archivos de los protestos globales
archives of global protests

Agua y sobrevivencia nacional
La Prensa Julio 16, 2003
http://166.114.28.115/20030716/opinion/opinion01.htm

Boutrous Boutrous-Ghali, ex Secretario General de las Naciones Unidas y por décadas cabeza visible del servicio diplomático egipcio, ha prevenido abiertamente que la próxima guerra en el Medio Oriente será por el agua, a manera de destacar la importancia de este recurso natural en las relaciones internacionales, al punto de situarlo como el más importante de todos los demás conocidos.

No se necesita mencionar lo que el Río Nilo significa para Egipto y otros seis países tributarios del sistema, desde sus nacientes en el Lago Victoria, en el centro del continente africano, hasta echar sus aguas en el Mar Mediterráneo. Cosa parecida son el Jordán, el Tigris y el Eufrates, y otros que han modelado la historia de muchos países en el Medio Oriente. Tampoco se desconoce la importancia que siempre ha tenido la cuenca del Danubio, que atraviesa el corazón de Europa antes de terminar en el Mar Negro, así como la del Río Mekong en el sudeste asiático, sólo para mencionar algunos casos.

A medida que avance el presente siglo, la humanidad se verá enfrentada con dos problemas, entre otros, que al estar interrelacionados, serán de creciente importancia: una explosión demográfica sin precedentes en la historia, al punto de doblar la actual población dentro de no muchos años, y una decreciente disponibilidad del recurso agua para satisfacer las necesidades en la producción de alimento y para el consumo humano en los centros urbanos.

Para Bolivia, este tema tiene una importancia capital por ser, esencialmente, un país generador de cuencas hidrográficas que, al originarse en sus altas montañas, pasan a formar parte, luego, de los dos más importantes sistemas hidrográficos del Continente: el Amazonas y el Plata. Dicho de otro modo, cerca de un 99 por ciento de nuestros recursos hidráulicos nacen y discurren por territorio boliviano antes de integrar los sistemas antes nombrados. Las excepciones son mínimas: el Lauca, el Uchusuma y el Mauri, principalmente. Todo ello debería hacernos caer en cuenta sobre el valor que el recurso agua tiene sobre todos los otros, incluidos los minerales y el gas natural, para la vida y proyección histórica de nuestro país.

Sin embargo, y aunque parezca absurdo, en el caso de Bolivia, ningún gobierno ha colocado este asunto en lugar de privilegio en la agenda del desarrollo nacional. Todo lo hecho hasta ahora no ha tenido otra motivación que reaccionar ante iniciativas de los países que comparten el recurso agua con el nuestro, cuando aquellos ajustan sus planes y estrategias de acuerdo con doctrinas que reflejan su interés nacional por encima de cualesquiera otras consideraciones.

Bolivia no dispone hasta ahora de una doctrina sólida que le sirva de guía y orientación en el manejo de los problemas relacionados con la preservación del recurso agua en las relaciones con nuestros vecinos. Es más, mucho de los actuado hasta ahora ha ido de contramano con el interés nacional al no aplicar la lógica que corresponde a su posición de país generador, más que receptor, de los recursos hídricos que discurren por su territorio. Para citar sólo un ejemplo, en el caso del Lauca, la posición doctrinal de Bolivia ha estado más cerca de la que defienden los países ribereños del curso inferior que la del curso superior (cual corresponde a nuestra situación) debido, principalmente, a razones de política coyuntural y no de interés permanente, imponiéndose lo circunstancial a lo esencial y lo emocional a lo racional. Esfuerzos aislados no han sido suficientes para llamar la atención de la Cancillería para que se estructure un cuerpo de doctrina que refleje la conveniencia de la nación y no el humor o deseo de protagonismo de los actores políticos que, accidentalmente, han pasado por ella. La desorientación y confusión existentes se han puesto de manifiesto últimamente al darse un cuarto de conversión en el tratamiento de una agenda, al parecer, ya propuesta con Chile en este terreno. No ha de pasar mucho tiempo antes de que el problema de la contaminación del Río Pilcomayo con productos tóxicos provenientes de establecimientos mineros en el departamento de Potosí, figure en la agenda conflictiva con los ribereños del curso inferior. En fin, los casos se multiplicarán y, como siempre, estaremos condenados a llevar la peor parte debido, principalmente, al factor imprevisión y a la prevalencia de lo político partidista sobre lo profesional.

Lo dicho hasta aquí no tiene otra intención que llamar la atención de nuestro gobierno para que se asigne a este tema la importancia que merece, lejos de toda implicación de política mezquina, que lo único que ha hecho hasta ahora es perjudicar a la nación y su futuro.

El autor es ex- embajador de carrera.


bolivia | www.agp.org (archives) | www.all4all.org