Elizabeth Salguero Carrillo
El país esta bloqueado, pero no sólo por los diferentes sectores en conflicto, sino por el gobierno que no da respuesta a las diferentes demandas ciudadanas para salir de la grave crisis económica y social.
Desde que Gonzalo Sánchez de Lozada asumiera la presidencia en agosto pasado, la ciudadanía está disconforme por diferentes factores.
El MNR para lograr la presidencia, cedió una serie de cuotas político-partidarias en el marco de la coalición que realizó con los partidos políticos que hoy lo acompañan en el poder. Sin embargo, la relativa gobernabilidad alcanzada no ha contribuido a la confianza y estabilidad necesaria para gobernar y sólo a redundado en un rodillo parlamentario que no escucha otras razones que las de sus intereses personales y partidarios.
En un primer momento, la coalición del MNR, MIR y UCS al no dar cabida a las demandas de la población, dieron como consecuencia los fatídicos hechos del 12 y 13 de febrero. En un segundo momento, a la coalición se sumó el NFR que en el proceso electoral se presentaba como incompatible con las propuestas del MNR.
De esa manera, una vez más la ciudadanía confirmó que no existen propuestas programáticas diferentes, sino intereses por cargos y defensa de sus propios intereses.
Por otro lado, el gobierno tampoco ha demostrado el compromiso por institucionalizar instancias tan importantes como el poder judicial y el Defensor del Pueblo. Hasta ahora no se han designado los cargos acéfalos porque siguen disputando por los mismos.
Las reformas constitucionales que costaron tanto esfuerzo y dinero también se quedaron en la nada. No existe la voluntad política para realizar cambios que el país necesita, entre ellos, que las candidaturas a la presidencia y vicepresidencia puedan efectuarse a través de asociaciones de la sociedad civil y no solamente por medio de los partidos políticos.
El tema del gas, los impuestos, el servicio militar voluntario, la ley de la seguridad ciudadana, las empresas capitalizadas, el tema de la regionalización de país, entre otros, no han sido tratados en profundidad ni informados ni consultados con la población.
La fragmentación social y sectorial es otro problema que merece un análisis profundo. Estamos presenciando peleas internas entre los gremios, sindicatos, entre cocaleros, colonizadores, indígenas, etc., que muestran que es necesario repensar el país y, si vale el término, refundarlo.
El abuso y autoritarismo gubernamental ha recurrido a las fuerzas militares que están abusando de la fuerza y la violencia que está acarreando más violencia. La denigración que han sufrido muchos campesinos que han sido obligados a desbloquear los caminos desnudos y la inconstitucionalidad de los allanamientos a sus casas, sin la debida orden judicial, nos da la pauta de que estamos viviendo un estado de sitio no declarado oficialmente.
La Iglesia Católica, como mediadora, tampoco responde a los deseos de la población en general. No debemos olvidar que la Iglesia tiene connotaciones negativas por el rol que jugó en la colonia y por los escándalos actuales de pedofilia, violaciones y abusos contra mujeres, niños y niñas.
Por otro lado, los bloqueos actualmente tienen varias consecuencias. Están perjudicando a los más pobres. Es una especie de guerra de pobres contra pobres. Los bloqueos castigan a la gente que no tiene recursos para viajar por avión. La escasez de alimentos, la especulación y el alza de precios tampoco afectan a las capas privilegiadas de la población, ni a los gobernantes que siguen dando la espalda a más de dos terceras partes de personas que viven en la extrema pobreza.
Actualizado el 25-09-2003 a horas 18:02
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