jueves, 01 de abril de 2004
Los "ejércitos privados" y la estrategia de Washington
La conexión CIA-Mossad-"guerra contraterrorista" en Latinoamérica
(IAR-Noticias) 01Abr04 Por Manuel Freytas
Un proceso de investigación realizado por legisladores y medios de comunicación permitió detectar que un gobernador argentino contrató un servicio de espionaje privado vinculado al Mossad (servicio secreto israelí) con la finalidad de realizar tareas de seguridad e inteligencia para su gobierno, sustituyendo áreas de competencia institucionales reservadas a las fuerzas de seguridad de esa provincia.
Se trata de Jorge Alperovich, gobernador de la provincia deTucumán, una provincia situada en el norte argentino, quien contrató los servicios privados de la empresa Security and Intelligence Advising (SIA), una organización internacional especializada en la planificación y organización de programas de seguridad, inteligencia y protección, para las compañías privadas más importantes, como así también para instituciones y gobiernos en todo el mundo.
Security and Intelligence Advising está especializada en la consultoría en seguridad, inteligencia y protección, fundada en Israel y formada por un grupo selecto de profesionales con probadas aptitudes, vasta experiencia y reconocida trayectoria.
Según su propia descripción SIA está compuesta por un equipo de expertos oficiales senior retirados de diversos servicios de seguridad e inteligencia (GSS) y de varias unidades de elite del Ejército de Defensa de Israel, y reúne un grupo altamente calificado de profesionales con años de experiencia sin igual en la evaluación, planificación y aplicación de programas de seguridad, inteligencia y protección.
Asimismo, SIA cuenta entre su grupo de profesionales a varios oficiales retirados de los servicios de inteligencia europeos, que suman a la empresa su probado conocimiento y experiencia en tareas de contrainteligencia y operaciones especiales.
En otras palabras: SIA forma parte de la red multinacional de empresas que hacen sus ganancias en el mercado de "seguridad e inteligencia" que se desarrollan bajo el paraguas de la "guerra internacional contra el terrorismo" impulsada planetariamente por el presidente George W. Bush, y para la cual Washington y el Congreso estadounidense han autorizado unos US$ 30.000 millones de presupuesto desde el 11 de septiembre en adelante.
Entre la variada gama de servicios que ofrece a sus clientes SIA (que vocalmente suena como CIA) hay uno que particularmente define su competencia en un área altamente sensible a la estrategia del Imperio norteamericano en la región: Investigación en Antiterrorismo.
La "guerra contraterrorista"
Es en ese punto donde la SIA se toca y se entrelaza con la red latinoamericana de espionaje montada por la Central de Inteligencia (CIA) estadounidense y el servicio de inteligencia israelí (Mossad), cuyo objetivo central -sostenido institucionalmente tanto por el gobierno de Bush como por el de Sharon- es la "guerra contraterrorista" desarrollada en el campo de la inteligencia y de las operaciones especiales.
Como escribe Heinz Dieterich Steffan, estas células operativas de la CIA-Mossad (como es el caso de la SIA) se valen del intento de ciertos gobiernos y clases políticas de privatizar determinadas funciones de soberanía del Estado, y convertir a los cientos de miles de empleados armados de esas compañías en una reserva paramilitar para funciones represivas del Estado, tal como se observa, por ejemplo, en Argentina.
Mas preocupante aun -sostiene Dieterich - es la zona gris de operadores de las guerras sucias, en la cual los servicios de inteligencia y fuerzas militares estatales, los productores, comerciantes y lobbyistas de la industria armamentista y los escuadrones de la muerte, interactúan, tal como sucedió recientemente en la venta de armamento israelí a los escuadrones de la muerte de Colombia: los paramilitares.
En el área de Centroamérica y el Caribe, ex agentes y militares israelíes jugaron un papel fundamental en el entrenamiento profesional de los primeros escuadrones de la muerte de los narcotraficantes colombianos del Cartel de Medellín, en 1990.
El jefe de este grupo, el teniente coronel Yair Klein, de la unidad de elite Harub, formó en 1989 su empresa "Punta de Lanza", especializada en la venta de armamento y tecnologías bélicas, que después de entrenar a los paramilitares latinoamericanos regresó a Israel con los bolsillos llenos de narcodólares.
No obstante -y según las investigaciones de Dieterich- la intervención de los servicios secretos israelíes en esa región se remonta una década más atrás, cuando a inicios de los ochenta el know how de "contrainsurgencia" de esos servicios fue puesto al servicio de los primeros terrorismos de Estado en Honduras y Guatemala, para convertirse pronto en engranaje integral de la agresión de los mercenarios del gobierno de Ronald Reagan y del padre de W. Bush (los "contras") contra el gobierno sandinista de Nicaragua.
