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Contaminación de El Alto llega al lago
La Prensa - La Paz - Bolivia Edición de Julio 27, 2003
http://166.114.28.115/20030727/ciudad/ciudad02.htm

Las aguas del Río Seco llevan residuos tóxicos que son vertidos en la comunidad Cohana y perjudican a la población y al ganado.

Rio SecoLas aguas contaminadas del Río Seco desembocan en la cuenca del Cohana, provincia Los Andes, después de un recorrido de 84 kilómetros desde El Alto. Hasta esta población, a orillas del Titicaca, llegan metales peligrosos y desechos domiciliarios. En Cohana, la totora ha adquirido un color negruzco y las aguas son espesas y verdosas. En las pampas de la zona están dispersos miles de envases de plástico de todo tipo de productos que fueron transportados por las aguas. Las vacas tienen el hígado verde e hinchado, y dos jóvenes murieron hace dos semanas con síntomas de parasitosis.

El Río Seco contamina el lago y causa muertes

Rio SecoJuan René Castellón

En la cuenca del Cohana, a orillas del lago Titicaca, miles de cabezas de ganado se alimentan de aguas contaminadas con bacterias y metales peligrosos, y de los desperdicios que desecha la creciente ciudad de El Alto.

A simple vista, las toros y las vacas están saludables pero tienen el "hígado cocido, verde e hinchado". Nadie en la comunidad sabe si la leche y el queso están contaminados, pero se apresuran a decir que "no tienen ningún problema" para que ello no afecte sus ventas.

Los plásticos: las pampas de Cohana, por el río Wilajahuira, están sembradas de miles de envases

Los comunarios no parecen alarmados, sino resignados. Pero sí está preocupado el único entendido en medicina de la población de 3.000 campesinos: el auxiliar de enfermería Álvaro Gutiérrez, quien atiende una posta sanitaria con pocos recursos. El enfermero contó que hace dos semanas fallecieron en la población los hermanos David (14) y Tito (13) Sillero, con todos los síntomas de parasitosis.

Gutiérrez relaciona esas muertes con contaminación del lago, porque la zona no tiene agua potable y cuenta con escasa agua de pozo.

Metales peligrosos

Las aguas cristalinas del Río Seco, que nacen en las vertientes de Alto Villa Ingenio, llegan a la cuenca del Cohana, provincia Los Andes, espumosas, espesas y verdosas, pues arrastran los desperdicios industriales y domésticos de El Alto.

Contienen plomo, zinc, amoniaco, cobre, manganeso, cromo 6 (que es cancerígeno), fosfatos, manganeso y sólidos suspendidos provenientes de industrias gaseosas (como la Coca-Cola), de bebidas alcohólicas, de comidas (como PIL Andina y otras de embutidos y de chocolates), de curtiembres, pinturas, textiles y de imprentas, según un estudio del Viceministerio de Industrias.

En su recorrido de 84 kilómetros, esas aguas pasan por cuatro municipios. Desde El Alto, el Río Seco avanza hacia el sur hasta llegar a Viacha. A un costado de la fábrica de cemento se une con el río Pallina, que también arrastra los desperdicios de la población industrial.

En ese punto, el curso del afluente (que desde allí se conoce como Pallina) da una curva y recorre hacia el norte, con rumbo a Laja. A la altura de Tambillo se une con el río Katari y avanza hasta las pampas de Pucarani. Ingresa a la cuenca del Cohana por Aygachi, con el nombre de Wilajahuira.

Animales enfermos

Los pobladores de Cohana se quejan de la contaminación, pero no tienen otra alternativa que convivir con ella. Cada familia tiene entre cinco y 20 cabezas de ganado, atadas a la orilla del lago, para aprovechar la totora que allí crece.

Las reses están hacinadas en franjas de nueve metros de ancho por 30 a 100 metros de largo, comiendo la totora negra y hedionda que arrancan los comunarios de las orillas contaminadas. En otros sitios el vegetal andino es verde, o amarillo si está seco, pero aquí es oscuro como si estuviera podrido.

