Nos encontramos aquí convocados para hacer la presentación del FORO SOCIAL TRASATLÁNTICO, que surge como respuesta de la ciudadanía a la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe con la Unión Europea que tendrá lugar en Madrid, los días 17 y 18 de mayo. La intención de esta cumbre de Jefes de Estado es reclamar una mayor expansión y liberalización del comercio internacional y apertura de los mercados, justificándolo como mecanismo social para fomentar la productividad, ya que, según ellos, el aumento de ésta reducirá la pobreza en el mundo. Sin embargo, tras años de desarrollo de este tipo de políticas económicas, más de 160 millones de habitantes de América Latina subsisten con menos de dos dólares diarios. Ha aumentado la pobreza y el reparto desigual de la riqueza.
El objetivo de su Cumbre es consolidar un proceso económico del capitalismo que consiste en la liberalización salvaje del comercio y los mercados de capital. Esta liberalización sin fronteras o globalización capitalista se ha presentado como la solución para el desarrollo, sin embargo, ninguno de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, que se han adaptado sumisamente a los planes estructurales que imponen instituciones como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la OMC,. ha logrado escapar de la miseria, e incluso países como Argentina, Brasil, Ecuador, México, etc., dueños de una enorme riqueza potencial, tras asumir deudas inconmensurables, se encuentran afectados por una crisis económica catastrófica, de la que sólo han sacado provecho los burócratas corruptos y las empresas transnacionales y cuyas consecuencias sociales estamos sufriendo todos: trabajadores, campesinos, indígenas, europeos, asiáticos, africanos... hombres y mujeres de todo el mundo que no participamos en las decisiones económicas y políticas de las altas Cumbres de Jefes de Estado y grupos de poder (como la OMC, que celebró su última Cumbre en Qatar o como el G-8, recientemente reunido en Génova), pero sí sufrimos sus lesivas consecuencias sociales.
Colectivos madrileños de apoyo político a comunidades latinoamericanas, sindicalistas, militantes de base de algunos partidos políticos, ciudadanía en general, es decir, activistas anti-globalización, nos hemos puesto de acuerdo para denunciar públicamente las verdaderas intenciones que oculta esta Cumbre latinoamericana y europea, entre las que, por supuesto, no se encuentra la disminución de la pobreza creciente en el mundo, de la que los mandatarios eluden toda responsabilidad.
Hemos decidido, en asamblea, constituir el Foro Social Trasatlántico, y la semana del 13 al 19 de mayo vamos a celebrar la Cumbre de los Pueblos, en la que denunciaremos públicamente las auténticas causas del incremento del paro, la exclusión, la precariedad y la pobreza de los pueblos del todo el mundo. Para ello estamos trabajando en talleres de estudio social, político y sindical, desde un punto de vista crítico con el neoliberalismo, la globalización capitalista y la implantación del pensamiento único que el poder político-financiero internacional está interesado en imponer para su propio beneficio.
Valga como ejemplos de los afectados por la globalización y su política genocida, aquí y al otro lado del Atlántico, lo que a continuación se va a exponer.
Yo soy una afectada por la globalización.
Me llamo Lupe, y tengo 20 años. Hago zapatillas en una maquila, en ciudad Juárez. Por si ustedes no lo saben, una maquila es una factoría construida con planchas prefabricadas, y techo de uralita, el calor de allí dentro es infernal. Hacemos turnos de 14 horas, de 18 si hay que entregar algún pedido. Pese a todo, los sindicatos están perdidos.
Yo estoy aquí para contarles una cosa: estoy embarazada de tres meses. En la maquila, solo lo saben mis amigas, el encargado aún no se ha dado cuenta. Cuando lo sepa, me echará a la calle, es lo que siempre pasa con las mujeres que se quedan embarazadas. Pero si pierdo mi trabajo, ¿cómo voy a alimentar al niño que venga? Una amiga, me ha dicho que tendría que abortar. Yo no quiero, y además tampoco tengo el dinero con el que pagar esa intervención. El padre de la criatura, tampoco me puede ayudar; emigró a Estados Unidos y no encuentra trabajo; lo que sí que me ha dicho es lo que cuestan allí las zapatillas que yo hago. Cuando me enteré me entró mucha rabia y lloré mucho.
