Hoy en la mañana, la plaza de armas cochabambina fue escenario de un gran cabildo de organizaciones y movimientos sociales demandando la asamblea constituyente, nacionalización de hidrocarburos, y fundamentalmente mostrar su contundente rechazo al intento de la oligarquía cruceña y los partidos tradicionales (MNR, NFR, MIR) por entronar a Hormando Vaca Diez en la presidencia de la república. Cochabamba esta en la resistencia frente a cualquier intento autoritario de reproducir la "megacoalición".
Lastimosamente el cabildo fue capturado por los grupos trotskistas, quienes hicieron aprobar la constitución de una asamblea popular revolucionaria, en la perspectiva de implementar el "gobierno de obreros y campesinos". Más allá que esta resolución es una vieja consigna trotskista, absolutamente anacrónica para esta época, el tema es la forma como la hicieron aprobar: primero, un locutor que llamaba a la revolución social y al gobierno obrero campesino, cuando se suponía que el cabildo debía discutir en forma pluralista las decisiones a tomar; segundo, manipulando el rol de oradores e impidiendo que representantes de organizaciones sociales que están en los bloqueos y demostraciones (como regantes, comités de agua) puedan también expresar su voz, de tal manera que Ariel Román, dirigente trotskista de la FUL y estudiante crónico de San Simón, terminó haciendo aprobar las mencionadas resoluciones, reproduciendo el estilo de manipulación de los partidos tradicionales en el parlamento y particularmente del mentado Hormando.
En el fondo, el Estado revolucionario que proponen los trotskistas es la encarnación del autoritarismo, como históricamente lo demostró el mismo Trotsky cuando comandó la sangrienta represión a los marineros de Kronstadt en 1921, durante la revolución rusa. Para los trotskistas, democracia, pluralismo y autonomía son palabras ajenas a su lenguaje, y hoy tuvimos que volver a soportarlo.
Lo grave es que el cabildo al final se desbandó, perdiendo una oportunidad de verdaderamente coordinar la resistencia entre las organizaciones y movimientos sociales movilizados del departamento. Por ejemplo era importante apoyar la organización de huelgas de hambre masivas en la región, para incorporar a nuevos actores que normalmente no participan de las demostraciones y acciones directas, particularmente la clase media, como enseñó claramente la guerra del gas del 2003.
Pero, lo peor es que los trotskistas no entienden argumentos, pues solo actúan con consignas; funcionan como una secta religiosa fundamentalista y maniquea, movida por la fe (en este caso la teleología política marxo-trotskista).
En fin, repitiendo la trágica historia política de este país, con estas prácticas, los trotskistas (y comunistas) solo nos conducen a nuevas derrotas del pueblo boliviano.
Salud & Anarquía!
Carlos Crespo
GAMS