Santa Cruz, noviembre 14, 2003.- La XIII Cumbre Iberoamericana, que se inició hoy en Bolivia, intenta alcanzar lo imposible: humanizar el neoliberalismo, cada vez más odiado y combatido por los pueblos, y reducir simultáneamente la creciente exclusión social que genera pobreza, malestar social y crisis política.
Reunidos en el país donde el modelo neoliberal corre más riesgo de ser sepultado, los presidentes de 21 países latinoamericanos, de España y Portugal buscarán en tiempo récord, en no más de 24 horas de deliberaciones, conciliar las políticas de libre mercado con resultados menos aterradores en lo social y político. Aunque lo más probable, casi una certeza, es que se queden, como lo han hecho en las 12 cumbres anteriores y en más de un centenar de documentos oficiales, en la simple y estéril retórica.
El documento de la XIII Cumbre habla de combatir la exclusión social con las mismas herramientas políticas y económicas del libre mercado y comercio, que son, paradójicamente, las generadoras de exclusión social.
Por ello quedará como amarga retórica el llamamiento de la cumbre presidencial para enfrentar la creciente exclusión social, que se traduce no sólo en más pobreza y miseria, sino también en la injusticia social, la deuda externa, el desempleo, la falta de atención médica, la discriminación social, étnica y de género y la falta de oportunidades para que los pueblos participen y decidan en todas las facetas de la vida política, económica y social en los países iberoamericanos.
POBREZA Y REBELDÍA
Y es que las evidencias apuntan a que mantener en pie el neoliberalismo es acrecentar la exclusión social, tal como muestran los aterradores datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) sobre la realidad de los pueblos del sur.
Hoy, tras dos décadas de neoliberalismo y privatizaciones, casi la mitad de los latinoamericanos (220 millones de personas, el 43,4%) sobrevive en la pobreza con apenas lo necesario para malcomer, mientras una quinta parte de la población (95 millones, el 18,8%) está sumida en la indigencia, sin poder cubrir el costo de sus alimentos. Nunca, como ahora, hubo tantos pobres en una región tan rica y dotada de ingentes recursos naturales, cuya explotación beneficia en creciente proporción a las grandes empresas transnacionales y a los empresarios y políticos ligados al capital financiero internacional.
A principios del 2000, casi 55 millones de latinoamericanos y caribeños padecían algún grado de desnutrición, mientras que el 9% de la población infantil menor de 5 años sufría desnutrición aguda (bajo peso) y un 19,4%, desnutrición crónica (baja talla respecto a la edad).
Al influjo del libre comercio y del fin de la protección social y laboral, se agravaron también la desigualdad y la injusticia social. La quinta parte de la población más acaudalada concentra 23 veces más ingresos que laquinta parte más pobre. Entre los pobres, que cada día son más, el desencanto ante los resultados del modelo se están traduciendo en rebeldía y confrontación social, como ocurrió en la Argentina y hace muy poco en Bolivia. Entre los ricos, que cada día son menos pero que acumulan cada vez más, también hay temor ante la evidencia de que el neoliberalismo engendra no sólo riqueza para sus bolsillos sino también pobreza y rebelión social, una amenaza para sus privilegios.
LA INSURRECCIÓN DE LOS POBRES
La sombra de la insurrección popular boliviana de octubre está muy presente en todos los que participan de la Cumbre. "Hay un culpable de lo ocurrido aquí, que debe ser enjuiciado. Es el mismo culpable de lo que pasó en 1989 en Venezuela, a quien debemos enjuiciar los hombres y mujeres de este continente. Y ese es el neoliberalismo que está acabando con nuestros pueblos", dijo el presidente Hugo Chávez, la voz en solitario que critica al Fondo Monetario Internacional en la cita presidencial, a la que no asiste por decisión propia el cubano Fidel Castro.
El resto de los presidentes no quieren ahondar demasiado en el tema. Todos ellos han respaldado abiertamente y hasta el último momento al ex presidente de Bolivia Gonzalo Sánchez de Lozada, derrocado por la insurrección popular y fugado a los Estados Unidos. Todos los presidentes ahora apoyan a Carlos Mesa, el nuevo jefe de Estado que intenta preservar el modelo neoliberal en el altiplano y la estabilidad política y económica en la región. En la Cumbre ya se teme a los de abajo y nadie quiere que cunda el "mal ejemplo" de los pobres, de los campesinos y de los obreros.
MÁS DESIGUALDAD
Y es que la injusticia e inequidad social es cada vez más patente y crecientemente cuestionada en todos los países latinoamericanos. Informes presentados en la pasada Cumbre Social Alternativa en Ginebra, Suiza, establecieron que "en la década del 90, la desigual distribución de la riqueza creció en todo el mundo: las familias más ricas de Estados Unidos, por ejemplo, vieron aumentar sus fortunas en un 15%, en tanto que los ingresos de los más pobres se estancaron. Algunos países de América Latina como Brasil, Bolivia, Honduras, Chile, Colombia, México, Perú y Ecuador batieron el record mundial de las disparidades sociales. Cada segundo que pasa, los 17 multimillonarios de América Latina -que forman parte de la élite de los 200 mayores potentados del mundo- incrementan sus fortunas en 500 dólares, en tanto que miles de niños mueren por desnutrición, enfermedades curables, falta de vacunas o no pueden asistir a las escuelas".
