En estos momentos, la policía volvió a la normalidad y esta deteniendo gente. El pueblo en las calles pidió que se vaya el presidente.

La ciudad amaneció desierta. En el centro todavía se veían algunos edificios con humo, quemados por una noche de furia que se extendió por toda la ciudad. No hay negocios abiertos, y por la calle sólo circulan algunos taxis y transeúntes que van a la movilización.

Los medios de comunicación son un bombardeo de miedo intenso. Llaman a la paz, repudian “el vandalismo” y aconsejan a cada rato que nadie salga a la calle.

En la Plaza San Francisco a las diez ya hay grupos de trabajadores de la COB concentrándose, y de a poco van llegando las columnas del magisterio, los universitarios, los mineros jubilados, maestros, bancarios, campesinos y otros sindicatos. Hay pocas banderas; apenas las que identifican a cada organización y algunas wiphala con crespones negros. Hay también mucha gente suelta en la plaza, mirando desde las gradas o desde alguna de las esquinas.

Los discursos no son tan bien recibidos; los parlamentarios son silbados y algunos gritan “que se cierre el parlamento”. Otros piden que hable Evo Morales y otros no quieren que hable nadie.

Cuando la columna sale, encabezada por el sindicato de prensa, camino a Plaza Murillo, se produce la primer escaramuza; parapetado desde un edificio un militar tira con un fusil FAL. Hay tres heridos de bala, y la columna retrocede lanzando cohetes y algunos cartuchos de dinamita.

La ciudad está militarizada. Hay tanques y tropas del ejército en cada posible camino a la plaza. Mas tarde, cuando el número de heridos de bala supere los 10, todo el mundo se dará cuenta que también hay varios francotiradores en los edificios.

La columna, impedida de pasar, retrocede hacia El Prado, una avenida con bulevar que se convierte en el escenario de la movilización. Pasamos por algunos edificios quemados, y en las esquinas donde se ve al ejército, grupos de jóvenes usan una camioneta quemada para levantar una barricada, y prenden fuego para evitar que nos afecten los posibles gases lacrimógenos.

De vuelta en Plaza San Francisco, la movilización oficial se disuelve. Algunos miles de personas, sin embargo, se quedan allí, y un nutrido grupo de jóvenes intenta avanzar contra el retén del ejército, que en esta calle no tiene tanques.

Llueven los primeros gases y caen los primeros heridos de bala. Un hombre que avanza por el medio de la calle portando una bandera boliviana es herido en una pierna. Los medios mas tarde dirán que “el que pedía paz fue herido de bala”. Llegan las primeras ambulancias, y una de ellas es baleada por francotiradores; un médico y una enfermera mueren intentando ayudar a recoger a algunos de los heridos.

Los grupos de personas se dispersan por todo el centro. Hay nuevos saqueos; bancos y edificios oficiales son los principales blancos, pero todo el mundo trata de impedir que la gente rompa algo; todo lo inflamable, como ayer, tiene que ser devorado por el fuego.

Hay pequeñas escaramuzas en varias cuadras a la redonda, y se siente en el aire la tensión y el miedo por los francotiradores.

La ciudad está mas desierta que antes. Fue una intensa jornada de lucha. Ni siqueria los locales de internet están abiertos, asi que este informe y estas fotos quizás sean las únicas del día de hoy.