Date: Sat, 16 Feb 2002
Argentina: del Colectivo "Situaciones"
Borradores de Investigación #3
Asambleas, cacerolas y piquetes.
(Sobre las nuevas formas de protagonismo social)
Este tercer borrador de investigación sobre las nuevas formas de
protagonismo pretende discutir, desde el interior mismo del proceso de
movilización de asambleas, piquetes y demás formas de una nueva
subjetividad radical, algunos elementos de la actual coyuntura.
El borrador 1 estuvo dirigido a pensar las formas de emergencia de una
nueva radicalidad al interior del llamado "movimiento piquetero". Fue
editado, luego, en el cuaderno número 4 de Situaciones, "Conversaciones
con el Movimiento de Trabajadores Desocupados– MTD- de Solano". El
segundo borrador se refirió por entero a debatir experiencias de
conocimiento no-utilitario, sobre la base de las vivencias de la
Comunidad Educativa Creciendo Juntos, del partido de Moreno de la
Provincia de Buenos Aires. Este tercer "Borradores"continúa reflexiones
que iniciamos en la Cuarta Declaración del colectivo, a propósito de la
insurrección del 19 y 20 de diciembre de 2001. Pero va más allá: está
dedicado al movimiento de asambleas (y su relación con los piquetes); a
la vez, es un adelanto de nuestro próximo libro.
I
Los días 19 y 20 de diciembre vivimos una insurrección de nuevo tipo. Se
mostró hasta qué punto es la potencia del pueblo en las calles lo que
verdaderamente cuenta cuando esta energía se desata. La novedad se
expresó de muchas formas: no hubo dirigentes, no hubieron promesas y no
existieron organizaciones centralizadas convocando u orientando la
movilización.
Se trató de un verdadero "NO". Pero no fue simplemente una ocasión para
expresar el hartazgo. Se trató de un "no-positivo": una afirmación ética
sin precedentes que nos abre, como posibilidad al menos, nuevos caminos
por recorrer.
Está planteada ahora, precisamente, la exigencia de realizar ese
recorrido abierto ante nosotros buscando nuevas formas de participación,
de reinvención de la existencia, de producción de nuevos vínculos y
modalidades de pensamiento.
II
Miles de personas se reúnen en decenas de barrios para discutir y
desplegar aquello que se puso en juego los días 19 y 20 de diciembre.
La asamblea ha sido adoptada como la forma de discusión, coordinación y
pensamiento colectivo por todos los que han decidido organizarse mas allá
de las formas clásicas de la política.
Las asambleas organizadas en la ciudad de Buenos Aires y en los
alrededores, en la Provincia de Buenos Aires, no nacieron de la nada.
Porque lo cierto es que las luchas piqueteras fueron quienes primero
tomaron las calles. Ellas, en condiciones muy diferentes, abrieron el
camino que ahora comienzan a recorrer las asambleas. Esta es la verdadera
hermandad entre piquetes y asambleas. Los piquetes mostraron lo que hoy
verifican las asambleas: que están surgiendo nuevas formas de
intervención en la lucha por la justicia, que ya no pasan
mayoritariamente por renovar los partidos políticos ni las elites
gobernantes.
En los piquetes y las asambleas comienzan a debatirse cuáles son esas
formas de protagonismo, una vez que han sido descartadas las vías
políticas tradicionales.
Esta es la riqueza del movimiento actual. No hay demandas capaces de
agotar las potencialidades de este proceso abierto.
Los piquetes no piden "sólo" trabajo, comida, derechos. Piden algo más,
que no puede ser enunciado por el lenguaje de la demanda. Más allá de las
demandas, se lucha por la justicia y el "cambio social".
Y lo mismo sucede con las asambleas. Más allá del discurso sociológico
-de políticos, "intelectuales" y periodistas- las asambleas están
constituidas alrededor de un deseo de justicia y protagonismo que ningún
logro, por importante que sea, puede agotar.
Esto no quiere decir que la movilización asamblearia sea irreversible.
Sino que, aún cuando las energías decayesen o el movimiento fuese
dispersado– o, aún peor, más o menos institucionalizado- pervivirá
la marca ética de las jornadas de los días 19 y 20 y de las experiencias
posteriores que buscaron desarrollarla. Porque la justicia no es algo que
se vaya a alcanzar algún día: existe siempre como lucha "por la
justicia". No se realiza, sino que existe siempre como exigencia que nos
organiza, nos mueve, nos inspira.