DISCRIMINACIÓN DE GÉNERO
El neoliberalismo también fue letal para la mujer, otra de las grandes víctimas de la exclusión social. Informes de la CEPAL establecen que actualmente en América Latina hay más mujeres que hombres en situación de pobreza. Las mujeres jefas de hogar cuentan con menos ingresos monetarios que los hombres, tanto en los hogares pobres como en los de mayor ingreso. Los hogares monoparentales, mayoritariamente encabezados por mujeres, sufren desventajas adicionales vinculadas con la ausencia de trabajdoméstico no remunerado.
Las latinoamericanas han alcanzado niveles de escolaridad superiores a los hombres y las mujeres activas tienen, en promedio, más años de instrucción. Pero ellas sufren con mayor severidad el desempleo, la discriminación salarial y las restricciones de tiempo. Durante los años noventa, la tasa de actividad económica de las mujeres creció a un mayor ritmo que la masculina. Pero mientras las tasas de desempleo masculino se incrementaron en 2,9 puntos porcentuales entre 1990 y 1999, las de las mujeres lo han hecho en 6,1%, agrega.
MÁS EXCLUSIÓN
Los informes de la Cumbre Alternativa en Suiza mostraron también que la "mundialización de la economía y la aplicación sin contemplaciones de las recetas del llamado Consenso de Washington (liberalización, privatización y desregularización) han tenido efectos dramáticos para millones de seres humanos que han sido excluidos del empleo, la tierra, la vivienda, la educación, la comunicación, la salud y la justicia".
"La exclusión social afecta sobre todo a los pobres, los adultos mayores, las mujeres y los niños, los pueblos indígenas y negros, los trabajadores informales, los desempleados y subempleados y grandes franjas de la población rural", agrega.
La mayor parte de los países de América Latina y el Caribe parecen formar parte de los países excluidos e incluso considerados "desechables". La apertura a los mercados mundiales ha significado la quiebra de las industrias nacionales, la ruina de los medianos y pequeños campesinos, el despojo de los conocimientos indígenas, el saqueo de los recursos naturales y la destrucción del medio ambiente, la sobre- explotación de la fuerza de trabajo.
LA DEUDA EXTERNA
La deuda externa, nuevo mecanismo de expoliación de las economías latinoamericanas por parte de los países del Norte, sigue sin resolverse. En esta década no ha cesado de crecer. En 1990 era de 443.000 millones y hacia 1999 superaba los 700.000 millones de dólares. Solo por concepto del servicio de la deuda la región pagó entre 1982 y 1996, alrededor de 706.000 millones de dólares, es decir una cifra superior a la deuda acumulada. Millones de voces en todo el mundo han reclamado la cancelación de la deuda considerada "impagable, ilegítima e inmoral", porque genera enormes costos sobre la vida de las personas y de los pueblos, agrega el informe.
DESEMPLEO Y PRECARIEDAD
El mundo del trabajo es el más directamente afectado por la crisis y el estancamiento de la economía. El desempleo abierto creció del 6% en 1990 al 9.5 % en 1999, la más alta tasa de la década, que incluso supera los niveles alcanzados durante la crisis de la deuda externa a principios de los ochenta, según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo. El sector moderno de la economía dejó de generar empleo, en tanto que se incrementó aceleradamente el llamado sector informal. De cada 100 nuevos empleos que se crearon entre 1990 y 1997, 69 corresponde al sector informal.
En otras palabras, se extendió el trabajo precario, mal remunerado, a tiempo parcial, temporal, inseguro, sin protecciones legales y sociales mínimas. Las mujeres constituyen el sector en el que más se deniega los derechos laborales: ellas son la mayoría de los trabajadores subcontratados, temporales y mal pagados. La vida de las mujeres es aún más dura porque una vez terminada la jornada laboral dedica sus energías al trabajo doméstico y al cuidado de los niños, señala el informe.
La situación de los trabajadores del sector formal no es mejor, pues en esta década vieron descender en picada sus ingresos (el poder adquisitivo de los salarios, durante la última década, disminuyó en un 27% con respecto al salario mínimo de 1980) en tanto que han estado permanentemente amenazados por los despidos en las entidades públicas y el cierre masivo de industrias y unidades de producción.
Las políticas de "flexibilización" y reforma laboral, aplicadas tan entusiastamente por los gobiernos para atraer la inversión extranjera, han contribuido a degradar y superexplotar la fuerza de trabajo, volviendo a situaciones de esclavitud que reinaban en el siglo XIX.
RETÓRICA Y REALIDAD
En suma, son grandes y crecientes males sociales engendrados por el neoliberalismo que, sin embargo, intenta ser preservado por Washington, los organismos internacionales y los segmentos poblacionales más enriquecidos de los países iberoamericanos. Así, sus representantes, reunidos en la XIII Cumbre han puesto la inclusión social como un tema central. Es parte de la retórica. Los pueblos del sur, que sufren los rigores de la exclusión, ya conocen el rostro del neoliberalismo y quieren comenzar a mirarse en el espejo de la Bolivia insurgente. Y esa ya es parte de la realidad.
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