Vaca Diez logra apoyo de EEUU y las petroleras para una caricatura de nacionalización del petróleo en Bolivia y para reprimir con las FFAA la protesta social
El presidente del Congreso Hormando Vaca Díez, en una maniobra política que busca neutralizar la sensibilidad y la protesta social, ha logrado conseguir el apoyo de la embajada de EEUU y de las petroleras para fungirse como Presidente de Bolivia e impulsar una caricatura de nacionalización, según fuentes altamente confiables.
El respaldo de los factores externos de poder, a los que suma el apoyo de los sectores oligárquicos, apunta además a lograr legitimidad para luego reprimir con las Fuerzas Armadas, apoyo que ya habría conseguido, la protesta de los movimientos sociales.
Bolivia se dispone a ingresar en un nuevo episodio de su profunda crisis de Estado, la peor de su historia republicana. Los partidos de la ex coalición que respaldo a Gonzalo Sánchez de Lozada se han propuesto elegir a Hormando Vaca Díez como Presidente de la República y poner "orden" a través de una dura represión de los movimientos sociales que desde hace tres semanas tienen paralizado este país en demanda de la nacionalización del petróleo y la Asamblea Constituyente.
La posición de los partidos que se mantuvieron en el poder (MNR, MIR y NFR) en virtud de la desgastada democracia de pactos, contradice el sentimiento de los movimientos sociales que quieren que se vayan todos y que de inmediato se convoque a elecciones anticipadas.
Apelando a su experiencia de viejo político, Vaca Diez habría logrado el respaldo de la embajada de EEUU y de las petroleras para una "nacionalización concertada" y de las Fuerzas Armadas para reprimir a la protesta social, según fuentes confiables.
El acuerdo es para neutralizar la oposición que existe a su posesión como Presidente, para evitar el ascenso de los movimientos sociales que han puesto en cuestión al sistema político y para legitimar la represión de los sectores más radicales.
El asalto al gobierno de parte del presidente del Congreso, Vaca Diez, un político estrechamente vinculado a los intereses de la oligarquía del departamento oriental de Santa Cruz y de las transnacionales, se remonta hace algo más de un año de manera encubierta y abiertamente desde el lunes pasado, cuando el presidente Carlos Mesa presentó su renuncia a consideración del Parlamento.
La ofensiva de los partidos neoliberales busca consolidarse el jueves en la ciudad de Sucre, al sud de Bolivia, en una sesión congresal convocada por Vaca Diez que ha provocado el rechazo de los movimientos sociales y del Movimiento Al Socialismo (MAS), el principal partido de este país, que han anunciado una radicalización de las medidas de presión.
La estrategia de los partidos derrotados en octubre de 2003, cuando una sublevación democrática forzó la renuncia de Sánchez de Lozada, y que cuenta con el apoyo de la embajada de los Estados Unidos, sería la de fungir a Vaca Diez como presidente y luego reprimir a la movilización social.
La disponibilidad de Vaca Diez y de su partido, el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), y de sus socios en el gobierno de Sánchez de Lozada a optar por una dura represión, quedó clara cuando en la noche del martes el presidente del Congreso criticó a Mesa por no poner orden en el país.
El propio presidente Mesa, que se mantiene al frente del Estado boliviano, advirtió que de las palabras de Vaca Diez se puede deducir lo que el político mirista entiende por "poner orden en el país".
Los partidos contrarios a este "golpe de Estado de guante blanco" como dijo el diputado Hugo San Martín, anunciaron que irán a Sucre para impedir "a como de lugar" las ambiciones de Vaca Diez.
También llama la atención el silencio de la embajada de Estados Unidos que, por el contrario, mantiene contactos con los partidos neoliberales.