Nos están engañando, pero ya se acabó. A mí me van a echar y no tengo nada que perder si intento que mis compañeras y yo nos organicemos para pedir un salario más digno, unas condiciones de trabajo más humanas.
¿Cómo le voy a explicar a mi hijo, de quién es la culpa de que pase hambre, de quién es la responsabilidad de esta situación? Quiero otro mundo para mi niño.
Yo soy una afectado por la globalización.
Mi nombre es Fernando, tengo 29 años. Soy mensajero para una multinacional, pero claro, contratado a través de una ETT. Supongo que saben a que me refiero cuando menciono a estos nuevos traficantes de esclavos, las ETTs, que ha cambio de encontrarme un contrato laboral precario de tres meses (si hay suerte) se quedan con un 15% del sueldo, que por cierto es el salario mínimo.
Además muchas veces tenemos que trabajar más horas de las que dice el contrato, y con el chaleco con el logo de la ETT, y no solo eso, para rematar, como tenemos que cumplir con una "productividad", muchas veces, tengo que ir con la moto a todo gas, incluso a veces, me meto por las calles en dirección contraria para poder llegar a tiempo; pero si me pillan y me multan lo tengo que pagar yo.
En las ETTs, no te dan trabajo si se enteran que estás afiliado a algún sindicato, y en la multinacional, los sindicatos no se ocupan de la gente que trabaja para ETTs; a veces solo duramos un par de semanas.
¿Hasta cuando seguiré con esta inseguridad laboral y económica, o acabaré atropellado por un coche?
Con este panorama, no me puedo ir de casa de mis padres, ni crear una familia, ni un futuro. Acaso porque no tengo dinero y no soy importante ¿no tengo derecho a que alguien vele por mi dignidad?
¿NO ES POSIBLE OTRO MUNDO?
Soy una persona afectada por la globalización.
Nací en San Salvador de Jujuy (Argentina), y a los 19 años comencé a trabajar en Aceros Zapla, una explotación minera y siderúrgica de propiedad estatal. A los 22 años me casé, y tuve una hija. Mi vida transcurría con normalidad pero, a finales de los 80, las vidas de la gente de Jujuy empezaron a cambiar, y el nivel de vida a deteriorarse.
A medida que Argentina comenzaba a reducir sus aranceles aduaneros y a privatizar las empresas del Estado, la provincia de Jujuy perdió miles de empleos en beneficio de países como China e India, en donde los trabajadores tenían unos salarios mucho menores. El peor golpe lo sufrimos en 1992, cuando el nuevo dueño de la acería, el consorcio Citicorp, de Nueva York, decidió que podía alcanzar mayores beneficios si reducía su mano de obra radicalmente. Y lo hizo. Se redujo de 5.000 a alrededor de 700 personas.
Yo estuve en uno de los primeros bloqueos, el que cortó el puente internacional Horacio Guzmán (enlace principal entre Argentina y Bolivia) la noche del 7 de mayo de 1997. Durante los cuatro días siguientes, las barricadas se extendieron a toda la provincia. La primera respuesta del Gobierno fue la violencia: el 20 de mayo, centenares de trabajadores del azúcar resultaron heridos por las balas de goma y las granadas lacrimógenas del ejército.
Los "piqueteros", nombre con el que se conoce a los parados manifestantes, se organizan por barrios y municipios. Y una mayoría de esos piqueteros somos en realidad "piqueteras", mujeres cuyos maridos están desalentados como resultado del paro de larga duración.
Mostrando el poder de los trabajadores marginados, estamos zarandeando el orden económico global. Estamos promoviendo tácticas contra las políticas de mercado libre. Estamos mostrando que el cambio fundamental no vendrá de los políticos burócratas, sino de la democracia de base y de la acción directa.
OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Soy una persona afectada por la globalización.
Me llamo Edgar y tengo 36 años. En Perú trabajaba como profesor en una pequeña escuela. Pero tuve que venir a España porque con el sueldo de allí no podíamos subsistir.