III
Las asambleas son un lugar de investigación práctica. Allí se está
elaborando. Por eso, porque este es el valor de la experiencia, no hay
peligro mayor que caer en la ilusión de ser una "alternativa de poder".
Si no somos capaces de crear nuevas opciones, seremos testigos de una
nueva frustración. Y nada nos garantiza que este no sea el destino del
proceso.
¿Cómo evitar que el movimiento caiga en polarizaciones fáciles y sea
absorbido completamente en el juego de la política "seria", que no ve
nunca más allá de lo que pasa a nivel de dirigentes y gobiernos?
Las preguntas sobre las formas de sostener este movimiento abierto,
activo y ligado a la multiplicidad de aspectos que constituyen nuestra
existencia, se vuelven cuestiones fundamentales de esta experiencia.
IV
Si de lo que se trata es de recorrer este espacio de libertad que se nos
ha abierto, la forma de este recorrido no puede perder su radicalidad de
origen. De aquí, entonces, la permanencia de la consigna "que se vayan
todos", y su insistente aclaración, "que no quede ni uno solo". Aún sin
tener un sentido único, en las asambleas esta consigna va tomando una
significación clara. No se trata, como podría interpretarse ligeramente,
de una consigna "negativa", sino de un rechazo cuya potencia surge de lo
que logra "abrir".
"Que se vayan todos" quiere liberar un terreno, un tiempo y la
posibilidad de una forma radical de practicar la experiencia del lazo
social.
Y esta experiencia práctica, de pretensiones fundadoras, es lo que
interesa, porque implica una puesta en juego muy exigente de cada uno de
nosotros. Pues para ser realmente fieles a lo que se juega en este
proceso, hay que empezar por admitir hasta qué punto "no sabemos". Las
asambleas son un proceso de reelaboración colectiva sobre las formas
actuales de la emancipación.
Por esto, una condición fundamental para el desarrollo de esta
experiencia asamblearia es la constatación de que "no hay línea
correcta": la única "línea" posible es la búsqueda, la elaboración puesta
en práctica al interior de las asambleas y los piquetes.
Pero afirmar que "no hay línea" no quiere decir que no hay nada que
hacer. Al contrario: sólo nos indica que este "hacer" actual tiene que
ser capaz de asumir cuanto hay de inédito y de incierto en esta búsqueda.
Una vez que nos hemos decidido a abandonar las formas clásicas de la
política, las luchas y las experiencias que producen nuevas formas de
existencias sociales e individuales se ven despojadas de toda vieja
garantía, de todo saber "abstracto" sobre "qué hacer" y de toda forma
tradicional de pensar, para arribar a un suelo en donde las creaciones
están a la orden del día.
Es este el tiempo que fue invocado durante las jornadas de los días 19 y
20 de diciembre.
V
¿Podrán las asambleas y los piquetes, efectivamente, deshacerse de todo
el peso de los discursos políticos tradicionales ("revolucionarios" y
"reformistas", "nacionalistas" y "ciudadanos", etc.) para asumirse, sin
rodeos, como un verdadero eje impulsor de nuevas experiencias, como un
lugar de creación radical?
No hay quien lo sepa de antemano. Pero hay algo auspicioso. No son pocos
hoy, en Argentina– y en América Latina-, quienes desarrollan
prácticas de lo más atractivas y potentes bajo la idea que no hay más
"línea" que ser capaces de pensar, en situación, "sin modelos".
VI
Por todo esto puede ser importante pensar qué significa esa sensación de
estar viviendo un momento histórico. Si efectivamente este momento tiene
una densidad histórica de proporciones para miles y miles de personas, es
fundamental explorar lo que hay por detrás de las imágenes que la memoria
histórica asocia a esta experiencia.
La emoción proviene, de hecho, de la impresión de estar re-viviendo
jornadas históricas– verdaderos mitos- de revoluciones pasadas.
Pero todos sabemos que el vértigo de estos tiempos no es un mero truco
vacío de la imaginación, sino que estos recuerdos históricos se activan
al fragor de una inmediata actualidad, que da sentido a cada marcha,
asamblea, cacerolazo o movilización.
Esto puede ser visto en perspectiva.
De las revoluciones modernas surgieron los partidos políticos. Su función
esencial fue la de intermediar entre los movimientos de la base y el
estado. Claro que en esta relación entre tres– base social,
partidos y Estado- el punto clave siempre fue el Estado, lugar imaginado
como el centro donde radicaba el poder de la sociedad.
