos de guerra y persecución, bajo cualquier pretexto. Es decir, tememos que podamos ser desplazados masivamente de nuestros territorios bajo la estrategia de combatir a la guerrilla y el narcotráfico (a través de la guerra y las fumigaciones, en el marco de del Plan Colombia, marco asociado al desarrollo del TLC), y que pasados cinco años, las comunidades que no puedan regresar a sus resguardos y asentamientos no titulados, pierdan sus derechos.

Mientras que en el periodo comprendido entre enero y agosto del 2005, registramos 85.925 casos de violaciones, infracciones y la vulneración de derechos colectivos; durante los mismos ocho meses del 2006, dicho estimativo se triplicó: ascendió a 305.278 casos; que afectó en mayor proporción a las mujeres y a las nuevas generaciones indígenas, especialmente a los niños y niñas que se encuentran entre los cero y diez añitos de edad (alrededor del 59%).

Somos 18 pueblos en vías de extinción y más de 40 pueblos que somos víctimas de asesinatos selectivos de nuestros líderes, voceros, y autoridades tradicionales. Son homicidios que forman parte de estrategias destinadas a descabezar y desorganizar, a desintegrar social y culturalmente a nuestros pueblos.

De acuerdo con CECOIN, la tasa nacional de homicidios para 2005 era 341,8 por cada 100.000 habitantes, tasa que es menor a la de los pueblos indígenas colombianos, especialmente entre los Emberá Katío (477,2 por cada 100.000 habitantes), y los Tule (que alcanza los 812,3), multiplicando varias veces la tasa nacional del 2005. Los Emberá Katío comparten con los Kankuamos la característica de ser afectados masivamente respecto del total nacional indígena y al mismo tiempo en la intensidad y proporción de las violaciones respecto de su población; comparativamente son los pueblos indígenas más fuertemente atacados.

El gobierno se empeña en legalizar una política que solo pretende lo irreparable, mientras continúa la guerra en nuestros territorios y cunde la desprotección estatal para nuestros pueblos. Observamos como en los procesos de negociación y desmovilización paramilitar no se contempla ni la verdad, ni la justicia, ni la reparación. Advertimos como transforman sus efectivos en agentes auxiliares de la fuerza pública, como reconvierten su capacidad de control territorial mediante el estableciendo de cordones agroforestales, orientados al aislamiento y confinamiento de nuestros pueblos. Todo esto bajo el pretexto de una guerra antiterrorista y/o antinarcóticos.


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