(La Paz - La Razón)

Este hogar perdió a uno de sus miembros, otro está en el hospital y un tercero apenas fue liberado. La esposa de la víctima clama justicia y pide identificar a los autores del crimen.

De un día para otro la vida tuvo dos caras diametralmente opuestas para la familia de los Zelaya Márquez, de cuna humilde, campesina y trabajadora de la población de Santa Rosa del Sara, en Santa Cruz.

Para Isidro Zelaya fue quizás ayer la jornada más negra, injusta y hasta desgraciada. Aún no logra entender cómo en un par de horas, ayer martes, se le fue la vida de su hijo Luis (32) en el conflicto de Santa Rosa. Otro de sus hijos, Pablo (42), estuvo a punto de correr la misma suerte, aunque todavía no logra salir de un cuadro difícil en el Hospital Reyes Gumucio de la ciudad de Montero. Para colmo, el tercero de sus vástagos, Isidoro (45), fue duramente reprendido y encarcelado.

"No puedo entender tanta desgracia e injusticia con todo lo que estoy viviendo en este momento, parece un sueño del que quisiera despertar rápido y no es así. Todo es tristeza y pido justicia", fueron las primeras palabras de Isidro Zelaya, natural de Santa Rosa del Sara, quien con voz entrecortada y lágrimas expuestas en la infinita tristeza expresaba su apesadumbrada realidad cuando, de a poco, toda su familia, incluida la esposa del fallecido, se juntaron a las 14.00 en los predios del Hospital Gumucio Reyes para ver a su hijo fallecido por causa del impacto de varios disparos de bala en la región del tórax.

Luis Zelaya Márquez, muerto en los enfrentamientos que se produjeron en las primeras horas de ayer, cuando un grupo de efectivos policiales intentaba dispersar el bloqueo de la vía, trabajaba como chofer dedicado al transporte de madera de la zona a distintos aserraderos. Su esposa, Maritza Fernández Negrete, ha quedado a cargo de cuatro niños que ahora quedan en la orfandad.

"Pido justicia y esclarecimiento de la muerte de mi esposo; él salió de Santa Cruz el lunes para cumplir con su trabajo diario y por ello no cesaré nunca en mi reclamo de justicia", manifestó totalmente deteriorada por el impacto de los acontecimientos que cobraron la vida de su cónyuge.

Cargado de impotencia, uno de los hermanos que más fustigó y denunció públicamente ante los medios fue Erwin Zelaya Márquez. "Malditos, ¿por qué mataron a mi hermano?, ¿por qué todo esto con mi familia?. Dios mío, ¿por qué nos haces esto?", reclamó una y otra vez el menor de los hermanos, quien no se cansaba de acusar a los autores. "Fueron los policías y militares quienes dispararon a mi hermano sin piedad alguna".

Erwin Zelaya responsabilizó de la muerte de su hermano al prefecto del departamento, Mario Justiniano. "En la vagoneta azul con vidrios oscuros de la Prefectura había francotiradores que de un momento a otro soltaron ráfagas de ametralladora, que dejó heridas a unas cinco personas. Y una de ellas tumbó a mi hermano", relató en medio de su rabia e impotencia contenida por el dolor y el desconsuelo.

Al mismo tiempo, emplazó a las autoridades a hacerse responsables del hecho y dijo: "No tenemos miedo los del pueblo, ya que con esta muerte nuestra lucha seguirá hasta las últimas consecuencias. Ellos nunca nos han solucionado nada. Y nosotros pedíamos que atiendan nuestras demandas, pero cómo nos han respondido. Soy un hombre de lucha y de batalla, no me voy a quedar solo. Si matan a mi hermano, que me maten a mí también", desafió.

Tras ser liberado, Isidoro Zelaya Márquez se mostró confundido. "Somos de una familia humilde; lo único que hemos hecho fue participar de las movilizaciones que convocaron las autoridades del pueblo; jamás hemos esperado esta desgracia", manifestó entre llanto y lamentos. Los restos de Luis Zelaya Márquez fueron trasladados al Hospital San Juan de Dios de la capital cruceña, ciudad en la que su cuerpo sería velado. Los familiares y el pueblo reclaman que los restos de la víctima de la negra jornada sean enterrados en el pueblo que lo vio nacer.