Con la ola de las revoluciones socialistas del siglo XX aparecieron los
partidos contestatarios al capitalismo (comunistas, socialistas,
nacionalistas revolucionarios, etc.) los cuales, a pesar de promover una
revolución contra el sistema sostuvieron mayoritariamente la misma
relación de "mediación" entre las bases y el Estado y la misma fe en el
poder estatal para transformar las sociedades.
Todo un siglo de revoluciones anticapitalistas creyó, de una forma u
otra, que las sociedades podían ser transformadas desde arriba. Esta
experiencia no puede ser gratuita. Al contrario, es gracias a ella que
hoy sabemos que son las luchas de la base las que empujan los cambios, y
van creando las nuevas formas de sociabilidad.
Pero este "saber" no fue fácilmente adquirido. El fracaso del modelo de
las "revoluciones desde arriba" implicó un duro peso para las diversas
luchas desarrolladas durante la década pasada. Todos los que
desarrollaban experiencias de resistencia en los últimos años eran vistos
como "utópicos" e "inviables".
Afortunadamente las luchas actuales ya no precisan decir cómo será el
mundo "mañana". Su legitimidad se vincula con su capacidad de producir,
en la lucha misma, nuevos valores de justicia, a partir de iniciativas y
proyectos concretos.
Los piquetes y las asambleas se desarrollan bajo estas circunstancias, y
en su constitución misma se están procesando estos nuevos elementos de un
contrapoder efectivo.
VII
En el barrio de Floresta, el día siguiente del asesinato de los tres
pibes -cuando aún no expiraba el 2001- nacía la primer asamblea popular.
Los vecinos, reunidos, discutían propuestas de todo tipo: petitorios,
festivales y juntadas de firmas. Los amigos de los pibes merodeaban la
asamblea sin mucho interés, pensando silenciosamente qué hacer con las
ganas de arrasar la comisaría que protegía al asesino. Cuando los vecinos
percibieron la aparente indiferencia de los pibes respecto a lo que
estaban discutiendo, les pidieron que dijeran qué es lo que se podía
hacer. Uno de los pibes tomó el megáfono y explicó: "a mí lo que se
discute en las asambleas mucho no me interesa; ¡aquí lo que hay que hacer
es estar!, no sé cómo, pero hay que estar, todos los días".
Esta es, seguramente, una de las formulaciones que más claramente nos
revela el significado de las jornadas del 19 y 20, y de la sucesión de
hechos que se continuaron: la importancia del "estar", no sólo como
"opinadores" sobre lo que debiera pasar -como tristes jefes a quienes ya
no obedece la tropa-, sino de ESTAR, simplemente, formando parte de un
devenir que ya nadie puede aspirar a controlar, de un proceso que se
autoproduce más allá– y a través- de cada uno de nosotros.
Esto no implica una posición pasiva, de espera. Al contrario, implica
asumir que la actividad se desarrolla sin centros, sin líderes y sin
promesas sobre el futuro, a partir de una indagación colectiva sobre las
vías de un nuevo protagonismo social.
VIII
Las asambleas no adoptan tampoco una forma al azar. Se organizan como
verdaderas operaciones prácticas por medio de las cuales se están
verificando– y nos estamos apropiando de- las condiciones en las
que nos toca actuar.
Sabemos que las cosas han cambiado: esas transformaciones se expresan en
alteraciones en la política, la economía, en las subjetividades, en fin,
en todo los campos de la existencia. Pero estos cambios no pueden ser
excusa para la inacción. El discurso de la "complejidad", que nos dice
que este mundo posmoderno es "inentendible" salvo para los "técnicos",
oculta que ni siquiera para ellos el mundo es "manipulable".
Así, bajo la ilusión que unos pocos manejan el mundo, el discurso de la
"complejidad" es un llamado a la pasividad de cada uno de nosotros. Las
cosas son "demasiado complejas" para esta ideología "tecnicista" que nos
condena a la impotencia impidiendo una acción de reapropiación de nuestra
situación, de nuestra capacidad de pensar y de actuar en ella.
El proceso asambleario abre la posibilidad de abandonar toda pasividad.
Sobre todo, la pasividad que se deriva de la "posición de víctimas".
Con la activación de este movimiento, la cuestión de la apropiación de
las condiciones personales y colectivas puede ser tratado de otra manera,
estableciendo formas de soberanía sobre las capacidades y los recursos
que el proceso mismo brinda.
Es en este sentido que tanto las asambleas como los piquetes tienden a
desbordar lo que la militancia política clásica pretende de ellos.
