Muchos de los pasajeros que retornaron ayer de Luquisani, después de 14 días de estar retenidos, derramaron lágrimas al encontrarse con sus seres queridos y saberse sanos y salvos.
El Defensor del Pueblo, la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, la Iglesia Católica y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia se encargaron de conducir los operativos de rescate. El gobierno, a través de la Armada, colaboró con el alojamiento y el transporte lacustre de los pasajeros, que recorrieron en total (de ida y vuelta) casi 600 kilómetros de territorio convulsionado.
Caravana en el altiplano: los organizadores prefirieron no ser acompañados por los militares
Llegaron a La Paz después de más de 80 horas de viaje y luego de haber atravesado siete provincias convulsionadas
A las 17.57 de ayer concluía para 124 pasajeros una pesadilla de 14 días y un viaje de casi 600 kilómetros, por tortuosos caminos y atravesando casi la totalidad de la porción boliviana del lago Titicaca. A esa hora llegaba la caravana que transportaba a los viajeros, involuntariamente retenidos por los bloqueos en la población de Luquisani, en la provincia Muñecas de La Paz.
El periplo de la comisión que viajó a rescatar a los retenidos duró más de 80 horas y cruzó siete provincias paceñas, varias de ellas conflictuadas por los bloqueos de caminos. La caravana de retornó partió de la población de Chuma (provincia Muñecas) a las 23.00 del viernes y llegó a la sede de gobierno cuando faltaban unos minutos para las seis de la tarde del domingo.
El primer problema que tuvo que enfrentar la comisión conformada por las delegaciones del Defensor del Pueblo, la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia, la Iglesia Católica y la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia fue la falta de transporte para evacuar a más de cien personas.
El único vehículo disponible en toda la región era un bus perteneciente a Adolfo Vera, quien se negó a poner su carro a disposición de la misión de rescate argumentando que el riesgo en recorrer la ruta en plena movilización campesina resultaba demasiado alto. Cuando al fin se pudo convencer al transportista de brindar el servicio y se consiguió el combustible necesario para hacerlo eran las 23.00 del viernes.
En la mañana del sábado, la columna tropezó con un grupo de campesinos radicalizados en lazona conocida como Chojña Pata (altura verde). Los bloqueadores no entendieron de razones y tampoco les importó que la caravana tuviera una suerte de salvoconducto firmado de puño y letra por Felipe Quispe, el "Mallku".
Los encargados de la comisión decidieron que era innecesario arriesgar al pasaje con insistencias, por lo que decidieron desviar el rumbo del viaje hacia el sur, hasta Mina Matilde y de ahí hasta la población lacustre de Chaguaya, donde fueron recibidos y alojados por el cuartel de Infantería Naval Alianza.
El Defensor del Pueblo y las demás instituciones que organizaron el rescate prefirieron guardar en reserva el sitio en que los viajeros pasaron la tarde y la noche del sábado para preservar la seguridad de la misión.
A las cuatro de la mañana, los viajeros fueron embarcados en los catamaranes de la Fuerza Naval para ser trasladados hasta la capitanía de Tiquina, pero una vez que la situación de los bloqueos de caminos en las provincias Manco Kapac, Omasuyos y Los Andes fue evaluada, se determinó que el viaje lacustre continúe hasta el puerto de Guaqui.
Los catamaranes de la Fuerza Naval llegaron a Guaqui cerca de las 14.00 horas y los viajeros embarcaron en cuatro buses que esperaban en el lugar. La salida se demoró más de una hora por la intensión de un contingente militar de acompañar la caravana. Los organizadores del rescate pidieron que los militares se retiren, recordaron que un rescate con directa participación de las fuerzas del orden terminó mal.
Luego de órdenes, consultas y contraórdenes telefónicas, se decidió que los militares no subirían a los buses y que tampoco acompañarían la caravana muy de cerca.
Los últimos kilómetros del recorrido cruzan por Tiwanacu y Laja sin novedad, la caravana procura no mantenerse muy cerca del convoy militar que "escolta" la misión. De hecho, los tres camiones militares y las vagonetas de los oficiales llegan y se estacionan en la plaza de Armas, una media hora antes de que lleguen los rescatados.
En la plaza esperaban decenas de parientes de los viajeros, la Defensora del Pueblo en suplencia legal, monseñor Jesús Juárez, periodistas y camarógrafos, entre ellos un camión de Televisión Nacional para transmitir la llegada en directo, también estuvo presente el vocero de la Presidencia, Mauricio Antezana.
El gobierno prefiere no comparar operativos
El gobierno no quiso ahondar ayer en las diferencias que marcaron los operativos de rescate de ciudadanos bloqueados en Sorata, apoyados por el Ejército y la Policía, y el operativo de Luquisani, propiciado por las organizaciones de derechos humanos y la Iglesia Católica.
En cuatro ocasiones, los periodistas le preguntaron al vocero de la Presidencia, Mauricio Antezana, cuáles eran las diferencias entre los operativos y si el Ejecutivo no cometió errores en Sorata y Warisata, donde hubo cuatro campesinos y un soldado muertos.
