Para no agudizar las diferencias y mantener viva la denominación ALCA, se precipitó el fin de la 8va Reunión de Ministros que debía concluir un día después, el viernes 22 de noviembre en Miami.
Aislados del mundo por una indescriptible barrera policial - cuyo costo asciende a unos 8 millones de dólares-, los ministros adoptaron, luego de un tenso día de encierro, la Declaración de Miami o ALCA Lite, que consiste en una suerte de borra y va de nuevo del acuerdo, pero que, a la vez, no es una capitulación total.
Así, el futuro del ALCA es incierto y su agenda apenas señala la meta de septiembre 2004 para concluir las negociaciones sobre tarifas, sin mencionar las otras temáticas. Por ahora, lo único claro es que los viceministros se reunirán en Brasil en febrero del 2004 para proponer recomendaciones para una reunión de ministros ulterior, que se celebrará en el verano de 2004.
Esta conclusión de la Reunión Ministerial marca indudablemente un punto a favor de las acciones de resistencia al acuerdo, desplegadas en todo el continente que, tanto en lo local como en lo hemisférico, han venido visibilizando, de distintas formas, el carácter agudizador de las relaciones desiguales implícitas y muchas veces explícitas en sus términos.
Y, justamente, mientras los ministros se afanaban en rescatar el nombre del ALCA, unas 20.000 personas concurrieron a la Marcha por la Justicia Global, que se realizó el 20 de noviembre en las calles de la Miami sitiada, para enfatizar su oposición ante un acuerdo que sólo produce más problemas en la vida de la gente. En sus alocuciones, numerosas delegaciones sindicales insistieron en la pérdida de empleos que resulta de la deslocalización; el ablandamiento de los derechos laborales que proviene, entre otros, de la competencia entre países por la generación de empleo; la paralización del mercado local, y otros.
Fueron asimismo parte de los temas señalados como críticos: la falta de interacción entre los términos del acuerdo y los derechos humanos integrales, el acceso a los servicios, la propiedad intelectual y, más aún, la soberanía de los pueblos. Todos estos asuntos están siendo analizados en decenas de actividades, tales como los paneles sobre las "Caras de la Economía Global", el Tribunal de los Pueblos, la Audiencia Pública sobre el impacto del ALCA, la Conferencia sobre Globalización y el Mundo Africano, y otras iniciativas que concluirán como previsto hoy 21 de noviembre en Miami.
Fracasó la cumbre de Miami para implantar el ALCA
Concluyó antes de lo previsto la reunión de Miami en donde Washington quiso imponer, una vez más, el librecomercio a su patio trasero latinoamericano. Los países participantes firmaron un documento anodino que habla de 'negociaciones directas' entre países o bloques regionales.
En realidad, lo que se impuso fue el criterio de Brasil, seguido por la Argentina.
Afuera del edificio donde deliberaron, en Miami, 34 países, sobre el comercio internacional y el ALCA, rugían las manifestaciones y se producían enfrentamientos entre policías militarizados y, particularmente, jóvenes anarquistas. Helicópteros artillados sobrevolaron el área e intimidaban a la multitud contestataria. Había también miles de patrulleros policiales, rejas, y todo tipo de muros de contención para que los manifestantes no llegaran al edificio donde deliberaron, con magros resultados, los países americanos.
Se trató de una pulseada que el gobierno de George W. Bush perdió. Había empleado toda clase de presiones, políticas, económicas, tácticas. Todo sigue igual y cualquier negociación será como hasta ahora, donde cada país hará valer sus reservas comerciales, especialmente contra los aranceles agrícolas y al acero, de los norteamericanos.
La verdadera lucha está por comenzar. Estados Unidos lanzó durante la cumbre una serie de negociaciones paralelas con algunos gobiernos que quieren avanzar más rápido en la apertura comercial. Terminarán como México, apretados por los aranceles y la producción norteamericana.
La cumbre, sin embargo, fue un triunfo para Brasil. Después de todo, fue su gobierno el que propuso la idea de un ALCA limitado y el que logró imponerla a Estados Unidos, que quería un acuerdo más amplio y generalizado para imponer todos los productos y criterios comerciales.
De acuerdo a la declaración final, se trata de un ALCA ficto a dos niveles. Uno incluye compromisos y obligaciones comunes para todos los países. En el otro nivel cada país puede decidir en cuál de los nueve temas quiere avanzar más rápido: accesos a mercados; propiedad intelectual; política de competencia; solución de conflictos; subsidios y medidas antidúmping; agricultura; inversiones; servicios y compras gubernamentales.
Los negociadores brasileños, liderados por Celso Amorim, no sólo fueron quienes propusieron el nuevo enfoque, sino que también quienes lograron imponerlo a países como México, Chile y Canadá, que, si bien aprobaron la declaración final y hablaron en su favor al final, fueron muy críticos durante la reunión. La Argentina siguió a Brasil, fortificándose el MERCOSUR.
La cumbre confirmó que Brasil emerge como poder comercial, como ocurrió en Cancún durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio.
También confirmó el poco margen de maniobra que tienen los Estados Unidos cuando negocian con mercados tan atractivos como el brasileño. Desde un principio quedó en claro que no habría ALCA sin Brasil.
Pero no sólo eso. Después del fracaso de Cancún, Estados Unidos quería evitar un nuevo fracaso, sobre todo en Miami, donde Jeb Bush, el hermano del presidente George Bush es el gobernador, y donde los empresarios tiene tanto interés por el marco latinoamericano. los norteamericanos fracasaron en su intento y firmaron un documento anodino.
Lo que demuestra la situación es la fuerza posible del MERCOSUR para todo tipo de negociación económica. Argentina tiene que mantenerse en el mismo y debe ser incorporada Venezuela. La Argentina sostiene que hasta naciones caribeñas -como Cuba- debe integrarse al bloque regional encabezado por Brasil y Argentina.
Este es un triunfo de la burguesía nacional paulista, cuyo programa es el que, en cuanto al ALCA y el MERCOSUR, está cumpliendo Lula. La Argentina carece de una burguesía nacional y sus grupos de empresarios son meros depredadores aliados al capital financiero internacional.
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