Pero afirmar este desborde implica un trabajo: un rechazo contundente de
los "bajadores profesionales de línea".
Estos grupos de excesiva "luz" no pueden más que empobrecer la asamblea
en la misma medida en que no las respetan como lugar de procesamiento y
reflexión. No hacen el proceso con el resto. Ellos "ya saben", desde
"antes", lo que conviene y lo que no. Sus intervenciones– a
diferencia de quienes aportan sus conocimientos al conjunto- comienzan
por destruir toda posibilidad de socializar experiencia alguna.
Las asambleas trabajan, investigan, elaboran. Y al interior de este
proceso se van desplegando posiciones diferentes. Lejos de preocuparse
por esta situación, la asamblea sabe hasta qué punto estas diferencias
son parte esencial del proceso de pensamiento. La discusión que divide
para unir, y luego une para volver a dividir va produciendo sus propias
estabilidades, sin congelar a nadie en posiciones definitivas, evitando
así rupturas inútiles, movidas por diferencias narcisistas, puramente
imaginarias.
No se trata de lograr consensos fáciles, ni menos aún, de disputar
hegemonías.
Estas formas de discusión reproducen las formas del poder que se está
rechazando tan radicalmente. Y nada sería más triste que construir
pequeños espacios burocratizados llenos de minúsculos poderes a la medida
de "tiranos de barrio".
Dominar una asamblea es anularla. En cambio, los verdaderos "dirigentes",
son siempre situacionales: son quienes mejor trabajan al interior del
piquete o de la asamblea, organizando el pensamiento colectivo, desde el
interior, colaborando a que el conjunto se potencie a sí mismo, y nunca
separándose de él, para subordinarlo.
IX
¿En qué consiste la unidad de los piquetes y las asambleas?
El problema de muchos de los que claman por esta unidad es que la
imaginan como una "alianza política". Esto sería solo una ilusión, un
atajo. Una alianza así, que pretendiese otorgar "coherencia" a la
multiplicidad del movimiento "desde arriba", no sería fiel a la potencia
del proceso.
Las asambleas y los piquetes se desarrollan cada cual en sus condiciones.
Pero indudablemente tienen muchos puntos fundamentales de encuentro. Las
demandas las separan, pero la experiencia común de fundar nuevos modos de
participación puede implicar formas más profundas de intercambio.
¿Por qué el vínculo debiera quedar reducido a simples "adhesiones" a
"encuentros nacionales"? ¿Por qué esa unión debiera ser sólo "política"?
¿Por qué seguir imaginando encuentros entre piqueteros y asambleístas
sólo a partir de las formas de la representación política?
Se habla, así, de "alianza de clases": "desocupados" y "clases medias".
Cortes de ruta y cacerolas.
De pronto el poder analiza todo lo que está sucediendo con un lenguaje
"pseudo marxista": todo se lee en términos de clases sociales, de
intereses materiales, de racionalidades fuertemente condicionadas por la
inserción en la estructura económica.
El modelo de "alianza de clases" oscurece los procesos en juego. Y no
sólo empobrece, sino que termina siendo utilizado para, por un lado,
culpar a la "clase media" -"incluidos"- por no haberse movilizado sino
"hasta que les tocaron sus bolsillos"; y por otro, para "confirmar" que
los "excluidos" se movían desde antes porque "ya no tienen nada en sus
bolsillos".
Hay incluso, en ciernes, una reedición de la división social del trabajo
"político" entre asambleas y piquetes: las clases medias–
"educadas"- serían la dirección "cultural o ideológica" de un movimiento
en el que los "excluidos" serían "fuerza de choque" o "cuerpo obediente".
"Incluidos" y "excluidos", clases medias y desocupados– o
"pobres"-, son categorías de un pensamiento que concibe a la política
como una operación ideológica de la inclusión, olvidando– adrede-
hasta qué la norma es siempre excluyente y que desearla es ya empobrecer
nuestra existencia.
Incluidos y excluidos son, entonces, categorías tramposas. No hay lugar
para los excluidos sino precisamente en donde están, en los márgenes. No
hay inclusión posible– presente ni futura- para quienes ya no
quieren asistir pasivamente al empobrecimiento– material,
intelectual y espiritual- de la propia vida.
Por eso, el "clasismo" que todas "las clases" sacan a relucir ("somos de
la clase media argentina"; "los trabajadores y sus intereses", etc.) es
una forma de empobrecer lo que ha surgido, reduciendo la multiplicidad
emergente a las condiciones económicas de las que provienen. Piqueteros y
asambleístas aspiran a ser figuras de una indagación sobre la forma de
construir una autonomía real, irreductible a todo economicismo.
