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(La Paz - La Razón)
La ciudad de La Paz se vio ayer afectada en el normal desarrollo de sus actividades, tanto públicas como privadas, debido a las marchas y movilizaciones de las juntas vecinales de El Alto.
Desde las 9.00, la urbe paceña fue ocupada por vecinos, obreros, gremiales y universitarios alteños que ocuparon las principales calles y avenidas de sede de gobierno. Con estribillos que demandaban la nacionalización de los hidrocarburos y la convocatoria a la Asamblea Constituyente, los manifestantes causaron destrozos a su paso por el centro de la ciudad, provocando temor y zozobra entre la población.
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Distribuidos en varios frentes, los movilizados se desplazaron por las estrechas calles paceñas, cerrando por la fuerza y en medio de amenazas -e inclusive causando destrozos- todos los comercios. Cerca de las 11.00, un grupo de marchistas destruyó la vidriera del frontis del periódico El Diario. Otro grupo de campesinos, que se sumó a la protesta alteña, sorprendió a algunos motorizados en inmediaciones de la plaza Pérez Velasco y la calle Evaristo Valle, a los que apedreó, causando la rotura de vidrios.
Los manifestantes, entre los que se encontraban también estudiantes de la Universidad Pública de El Alto (UPEA) -los más radicales-, tampoco respetaron la propiedad pública y privada.
Un grupo de manifestantes, que se encontraba bloqueando a la altura de la plaza Abaroa, causó destrozos a los vehículos parqueados en el lugar. Los exaltados rayaron la pintura de los automotores con clavos y pincharon algunas llantas.
Los periodistas también sufrieron agresiones. Un fotógrafo fue insultado y posteriormente golpeado sólo por el hecho de tomar imágenes de la marcha.
Cerca del mediodía, se registraron al menos tres intentos serios de ocupar la plaza Murillo. Belicosos campesinos de Achacachi, universitarios de la UPEA y maestros fueron dispersados con chorros de agua de alta presión y profusos gases lacrimógenos.
Aunque se registró una pausa entre las 13.00 y 14.00, los marchistas se quedaron en las principales avenidas en señal de vigilia, se sentaron y consumieron sus alimentos, para luego retomar la movilización. Cerca de las 15.00, nuevamente la plaza Murillo fue el blanco de los marchistas que prosiguieron el cerco y asedio con la explosión de estruendosos fulminantes de dinamita. Ante la creciente provocación y al ver que paulatinamente la movilización crecía y destrozaba bienes públicos, la Policía salió a gasificar a la turba enardecida.
Entretanto, otro grupo, conformado por universitarios y campesinos, apedreó la Casa de la Cultura, donde rompió cerca de una decena de vitrales y procedió al destrozo del sumidero de la plaza San Francisco, recogiendo los barrotes (rieles) y apilándolos sobre la vía para bloquear el paso.
Asimismo, procedieron al retiro de las tapas de las alcantarillas en la calle Colón esquina Mercado, muy cerca de la Alcaldía. Posteriormente bloquearon, con adoquines, la avenida Mariscal Santa Cruz y la calle Potosí.
Para las 18.30 la ciudad de La Paz intentaba retomar la calma y algunos comercios se animaron a abrir sus puertas, pues los manifestantes se reagruparon en pequeños grupos a la espera de las decisiones del Congreso Nacional.
No obstante, pasadas las 19.00, los campesinos volvieron a las calles para amedrentar a la gente y los comercios. La Policía los contuvo con gases en las inmediaciones de la plaza Eguino. Cuadras más allá, en la plaza San Francisco, un grupo de revoltosos volteó un vehículo con la intención de incendiarlo. La oportuna acción de los vecinos evitó que se consumara el hecho. A esa hora, la calma volvió a las calles paceñas.