El pueblo está enojado: por la plaza de San Francisco desfilaron decenas de miles de personasLas marchas de protesta fueron kilométricas. Sectores sociales tan disímiles como estudiantes universitarios y organizaciones de personas que se ganan la vida ofreciendo llamadas de celular acudieron a la convocatoria para protestar por la intensión gubernamental de exportar gas a Estados Unidos. Pese a algunos incidentes aislados, la protesta fue pacífica, aunque el despliegue de efectivos del orden incluyó la participación del Ejército, todas las unidades de la Policía, perros antimotines y hasta sobrevuelos de un helicóptero Lama de la Fuerza Aérea Boliviana.
El pueblo está enojado: por la plaza de San Francisco desfilaron decenas de miles de personas
Divididos en innumerables columnas y en representación de varios sectores sindicales, miles de personas bajaron ayer desde El Alto a La Paz en protesta por el proyecto de exportación de gas por Chile. Una vez más, el punto de encuentro fue la plaza San Francisco, donde los marchistas llegaron después de caminar entre dos y tres horas.
Los primeros en ingresar a San Francisco, cerca de las 10.30, fueron los representantes de la Central Obrera Boliviana (COB). La columna, divida en cuatro filas, antes de detenerse en la plaza tomó El Prado paceño, donde todas las oficinas y casas comerciales cerraron al paso de la mancha humana. Edificios como el de Correos, el Ministerio de Desarrollo Sostenible y la Cámara Nacional de Comercio estaban custodiados por efectivos de la Policía.
"Los mirones son chilenos", improvisaban algunos marchistas en referencia a la gente que los observaba desde las aceras. Sorprendentemente, y a diferencia de lo que sucede con movimientos similares, más de uno de los observadores aplaudió la marcha. "Otra vez, la ciudad a las patadas, pero esta marcha sí hay que apoyarla, el gas jamás debe salir por Chile", comentó alguno.
Para tener una idea, mientras que la cabeza de la marcha pasaba, de vuelta, por el Obelisco, la cola estaba a la altura del cine Monje Campero, pero por la vía del frente.
Una de las pocas columnas de manifestantes que no bajaron de El Alto, pero que finalmente se acoplaron al movimiento, fue la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés, quienes demandaban "la estatización de los medios de producción a través de la dictadura del proletariado".
Casi una hora tardó el grupo de la COB en rodear El Prado. Retornó a San Francisco a las 11.30, justo en el momento en el que llegaron los choferes del Sindicato 18 de Diciembre.
Vargas, el más aplaudido
Llegó el momento de los discursos. Uno y otro hablaron en la terraza de la sede de la Federación de Fabriles de La Paz. A esa altura corrió el rumor de que la Federación de Choferes de La Paz había desconocido a su máximo dirigente, Franklin Durán, quien había firmado un acuerdo de entendimiento con el gobierno al amanecer. "Le han sacado la mugre", comentaron los choferes del Sindicato 18 de Diciembre. El rumor fue confirmado más tarde por los dirigentes de la COB.
Uno de los primeros en dirigir la palabra fue Jaime Solares, secretario ejecutivo de la COB, quien, apenas comenzó su alocución, convocó a una huelga general indefinida y paro total del país, cuya fecha debe ser definida en el próximo Congreso de Unidad cobista en Huanuni.
El sindicalista advirtió que si el Ejecutivo no cambia su política caerá "en cualquier momento".
Calculó que la movilización aglutinó en el centro de la ciudad de La Paz a 500 mil personas que desde El Alto, la zona Sur, áreas rurales y desde las laderas paralizaron las actividades normales y comerciales. "Es un éxito rotundo la convocatoria de la COB, porque esta no es convocatoria de ningún partido", acotó para diferenciarse de la movilización llamada por el opositor MAS.
Solares adelantó que la Central Obrera, en el ampliado del 1 de octubre en Huanuni y Achacachi, decretará el paro indefinido con bloqueo de caminos en todo el país, además de otras acciones de protesta "porque el pueblo está cansado de tanta mentira organizada".