Esta reducción de la multiplicidad del proceso al "clasismo"-económico-
es una condición que el poder exige para "representar" a cada una de
estas clases en el juego de la política (de partidos, candidatos y
gobernantes). Por esta vía, entonces, se corre el riesgo de la absorción
de las energías desatadas.
X
A partir de las jornadas de los días 19 y 20 tomó forma algo que ya se
venía gestando. Ahora es totalmente visible, para todos, que por abajo
transcurren luchas muy intensas. Ellas están procurando, sobre todo,
recuperar una dignidad gravemente afectada durante décadas.
Las experiencias de los últimos años– en América Latina y en el
resto del mundo- nos ilustran claramente sobre el hecho de que ningún
"gobierno", por sí mismo, puede obtener este resultado.
Incluso un eventual gobierno popular debería aprender a respetar la
soberanía de las luchas que por abajo van creando y empujando el
verdadero cambio social. Porque toda vez que desde la política
"contestataria" se pretende dirigir las luchas de la base, se cierran los
procesos verdaderamente democráticos y se frustran las experiencias más
potentes.
Hay que evitar en ambas experiencias en desarrollo -piquetes y asambleas-
las tendencias a la centralización, a la subordinación de esa
multiplicidad. Su autonomía debiera ser defendida, incluso, de la
emergencia de eventuales grupos de dirigentes/representantes surgidos de
las asambleas y piquetes mismos, en la medida en que intenten sustituir
la dinámica de base. La expropiación del protagonismo popular en manos de
un grupo de dirigentes (no importa lo honesto que éstos sean) es un
riesgo mayor.
Porque apenas se forma una representación del movimiento, se empieza
también a ejercer el poder hacia adentro: se cree que se puede decir cómo
debe actuar o pensar un "vecino" o un "piquetero". La centralización
sacrifica de un plumazo la multiplicidad (que es la fuerza— la
clave— de estos movimientos).
XI
El desafío es pensar al movimiento piquetero y al asambleario como
experiencias que se pueden desarrollar mucho mejor sin "centros", sin
lugares privilegiados de organización, ni de dirección.
Contestando a siglos de creencias en la superioridad de las estructuras
centralizadas y en la separación entre la teoría y la práctica, sabemos
hoy que la inteligencia atraviesa todo el cuerpo, y no vive encerrada en
el cerebro. Las ideas no fluyen de un centro director, sino que dependen
de toda una red sensible y perceptiva. Lo mismo es pensable con respecto
al cuerpo asambleario o piquetero. Sería realmente nocivo que
cristalizasen lugares de "dirección" o de "conciencia" de los
movimientos, con respecto a los "dirigidos", "los de abajo", los
"puramente prácticos".
La experiencia de la asamblea interbarrial de Parque Centenario, por
ejemplo, es un momento esencial de la organización del movimiento. Pero
hay que tener cuidado que no sea el lugar por donde se cuelen,
nuevamente, las tendencias a la centralización que sustituyan el
protagonismo de las asambleas.
Es importante, entonces, ir viendo cómo circulan saberes situacionales,
de contrapoder, entre las diversas experiencias de resistencia. No se
trata de simples "articulaciones" políticas, sino de verdaderos espacios
de "composición", de intercambios de experiencias, de pensar juntos, de
iniciativas concretas.
La unidad no puede ser una consigna abstracta sino unidad de lo múltiple.
Lo que implica toda una labor consistente en crear espacios, territorios
y tiempos propios del piquete y de la asamblea, que permitan substraerse
de las interpelaciones del periodismo, del gobierno y de los partidos,
para pasar a asumir cada aspecto de la coyuntura desde–
exclusivamente- la propia potencia de los movimientos y la propia
percepción de los desafíos y problemas que se enfrentan.
Las asambleas y los piquetes son verdaderos experimentos de contrapoder,
bajo la forma de desarrollos de foros populares de discusión, de
intercambio, de investigación y de acción directa. Su fuerza es,
precisamente, la multiplicidad. Se juegan aquí formas nuevas y radicales
de practicar la libertad.12 de Febrero del 2002
Hasta siempre,
Colectivo Situaciones
Si le parece, reenvie este mensaje...
Recordamos la salida de
Cuaderno #4 de Situaciones:
Conversación con el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de
Solano.