Todavía no he pagado el billete que me trajo en busca de esperanza. Esperanza para mi mujer y mis tres hijos, a los que ahora envío todo el dinero que puedo, y con los que estoy deseando poder reunirme.
Llevo tres años en España, trabajando aquí y allá. Cuando puedo trabajo como jardinero. Si no, reparto propaganda, cargo camiones, limpio portales...
No tengo contrato, y a veces no me pagan. Como no tengo papeles, no me quieren contratar, y si no me contratan, no consigo los papeles.
Algunos españoles me dicen que los inmigrantes les quitamos el trabajo, y yo me pregunto: ¿trabajarían en las mismas condiciones en las que trabajo yo?
OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Soy una persona afectada por la globalización.
Me llamo Nacho y tengo 25 años. Vivo en Barcelona, en una casa okupada en el barrio del Raval.
Me fui de casa hace dos años. Desde entonces, me busco la vida, trapicheando aquí y allá. De vez en cuando curro de albañil. A veces no sale nada y sobrevivo con lo que saco tocando la flauta en la calle. Es duro. El dinero no llega ni para pagar lo básico. Por eso decidimos okupar.
Cientos de casas vacías para que se especule con ellas, y nosotros sin poder pagar un alquiler... Es de locos, ¿no?
Desde que llegamos, la hemos puesto más bonita: un par de puntales, un poco de pintura, y ahora tiene vida. Estamos intentando convertir la casa en un centro social, un lugar de encuentro en el que solucionar los problemas del barrio.
Ya se han acostumbrado a nuestra presencia. Los vecinos son pobres como nosotros. El dueño de la casa, que nunca se preocupó por ella, ha puesto una denuncia, y cualquier día de estos nos van a echar. Pero no importa. Ya tenemos buscada otra casa.
Como solemos decir: un desalojo, otra okupación.
OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Yo soy una persona afectada por la globalización.
Mi nombre es Carmen tengo 48 años. Trabajo en una subcontrata de limpieza en turnos rotativos de mañana y tarde, de lunes a domingo ya que es el único ingreso que entra en mi casa ya que mi marido no nos pasa manutención ni a mí ni a mis 3 hijas.
Intento mejorar mi situación económica pero no tengo tiempo para encontrar otro empleo.
Yo soy una persona afectada por la globalización.
Me llamo Pablo procedente de Sudamérica y agricultor.
después de muchos años de sufrir la contaminación de una multinacional, produciendo enfermedades y la muerte de mi pueblo, ahora quieren comprar la tierra y si no las vendemos vendrán hombres armados para arrebatárnosla con amenazas y extorsiones.
OTRO MUNDO ES POSIBLE
Soy una persona afectada por la globalización.
Me llamo Joao y tengo 43 años. Trabajaba en una gran explotación de caña. Es inmensa. Un hombre necesita un día para atravesarla a caballo.
Día tras día, mis compañeros y yo nos levantábamos al amanecer y nos reventábamos las manos, a cambio de un sueldo miserable. Vivíamos hacinados, varias familias juntas en una misma chabola, lo suficientemente alejados de la casa grande como para que el dueño y su familia no tuvieran que cruzarse con nosotros.
Pero eso ya se ha acabado. Esta noche vamos a ocupar un latifundio cercano que hace años que no se cultiva. Tengo miedo, porque el dueño de la finca va a mandar a sus hombres armados. Pero somos muchos, y no pueden matarnos a todos.
No dejo de preguntarme dónde comenzó este absurdo. Esta noche podemos perder la vida, cuando lo único que pedimos es un trozo de tierra para subsistir con nuestras familias.
OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Un fantasma recorre el planeta. De Seattle a Buenos Aires, de Molturen a Chiapas, de Génova a Seúl, ningún del mundo queda fuera de su territorio. Hambre, guerra, peste y muerte: los cuatro jinetes cabalgan dejando un reguero de niños muertos de inanición, de guerra infinita y bombardeos duraderos, de epidemias letales de enfermedades curables... ningún rincón del mundo queda fuera, tampoco de las resistencias a los cuatro jinetes del Apocalipsis capitalista, ni siquiera Madrid.