Fue el turno del ex mayor de la Policía David Vargas, quien marchó desde el altiplano acompañando a una columna de campesinos. "Hermanos míos", comenzó Vargas, quien pidió en tres idiomas -quechua, aymara e inglés- que el Presidente de la República "se vaya a su casa".
Cuando el ex policía aún hablaba llegaron los comerciantes minoristas de El Alto, que, ni duda cabe, fue el grupo más numeroso. Luego de Vargas, otras seis personas tomaron la palabra y el grupo de los comerciantes no acaba de llegar.
Dos de estos seis participantes fueron Román Loayza y uno de los dirigentes de los gremiales, quienes no pudieron terminar sus respectivos discursos por los silbidos de la gente. La importante cantidad de gremiales presentes obligó al Secretario Ejecutivo de la COB a firmar, en el acto, un acuerdo de unidad con el representante de los comerciantes alteños, lo que también fue abucheado.
El inconfundible atronar del helicóptero Lama de la Fuerza Aérea despertó la suceptibilidad de los manifestantes. A muchos les recordó las luctuosas jornadas del 12 y 13 de febrero, cuando se denunció que la aeronave fue utilizada para emplazar a los francotiradores en las terrazas de los edificios.
"Este viejo tiene que morir igual que el Banzer, Dios sabe castigar más peor que los hombres" proclamaba una anciana con un puño levantado hacia el helicóptero. Algunos llevaron un paso más allá su bronca y apuntaron sus inofensivos petardos contra la aeronave que revoloteaba sobre la plaza de San Francisco, la gente interpretó la presencia del aparato como una provocación gubernamental.
Las marchas resultaron más multitudinarias que la propia concentración. Muchas organizaciones abandonaban el lugar luego de completar el circuito de la protesta.
Fuertes detonaciones anunciaron la llegada de los estudiantes de la Universidad Pública de El Alto, quienes no sólo enfocaron su descontento en contra del gobierno, sino también en contra de los periodistas. Interrumpieron las transmisiones de dos canales de televisión y obligaron a batirse en retirada a técnicos, camarógrafos y periodistas.
Salvo por pequeños incidentes como este, la movilización fue pacífica. Se notó mesura por parte de los marchistas, pero también temple y paciencia por parte de los policías antimotines que fueron desplegados en toda la ciudad.
El gobierno minimizó la movilización de La Paz y las del resto del país diciendo que apenas un uno por ciento de la población boliviana (80 mil personas) había participado de la protesta, el cual puede reditarse el próximo 17 de octubre.
La Plaza Murillo fortificada
La Paz / ANF
A diferencia de las dolorosas jornadas de "febrero negro", la Policía y el Ejército coordinaron un operativo de seguridad en la plaza Murillo, el centro del poder político del país, para impedir que las marchas de protestas ingresen y afecten el Palacio Quemado. La guardia de honor de los Colorados de Bolivia cambió sus vistosos uniformes por los camuflados de guerra.
Los militares estaban equipados con municiones, armas de guerra y vituallas, en el área de seguridad de Palacio, mientras que la Policía mantuvo una franja restringida en la calle Comercio, la vía que atraviesa el frontis del Palacio de Gobierno.
El ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín, afirmó que el acuartelamiento de pequeñas y grandes unidades de las Fuerzas Armadas permanecerá vigente mientras que el clima de tensión permanezca y el MAS incite a la violencia y bloqueos de caminos mediante convocatorias que pretenden confrontar a los bolivianos en torno a la exportación de gas a Estados Unidos y México.
"No hay ninguna decisión de vender gas y menos de llevar gas por un puerto chileno o una cosa equivalente. Pero tenemos un pequeño inconveniente, de que se han clavado banderas de interés político que pretenden generar convulsión y violencia (...) La ciudadanía en general no tiene por qué estar asustada, se tomaron previsiones que se mantendrán para hacer respetar la tranquilidad, seguridad de la ciudadanía, pues es una instrucción del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada", dijo.
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