En sus vagones lleva una carga de 600 toneladas de minerales que deben ser entregadas en el vecino país en una semana.
En tanto, la carretera 107, que conduce a Charaña, está totalmente intransitable por los innumerables bloqueos en el camino.
Impasable: fuerte bloqueo en la población de Comanche
En algún lugar de la vía ferroviaria entre las poblaciones paceñas de Pando y Calacoto, camino a Charaña, un tren de diez vagones no avanza desde hace una semana ni a una ni a otra población, aunque se acerca a alguna de ellas cada tres horas.
En ese lapso debe encenderse la máquina de la locomotora para calentarla y evitar que se "ahogue". Su conductor lo ha hecho por una semana y quién sabe si tendrá que mantener esta rutina por una o hasta dos semanas más.
Es uno de los tantos trenes que salen periódicamente de Viacha a Chile llevando diferentes tipos de carga, generalmente minerales.
A éste lo detuvieron el infortunio y el bloqueo campesino de caminos, que, al igual que en el resto del altiplano, tiene una fuerte presencia en la Ruta 107 hacia Charaña, frontera con Chile.
Lo grave es que el tren, que pertenece a la Empresa Ferroviaria Andina (EFA), lleva una carga de 660 toneladas de mineral que debe ser entregada en el vecino país en no más de una semana.
Atrapado
Por referencias de Braulio Villegas, antiguo residente de la población de Pando, a aproximadamente 100 kilómetros de La Paz, el tren está cerca de Puente Concordia, a escasos 500 metros de la población de Pando, adonde llegó, procedente de Viacha, a las seis de la tarde del viernes 19.
Desde entonces está varado a causa de los bloqueos y posiblemente porque una parte de la vía férrea está "desatada".
Fue Villegas quien relató que el tren debe mantenerse funcionando continuamente, y más si es de noche.
Según Omar Villarreal, jefe de Sección Eléctrica de la empresa ferroviaria, la situación del tren es incierta, ya que no se pudo tener contacto con el maquinista ni con su ayudante, las únicas dos personas que están dentro de la máquina, por los firmes bloqueos en la carretera 107.
Fortalezas de tierra
A diferencia de los caminos hacia las poblaciones del lago u Oruro, donde además del "alfonbrado de piedras" existe la presencia constante de los bloqueadores, en la ruta a Charaña no hay ni piedras regadas por el piso ni grandes masas de gente.
Esto, sin embargo, no impide que el bloqueo sea efectivo, ya que en varios sectores del camino se han levantado promontorios de tierra y piedra de hasta un metro de alto.
"Si quieren seguir, puede que lleguen hasta Comanche, pero van a tener que trabajar mucho", advierte Villegas, a quien este medio encontró montado en su bicicleta en la población de Botijlaca, a 15 minutos en automóvil hacia Comanche.
Cuando el comunario dice "van a tener que trabajar mucho" se refiere a desbloquear las vías con las manos, retirando piedras de considerable dimensión, tanto así que es difícil creer que pudieron ser colocadas sin ayuda de maquinaria.
Villegas tenía razón. Los 15 minutos en los que generalmente se va de Botijlaca a Comanche se transformaron en una hora.
Comanche, impasable
El comunario de la bicicleta tampoco se equivocó al decir que sólo es posible llegar hasta Comanche, la tierra conocida por el yacimiento de la piedra del mismo nombre que adorna tantas casas y residenciales de La Paz y Santiago de Chile.
El comité de recepción son cinco promontorios de tierra de igual o más tamaño que los que uno se encuentra en el camino.
Definitivamente, Comanche es impasable.
Enseguida los comunarios comunican la llegada de los visitantes y se agrupan alrededor del auto empolvado.
"Hay que sonarlos", es la primera advertencia del grupo, que viene agresivo, aunque con un tono de sorna.
"Estamos en contra de las tres leyes malditas", dice uno de ellos, aunque no sabe explicar bien ninguna.
"Sí -añade, y habla casi de memoria-, el gas no saldrá por Chile aunque nos cueste la vida".
Doscientos metros más allá de la estación de trenes del pueblo, los bloqueos se multiplican y, según la gente, "son peores" en el camino a las localidades próximas: Ballivián, Corocoro, Pando, Calacoto y Charaña, aunque en estas tres últimas apenas hay piedras regadas y uno que otro grupo pequeño de campesinos que intercepta los motorizados.
Mientras tanto, el motor de la locomotora sigue de día y de noche su martillar hacia ninguna parte.
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