Incluye una larga conversación sobre la historia y el orígen de esta
experiencia, que se desarrolla desde hace varios años en los barrios
populares del sur de la provincia de Buenos Aires.
En la publicación se abordan las formas de trabajo en talleres,
los cortes de ruta y su relación con el movimiento piquetero, sus
prácticas de economía alternativa, la organización horizontal, su
concepción sobre el contrapoder, etc.
Además hay informes de los talleres que hemos realizado juntos
(el MTD y el Colectivo Situaciones) y una reedición del
Borradores de Investigación sobre los piquetes.
El valor del cuadernos es de $2
Pedidos a situaciones@sinectis.com.ar
!
Les recordamos también nuestras recientes publicaciones:
Contrapoder: una introducción
Primer libro de Situaciones, un colectivo de investigación autónoma.
Contiene una primera parte "Sobre el contrapoder", compuesta por
un artículo del filósofo y militante italiano Toni Negri, titulado
CONTRAPODER, escrito este año, inédito y preparado especialmente para
esta publicación; un ensayo de Miguel Benasayag, titulado FUNDAMENTOS
PARA UNA METAECONOMIA; un trabajo del marxista escocés John Holloway,
DOCE TESIS SOBRE EL ANTI-PODER; y el artículo "POR UNA POLITICA MAS ALLA
DE LA POLITICA" del Colectivo Situaciones.
La Segunda Parte del libro— "Por una Filosofía de la Praxis"—
está organizada alrededor de una larga entrevista realizada por nuestro
Colectivo a Toni Negri, hace exactamente un año, donde se recorren
algunas claves del pensamiento del italiano. Seguida por comentarios
críticos de John Holloway, Horacio González, Luis Mattini, Ulrich Brand,
y el Colectivo Situaciones.
"El contrapoder es cada vez mas visible. Las luchas por la dignidad y la
justicia no se han agotado: el mundo, todo, comienza a ser cuestionado y
reinventado nuevamente. Este libro pretende dar cuenta de una
introducción. Lo que intenta pensar es la emergencia de esta nueva
sociabilidad no capitalista— verdadera contraofensiva— y la
difusión de las hipótesis del contrapoder."
Se trata de un viaje por las comunidades campesinas de Santiago, y de la
desgrabación de las conversaciones que hemos tenido con ellos sobre la
emergencia de una nueva sociabilidad y una nueva radicalidad política. La
economía alternativa, el devenir de las organizaciones de base y las
experiencias comunitarias, el pensamiento situacional, la resistencia
activa a la mercantilización de la vida, la superación de la figura del
individuo, son algunos de los temas que en esta puclicación se abordan.
Precio 2$.
Además hemos editado:
I- Cuadernos de Situaciones
#1- * "Conversación con la Agrupación HIJOS sobre el Escrache".
#2- * "Conversación con los Tupamaros".
#3- * "Conversaciones con los compañeros del Movimiento Campesino
de Santiago del Estero -MOCASE"-.
II- Borradores de la investigación
1- Taller de investigación con el MTD de Solano: "¿Qué son y cómo piensan
los piquetes?"
2- Sobre el Conocimiento Anti-utilitario. Conversaciones con la Comunidad
Educativa Creciendo Juntos.
III- Libros de Ediciones De mano en mano
*"Che el argentino", autores varios, (Agotado). Editado a partir de la
experiencia de las Cátedras Che Guevara; 1998.
*"Laberintos de la utopía", autores varios. Entrevistas a personalidades
de la cultura y el pensamiento en Cuba, a 40 años de su revolución.
Incluye un ensayo introductorio de los editores; 1999
*"Política y situación, de la potencia al contrapoder", de Miguel
Benasayag y Diego Sztulwark; 2000.
Para conseguir alguna de estas publicaciones comunicarse al 4521-3726, o
a la dirección de correo electrónico: situaciones@sinectis.com.ar
"Situaciones pretende ser un proyecto de lectura interna de las luchas,
una fenomenología (una genealogía) y no una descripción objetiva. Porque
sólo de esta forma el pensamiento asume una función creadora, afirmativa,
para dejar de ser una mera reproducción de lo existente. Y porque sólo en
esa fidelidad con la inmanencia el pensamiento es aporte real, dinámico,
lo cual es todo lo contrario de la elaboración de un programa o un
esquema que encasille y sature las prácticas".
Red "LATINA SIN FRONTERAS": latinamalaga@hotmail.com
Nuestra comunidad web:
http://communities.latam.msn.com/170697
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