Una gigantesca movilización de vecinos, trabajadores, universitarios y campesinos de El Alto marchan este martes sobre la sitiada ciudad de La Paz enarbolando la bandera de la nacionalización del gas y el petróleo. "A la Plaza, a la Plaza, tomaremos el Palacio", canta la ululante multitud.
La ofensiva popular es poderosa y pone en tela de juicio el destino del poder político, ya que la exigencia popular es casi imposible que sea atendida por el pusilánime gobierno del presidente Carlos Mesa, un ferviente defensor de las transnacionales, y de un Congreso controlado por las fuerzas neoliberales que gobernaron con el ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, derrocado en octubre del 2003 por una insurrección popular. "Ayer: las balas. Hoy: el hambre. Solución: Revolución", gritan otros manifestantes. Las columnas surgen de todo lado, de todos los rincones de La Paz.
La nacionalización y la expulsión de las transnacionales del gas como Repsol, Petrobras, Total, British Petroleum, Enron, Shell y otras --que se han apoderado de las reservas de hidrocarburos valuadas en por lo menos cien mil millones de dólares, las segundas en importancia de Sudamérica- es una consigna que virtualmente está empujando a los trabajadores a tomar el poder, tal como plantean los sectores más radicalizados de la Central Obrera Boliviana (COB), de mineros, maestros urbanos, campesinos del Altiplano y vecinos de El Alto. "Ni golpistas ni parlamentarios, todo el poder para los obreros", corean los maestros, gritan los mineros y los estudiantes.
Las marchas vienen de El Alto y de los barrios más pobres de la ciudad de La Paz. Todos van hacia la Plaza Murillo, hacia el Congreso y al Palacio de Gobierno. "Fuerza, fuerza, fuerza, compañeros, que la lucha es dura, pero venceremos", gritan los más humildes, cansados de sufrir tanta hambre y humillación.
En el centro del poder, autoridades de gobierno y jefes de las brigadas parlamentarias buscan afanosamente un acuerdo para convocar a una Asamblea Constituyente y un referéndum autonómico, con los que quieren neutralizar la ofensiva popular. En este mismo afán trabajan los dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS), del diputado cocalero Evo Morales.
"Estamos trabajando en la búsqueda de consenso para armonizar la agenda sobre el referéndum autonómico departamental y sobre la Asamblea Constituyente. Hay que dar señales al país de que es posible lograr acuerdos entre todos. Debemos avanzar en ambas cosas", dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Mario Cossío, militante del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) del ex presidente Sánchez de Lozada.
Hasta el cierre de este despacho, más y más vecinos y trabajadores se sumaban a las nutridas columnas de manifestantes que van hacia la Plaza Murillo, hacia el centro del poder político, donde varios destacamentos policiales, fuertemente armados, se alistan para preservar el orden y la vigencia del Congreso y del gobierno neoliberal. Ya estallan las dinamitas y el gas lacrimógeno muy cerca de la Plaza Murillo.
Los reportes de radio dan cuenta que miles de trabajadores, campesinos y vecinos siguen saliendo de todos los rincones de La Paz y El Alto rumbo al Congreso. "El pueblo unido, jamás será vencido", gritan unos. Otros, eufóricos, cantan el ya famoso estribillo del: "achuete, achuete, el Mesa es un alcahuete, sus ministros una mierda, Parlamento una cagada".