De Genova a Evian:
El Lugar de las Contracumbres en el Movimiento Alterglobalizador

From Buenos Aires, an article about Evian and the countersummits wrote just before the actions to the argentinian website http://www.lavaca.org

Just in spanish, sorry, and with the obvious limits of the distance. But may be is still useful.

De Genova a Evian:
El Lugar de las Contracumbres en el Movimiento Alterglobalizador

Mientras llegan los primeros reportes de las manifestaciones contra la Cumbre del G8 en Evian, Francia, resultan inevitables los recuerdos y las reflexiones en torno a la batalla global de Génova, hace casi dos años, en la anterior cita de los ocho gigantes del planeta. En julio de 2001 me tocó compartir con cientos de miles de todo el mundo las calles del puerto mediterráneo. De Génova a Evian el mundo inevitablemente se ha transformado. Median entre ambos acontecimientos, entre otros achaques de la historia, el 11 de septiembre del 2001, la rebelion argentina del 19 y 20, la guerra global con centro transitorio en Irak......

De Genova a Evian, también, el movimiento de movimientos contra la globalización capitalista ha tenido tiempo para reflexionar sobre su recorrido. La batalla de tonos épicos en las callejuelas y plazas genovesas que envolvió por completo a toda la ciudad y dejó como saldo centenas de heridos y detenidos, decenas de golpeados ilegalmente y hasta torturados en las dependencias de los temibles carabinieri italianos, y hasta un joven muerto -Carlo Giuliani, cuyo nombre recorrió el mundo-, pareció señalar el final de una etapa. Según varias opiniones, Génova representó efectivamente el final de un ciclo, el primer ciclo del movimiento alterglobalización. Luego de la victoria de Seattle a fines de 1999, la efervescencia de Praga en el 2000 -que se esparció por todo el globo: más de 100 ciudades, entre ellas Buenos Aires, acompañaron con acciones de masas las manifestaciones que en aquella oportunidad repudiaron la reunión del Banco Mundial y el FMI-, y las contracumbres catalanas que en algún momento se jactaron de tener a Barcelona por "capital de la antiglobalización", Génova concentró todas las miradas. La cita ahora era en la tierra de los poderosos movimientos sociales italianos, en momentos en que la desobediencia civil estaba en boca de todos y el movimiento global, que se reconocía nacido en Chiapas, era una máquina de creaciones múltiples y diversas. En Génova, en efecto, surgió el bloque rosa-plateado -que ahora vemos revivir en Evian-, que en una singular mixtura de espíritu de combate y de fiesta, tecno y samba, y bajo los auspicios de la "frivolidad táctica", se contó entre los que estuvieron más cerca de traspasar las vallas de la zona roja en la que sesionaban inquietos los poderosos del mundo; en Génova, también, los afamados Tutte Bianche mutaron de identidad y pasaron a conocerse como el Movimiento de los y las Desobedientes, corporizando práctica y teóricamente como ningún otro movimiento la categoría de multitud que comenzaba a echar vuelo; allí también fue polémico protagonista el movimiento de los Black Block, que aboga por la destrucción física de los símbolos del capitalismo; en Génova, finalmente, quedó de manifiesto la centralidad que para el movimiento de movimientos ha tenido el zapatismo, como inspiración decisiva para ensayar una nueva política llamada tanto a subvertir el estado actual de cosas como las formas y texturas mismas de las tradiciones de izquierda -y allí tenemos a Luca Casarini, vocero de los Desobedientes, y su grito de "Zapata vive! La lucha sigue!" con el que cerró la conferencia de prensa en el mítico Estadio Carlini, que nos cobijó en una semana intensa y cargada de tensión.

Pero a pesar de todo ello el estado policial y el terror pareció imponerse, y el modelo de las contracumbres comenzó a ser objeto de discusiones y revisiones en el seno de los movimientos. Un cierto exceso de confianza combinado con una ética y una estética militante predominantemente juvenil que recuperaba al tiempo que resignificaba el heroísmo como valor para las luchas -hecho que se advierte con facilidad en el ardor de los enfrentamientos callejeros, reproducidos luego por doquier por el también naciente videoactivismo que acompaña el despliegue del movimiento-, se revelaron insuficientes para hacer frente al espectacular despliegue policíaco, al terror psicológico y físico infundido también de varias maneras -y así, todos los días en el Carlini cundían las amenazas de bomba-, y al generalizado despliegue militar que suspendió absolutamente la normalidad de una ciudad cuyos habitantes optaron por el exilio temporario o la compra de provisiones y el encierro completo.