Al faenar a estos animales se ven las consecuencias. "Cuando los carneamos vemos que sus hígados están como cocidos, han cambiado de color y se ven verdes y están muy hinchados. No hay ni un animal que no tenga este problema", relató Rosendo Mendoza Huanca, secretario general de Quelcoa, una de las comunidades del lugar.

Mendoza reveló, además, que un estudio del Ministerio de Salud detectó que todos los animales de la zona padecen de la fasciola hepática. Varias reses atadas a las orillas del lago muestran los síntomas: pelos erizados y cuerpo delgado.

Pero los comunarios no quieren alarmar a sus clientes de queso, que es el principal producto de la zona. "Los animales están con problemas en el hígado, pero la leche y el queso están bien", se apresura a aclarar el subalcalde del cantón Cohana, Esteban Mamani. Los campesinos venden sus quesos en las ferias, desde donde las mayoristas los llevan a la ciudad de La Paz.

"No sabemos cuál es el grado de contaminación de los animales. Lo que nosotros pedimos a las autoridades es que hagan un análisis para que nos ayuden", exclama la autoridad.

Los peces han desaparecido de la cuenca contaminada.

Las primeras víctimas

Los animales aún resisten la contaminación del lago, pero las personas han empezado a enfermar. Hace dos semanas, primero David y luego Tito Sillero, llegaron a la posta sanitaria del pueblo, donde atiende sólo un auxiliar de enfermería. De acuerdo con el enfermero Álvaro Gutiérrez, los hermanos presentaban todos los signos de una grave parasitosis: ictericia (piel amarilla pigmentada por exceso de bilis) y fiebre elevada.

"Se requería un análisis clínico para detectar el tipo de parásito que les había atacado. Tengo sólo mebendazol y con eso poco pude hacer. Entonces, los he derivado a La Paz para que les hagan el examen y los mediquen adecuadamente", relató el funcionario.

La madre llevó a los muchachos a La Paz, pero sólo para que los atiendan los curanderos, porque es viuda y no tiene plata, justificaron sus vecinos. Como consecuencia de la desatención, los jóvenes fallecieron. "Muchos niños se enferman con parasitosis, y el mebendazol los cura, pero los grandes necesitan otros medicamentos", justificó el sanitario.

"La única solución para detener el efecto de la contaminación es que instalen agua potable en el pueblo", señaló.

Sus 3.000 habitantes carecen de ese servicio y usan agua de pozo, que -según el Subalcalde- también debe estar contaminada, aunque nadie sabe en qué grado.

Un sembradío de plástico

Las llanuras de alfalfa y de totora se están convirtiendo en "sembradíos" de botellas de plástico. A 200 metros de Cohana, cruzando por el lago, están las pampas del mismo nombre, donde los comunarios trasladan a la mitad de sus cabezas de ganado para aprovechar el pasto que allí crece.

Internándose unos seis kilómetros en esas pampas está la comunidad Wilajahuira, donde el río Katari divide su curso y se desborda durante la época de lluvias. En ese tiempo la llanura se inunda formando una laguna. Cuando llega la época seca, las aguas recuperan su curso, pero dejan las huellas de la contaminación.

En una extensión de unas 400 hectáreas se ven miles de envases plásticos de todo tipo de productos: refrescos, aceite, insecticidas y medicamentos. También se ven pedazos de plastoformo, chinelas, maderas y bolsas nailon dispersas en toda el área.

Las botellas están plantadas cabeza abajo en la tierra; por eso, al atardecer, el reflejo del sol contra los desechos produce el efecto de un brillante sembradío de envases plásticos.

"Hasta hace unos ocho años, por aquí sembrábamos alfalfa para las vacas, pero ahora la tierra está salada y ya no produce", se quejó el secretario de relaciones de Wilajahuira, Martín Alanoca.

Por esa zona, las pampas de Kenakawa han perdido toda vegetación y se han convertido en un páramo. El secretario de Cohana Grande, Efraín Fernández, pidió a las autoridades un tractor para rencauzar el río y canalizar su curso para evitar más desbordes y la contaminación del llano.

Al llegar a Cohana, la totora que crece en las orillas sirve como sumidero para detener los plásticos que arrastran las aguas que llegan desde El Alto. Allí, la tierra está negra y hedionda.


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