El verdadero rol imperial de estas empresas de inteligencia -además de su millonario negocio en el área empresarial- consiste en la privatización de la inteligencia y de las áreas de seguridad estatal en las naciones latinoamericanas, con la finalidad de controlar sectores claves de información sobre personas, instituciones y organizaciones políticas y sociales de esos países.
El punto de confluencia con la estrategia militar y geopolítica de EE.UU. se traza a partir de la "guerra contra el terrorismo" que reemplaza en la lógica doctrinaria imperial a la "guerra antisubversiva" de la década del setenta y de la era reaganiana en Latinoamérica.
El alto ejecutivo (Security Senior Expert) de la SIA, Amar Salmar, quien intervino como invitado especial de un evento de empresarios latinoamericanos y estadounidenses de organizaciones privadas de "seguridad e inteligencia" realizado en Miami por la Latin American Security Association (ALAS), pronunció una conferencia sobre "El rol de la inteligencia en la lucha contra el Terrorismo Global en el Siglo XXI".
Ejércitos privados
Con la desaparición de la guerra por áreas de influencia con la URSS , las viejas consignas "antimarxistas" de las dictaduras militares formadas en la Escuela de las Américas fueron sustuidas gradualmente por las banderas de la lucha contra el terrorismo, las drogas y el crimen organizado con las que EE.UU. justifica su injerencia intervencionista en la región latinoamericana.
Con la desaparición del "peligro marxista", y acorde con las nuevas metodologías expansivas del capitalismo transnacional, surgió el nuevo objetivo imperial: la "privatización" de la obsoleta maquinaria de los ejércitos y servicios de inteligencia que ya habían cumplido su rol represivo militar con la doctrina de seguridad nacional exportada desde el Pentágono hacia el Comando Sur de los EE.UU..
Los ejércitos de "seguridad e inteligencia" privados fueron sustituyendo más eficientemente en el control social y político a las vetustas y desmovilizadas tropas de los ejércitos represores latinoamericanos que habían perdido vigencia con el ingreso de las democracias made in USA en los ochenta y los noventa.
De esta manera -en el área de la inteligencia y la seguridad- estas células privadas de la CIA y el Mossad israelí, cierran el proceso de desmantelamiento de los estados nacionales latinoamericanos iniciado con el modelo de libre mercado y privatizaciones lanzado por Washington en la década de los noventa, y cuyo paradigma más significativo fue la dupla Menem-Cavallo en la Argentina.
Dentro de este nuevo esquema los servicios de información latinoamericanos -salvo Cuba y Venezuela- se convirtieron en sucursales operativas de las políticas de inteligencia diseñadas para el control operativo y estratégico de Washington en la región.
Sistemáticamente, y durante los nuevos "gobiernos democráticos" controlados por EE.UU., la inteligencia norteamericana-israelí fue imponiendo a las administraciones de turno -a través de campañas mediáticas o de presiones políticas- ajustes presupuestarios y reducción de agentes en las estructuras oficiales de inteligencia.
A través de gigantescas campañas mediáticas contra las drogas, el terrorismo y el crimen organizado, los ejércitos privados -convertidos en verdaderas máquinas de facturación comercial- fueron ocupando el rol que antes ocupaba el Estado en la implementación de políticas de seguridad e inteligencia.
Una provincia Argentina ¿controlada por el Mossad israelí?
En un trabajo titulado "Espionaje en Tucumán" el periódico electrónico Seprin difunde una denuncia (confeccionada con pedidos de informes legislativos y por investigaciones periodísticas) sobre la contratación, por parte del gobernador de Tucumán, Jorge Alperevich, de un servicio de "espionaje privado" provisto por la empresa SIA.
Según Seprín, el gobernador, que cuenta con respaldo de la DAIA (organización representativa de la comunidad judía en la Argentina), realizó la contratación en un momento que desde "el Gobierno Nacional se busca la destrucción de las FFAA y FFSS a partir de desmantelar sus servicios de inteligencia, bajar presupuesto y destrucción moral de las Fuerzas Armadas".
Según la publicación "muchos consideran que se estableció una base del Mossad en Tucumán, mas que nada porque creen que hay células terroristas dormidas en esa provincia (comunidad árabe)".
Luego la publicación presenta las pruebas documentales de la investigación:
1 - DECRETO Nº 191/1(MSC) mediante el que se establece que la seguridad de todas las dependencias públicas está a cargo de la Policía de la Provincia
2 - Decreto Nº 344/1 contratación directa de la empresa Security and Intelligence Advising (S.I.A.)
3 - Pedido de informes del Leg. A. Sangenis al Ministerio de Seguridad Ciudadana; 17/03/2004
4 - Pedido de informes ampliado por un grupo de legisladores
5 - AnAntecedentes de la empresa S.I.A.
6 - Repercusión periodística
7 - Ley Nº 24.059 de SEGURIDAD INTERIOR