Esa escenografìa apareció entonces como demasiado cinematográfica. Ello, junto al cuestionamiento acerca de la efectividad de semejantes despliegues, parecieron producir cierta fatiga en el ímpetu alterglobalizador, que para más se vio golpeado por los efectos criminalizadores de la cruzada norteamericana luego del 11 de septiembre.

Así, algunos efectos de esos debates condujeron a la búsqueda de alternativas concretas a escala local -y allí los movimientos argentinos lucieron como modelo ejemplar-. "Trascender los símbolos", escribía Naomi Klein por entonces, a modo de nuevo horizonte para las luchas. Algunas experiencias trazaron un cuadro según el cual la tarea de la hora reclamaba pasar de la desobediencia civil a la desobediencia social, recuperando el nivel de lo cotidiano. El movimiento de origen catalán Yomango, por ejemplo, realizó una lectura post-Génova de la cual extrajo como corolario la necesidad de la desobediencia y el sabotaje permanente al gran capital, inventando la práctica concreta y cotidiana del robo a las multinacionales.

Ahora bien: aunque las visiones, llegados a este punto, divergen en el diagnóstico, las hay de quienes señalan, con justa razón a mi juicio, que las contracumbres fueron objeto de un cuestionamiento demasiado temprano. Acaso por fortuna de cierta directriz del movimiento alterglobalizador que coloca como exigencia la subversión permanente de las formas de hacer política, ante el primer signo de repetición tendió a echarse por la borda una práctica que no había agotado en modo alguno su productividad.

Y no se trataba de no dar ningún crédito a los argumentos que mostraban hastío. En cambio, resulta mas productivo desinscribir a las contracumbres del pensamiento dicotómico que opone maniqueamente y obliga a elegir entre opciones presentadas como antitéticas. No hay porque oponer necesariamente a las militancias locales y a las militancias globales, a lo real concreto de lo simbólico, ni a la militancia barrial de las contracumbres. De lo que se trata, y he allí lo que los organizadores de las manifestaciones en Evian parecen querernos decir, es de volver a pensar la productividad específica de las contracumbres, sin que ello signifique negar el carácter fundamental de las dimensiones cotidianas y concretas y las escalas locales en los experimentos de transformación social.

¿Y cuál puede ser entonces la productividad específica de las contracumbres? Como parece enseñar la experiencia de los movimientos autónomos argentinos, la crítica de los modelos autoritarios de centralización política encarnados en los partidos políticos no debiera incluir el desprecio por cualquier momento de convergencia y articulación, máxime si esos momentos están presididos por el respeto y la celebración de la diversidad, y por la voluntad de contaminación y aprendizaje recíprocos entre los movimientos. El neoliberalismo es una máquina de fragmentación demasiado poderosa como para que hagamos culto único de las militancias locales. Esos momentos, que suelen redundar en una potenciación de cada una de las experiencias participantes, han tendido a escasear en Argentina (podemos señalar algunas excepciones, como el Piquete Urbano de diciembre del 2002, o la refrescante Semana Cultural en Brukman que actualmente se lleva a cabo). Las contracumbres, entonces, pueden cumplir esa función de contaminación, aprendizaje y autovalorización de los movimientos, a la vez que de visibilización del enemigo.

Adicionalmente, si es bien cierto que los movimientos no deben extraviarse en la selva de los símbolos, no por ello debe dejar de señalarse que lo simbólico tiene efectos bien concretos en lo real. Difícilmente pueda interpretarse correctamente la invitación recibida por el presidente brasilero Lula a Evian -mas allá de las reservas políticas que puede merecernos su presencia allí-, junto a la de otros mandatarios representativos del tercer mundo, sin tener en cuenta el impacto de la serie de contracumbres gracias a las cuales los poderosos del mundo ya no pueden gozar de reuniones apacibles.

En suma, adelantándonos a los balances que habrán de hacerse de los hechos de Evian, acaso sea un signo a festejar el retorno de los asedios de masas a las grandes cumbres -y esa constatación no debe significar en absoluto el descuido de los ensayos de transformación concretos y locales. De Génova parece haberse aprendido que los intentos de bloqueo directo tienen escasas probabilidades de éxito en contextos de militarización extrema, y de allí que esa lección, sumada a la irregular geografía que rodea a la ignota villa alpina, recomienden tácticas de bloqueo y sabotaje descentralizadas y más sutiles (se intentará, por ejemplo, impedir el paso del personal que facilitará la reunión). Pero aún si, como es bien posible, tales intentos no culminan en resonantes victorias, para los participantes de esos días intensos de fraterna convivencia, seguramente será difícil dejar de percibir los efectos de la experiencia.


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