Hipótesis
"No debemos hablar de situaciones hipotéticas, el punto neurálgico del problema es que hay bloqueos que interrumpen el derecho al libre tránsito", dijo Antezana.
El Vocero se empeñó en destacar la ayuda del presidente de la República, Gonzalo Sánchez de Lozada, del Ejército y la Fuerza Naval para procurar el traslado de las personas, en cooperación con organizaciones de derechos humanos.
"El gobierno lo hizo posible, han estado bajo protección de las Fuerzas Armadas", sostuvo.
Antezana recordó que el Ejecutivo solicitó la intervención del Defensor del Pueblo y la Asamblea de Derechos Humanos en Luquisani.
Cuando se le preguntó al Vocero qué procedimiento utilizará en el futuro el gobierno para atender este tipo de casos, respondió: "Por supuesto que siempre el diálogo". Pero dejó en claro que el gobierno también debe preservar derechos de otros ciudadanos.
Antezana dijo que el gobierno lamenta y le duele mucho cada una de las muertes que se produjo en la localidad de Warisata, cuando otro "operativo humanitario" terminó con cinco muertes.
Llegó solo y caminando
"Llegué prácticamente a pie porque iba en busca de ayuda", dijo Juan Carlos de 36 años, quien llegó ayer al mediodía caminando desde Chojña Pata.
"Nos adelantamos porque la movilidad estaba mal y como que, se arruinó en Chojña Pata. No podía dejar al chofer sin ayuda y me adelante para buscar ayuda", recuerda, el viajero que caminó varias horas hasta encontrar el pavimento.
En su trayecto tropezó con algunos bloqueos de campesinos que le pedían dinero, otros no querían venderle ni cigarrillos, ni refresco, ni nada; y en otros lugares, más solidarios, los comunarios le invitaron pan y coca.
El viajero fue a Luquisani por una promesa que hizo al Señor de Exaltación y, a pesar de la odisea, retornará a la fiesta "con más fe" el próximo año.
Feliz por la Misión cumplida
"Estoy satisfecho por el deber cumplido y sin necesidad de utilizar la intervención policial", indicó Carlos Quiroz, representante del Defensor del Pueblo en El Alto, quien partió el pasado jueves con la misión de rescatar a más de un centenar de personas que estaban varadas en Luquisani.
"Desviando caminos y charlando con la gente, hemos logrado en forma pacifíca traer a todos sin intervención de las Fuerzas Armadas ni de la Policía Nacional", dijo el funcionario.
Sólo la Fuerza Naval ayudó a los viajeros, transportándolos en sus embarcaciones desde la localidad de Chaguaya hasta Guaqui, sostiene, Quiroz.
Agregó que así se demuestra que cuando hay voluntad y paciencia se puede encontrar predisposición a resolver los problemas sin ejercer la violencia.
TravesÍa para recordar
"Fue una travesía para recordar", sostuvo Antonio Aliaga, quien cargado de su pequinés "Pelusa" lamentó la falta de alimentos y la ansiedad que tenían por retornar a su casa en la ciudad de Santa Cruz.
"Vine desde Santa Cruz a la tierra que me vio nacer y a compartir con mis familiares y amigos", manifestó Aliaga, quien espera partir lo más pronto posible a su hogar.
A lo largo del trayecto se sufrió sed, hambre, frío y temor porque pueda darse una emboscada campesina, recuerda.
"Pelusa" también sufrió los embates del frío, la falta de comida y los trajines de largos viajes.
Aliaga agradeció a la guarnición militar de Chaguaya por facilitarles alojamiento y el apoyo que requerían en los duros momentos.
Los niños, los más sufridos
"Los niños y ancianos eran los más afectados", lamenta Shirley, una joven madre que lloraba de emoción cuando llegó ayer a la sede de gobierno con la caravana de Luquisani.
"No había leche ni pañales", dijo y recordaba el martirio que fue escuchar el llanto de su pequeña de un año y no poder asistirla en medio de la pampa del altiplano.
Los ancianos sufrían de algunos malestares y no se podía ofrecerles ni una aspirina.
Sus penas empezaron ya en el pueblo por la falta de alimentos. "Hemos vaciado las tiendas, porque el pueblo es pequeño y fue mucho sufrimiento", dijo.
En el camino también había mucho miedo -relata- "nos revisaban para que no saquemos ningún producto y también temíamos alguna emboscada".
Fue como un tour de aventura
"Ha sido una experiencia bonita porque todo lo que vivimos fue como un tour de aventura", aseguró Eduardo Jové de 18 años, quien viajó a Luquisani a pasar la fiesta del Señor de Exaltación.
"Había temor, pero confiábamos en los cuatro dirigentes campesinos que nos acompañaban y teníamos una carta de Felipe Quispe para tener paso libre", indica el viajero.
"El retraso en la salida hacia la ciudad de La Paz fue culpa del chofer del bus que no quiso regresar el pasado 16 de septiembre. Nos dijo que los bloqueos no empezarían todavía y no sabíamos realmente", relató.
"Ahora me siento feliz de volver a mi casa, descansar y retomar mis estudios", señaló Eduardo, quien no olvidará lo vivido estos últimos seis días en la región más convulsionada del país.
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