Madrid, donde los próximo 17 y 18 de mayo se reunirán los jefes de estado y de gobierno europeos, latinoamericanos y caribeños para celebrar la buena marcha de sus negocios y de su economía global; para recompensar la sumisión de los "líderes" del otro lado del Atlántico; para festejar los beneficios de las políticas neoliberales que desde el centro se impone a la periferia: los beneficios de Telefónica, de Deustche Telecom., de Repsol, Endesa, BBVA...
Las consecuencias sociales de estas políticas las conocemos bien los pueblos de Europa y América Latina. Las conocen bien los mineros asturianos y chilenos, las conocen bien los universitarios de acá y me México, las conocen bien los agricultores franceses y brasileños, las conocen bien en Argentina... donde los programas de ajuste estructural del FMI y el Banco Mundial han condenado a la pobreza a la inmensa mayoría de la población; donde esa población sufre cotidianamente el peso de la deuda externa contraída por sus gobiernos, incluidos los militares; donde el pueblo tomó las calles para recuperar lo que es suyo. Bien conocen las consecuencias de estas políticas los miles de ciudadanos latinoamericanos que cotidianamente se movilizan en todo el continente contra el ALCA, el Plan Puebla-Panamá y el MERCOSUR; como siete años antes se levantaron en armas los indígenas chiapanecos el día que entraba en vigor el tratado de libre comercio.
En un mundo en el que se globaliza la guerra y la desigualdad en vez de la justicia y los derechos, el gasto militar y policial aumenta al mismo ritmo que la pobreza. La represión está al orden del día: "Si Bus o Prodi hubieran propuesto un acuerdo sobre los derechos humanos tras el atentado del las Torres Gemelas de N. Y., ahora estarían seguramente en un psiquiátrico" (Jaime Mayor Oreja). De la palabra al hecho hay poco trecho, cuando se trata de proteger la mano que te da de comer: ya han demostrado repetidas veces lo que les importan los derechos humanos. Lo demostraron en Gotemburgo, disparando a matar a manifestantes desarmados, como en Argentina. Lo demostraron en Génova con el cobarde asesinato de Carlo Giuliani, como lo están demostrando con la intervención militar en Colombia.
Quienes tienen miedo a perder sus privilegios, tienen pánico a la palabra, a la fuerza de la razón (frente a su razón de la fuerza), a la libertad de los pueblos. Por esos quieren normalizar un estado de excepción global, con tribunales militares juzgando a civiles, con legislaciones que consideran terrorista a cualquier forma de disidencia, con fuerzas policiales que, como EUROPOL, no están sujetas a ningún control.
Frente a ellos, nosotras, los que seguimos creyendo en la justicia y la libertad, en la solidaridad entre los pueblos entendida como cooperación entre iguales, quienes creemos que otro mundo es posible.
Lo queremos todo y lo queremos ya: Madrid se niega a ser cuadra y posada de tan indeseables jinetes.
Siguiendo el ejemplo de la dignidad rebelde de los indígenas en lucha por un mundo en el que quepan muchos mundos, donde todas las culturas sean para todas, conociéndose y respetándose, donde el conocimiento no sea una mercancía; siguiendo el ejemplo de los campesinos que en todo el mundo luchan por la tierra, okupando terrenos, arrancando sembrados de transgénicos, defendiendo la vida y la madre tierra; siguiendo el ejemplo de las mujeres que en Perú se auto-organizaron en torno a un puchero colectivo, de las mujeres creando en Bolivia, de la infinita dignidad de las Madres de la Plaza de Mayo; siguiendo el ejemplo de los quinientos años de resistencia indígena, llamamos a los pueblos europeos, latinoamericanos y caribeños a un día de acción global contra el neoliberalismo el próximo 18 de mayo.
Llamamos a todas las luchas de aquí y de allá a converger este día para aguarles la fiesta. Para derribar sus caballos y sus tanques. Para que nuestra voz sea oída una vez más. Con movilizaciones en todas las ciudades hermanas y con bloqueos a la II Cumbre de Jefes de Estado de América Latina y el Caribe, en Madrid. Hoy como ayer, la ciudadanía de Madrid grita: ¡no pasarán!
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