Date: Fri, 12 Apr 2002
VENEZUELA: denuncia y solidaridad URGENTE!

Chavez no firmó la "renuncia" escrita por generales golpistas

Chávez no renunció, fue un golpe, dice su ministro de Educación
El presidente venezolano, Hugo Chávez, no renunció sino que se lo
llevaron preso, afirmó hoy, viernes, su último ministro de Educación,
Aristóbulo Isturiz. "El (Chávez) les dijo a los militares que no
renunciaba, que hicieran su golpe y asumieran sus resposabilidades",
afirmó Istúriz, quien estuvo en el Palacio presidencial de Miraflores con
el mandatario hasta que se lo llevaron al Fuerte Tiuna la madrugada de
este viernes.

"Se lo llevaron detenido", aseveró Istúriz, del izquierdista partido
Patria Para Todos (PPP), quien negó también versiones de prensa de que
esté escondido porque está siendo buscado. "Estuve en mi casa, pero ahora
andan diciendo por la prensa que me están solicitando y ahora yo pienso
que puedo tener problemas en la calle", expresó.

El ex inspector general de las Fuerzas Armadas y general en jefe, Lucas
Rincón, informó en la madrugada que le había pedido la renuncia a Chávez
y que éste la había presentado. Posteriormente se informó que Chávez
había firmado la dimisión, pero nunca se le mostró ni leyó el texto de la
misma.

"Pueblo venezolano, muy buenos días: los miembros del alto mando militar
deploran los lamentables acontecimientos sucedidos en ciudad capital el
día de ayer. Ante tales hechos se le solicitó al señor presidente de la
república la renuncia a su cargo, la cual aceptó", aseguró Rincón en
rueda de prensa. Tras la caída de Chávez, los cuerpos de seguridad del
Estado iniciaron una serie de allanamientos en Caracas y el interior del
país que incluyeron un apartamento del alcalde del populoso distrito
Libertador (centro y oeste caraqueño), Freddy Bernal.

La policía municipal de Bernal también fue intervenida, al igual que la
del distrito de Sucre (populoso extremo este de Caracas), cuyo alcalde es
el hijo del ex canciller y último ministro de Defensa, José Vicente
Rangel y tiene el mismo nombre que su padre.

Con el Tiempo.

Empezaran resistencia en diferentes estados venezolanos

Gobernador del Táchira
desconoce el gobierno golpista

El gobernador del estado Táchira, Ronald Blanco (de tendencia
'chavista'), dijo que no reconoce a Pedro Carmona como presidente
provisional de Venezuela, al no haber sido designado por la Asamblea
Nacional sino por los militares que dieron el "golpe" contra el
presidente Hugo Chávez.Blanco afirmó, en rueda de prensa, que Chávez no
renunció y pidió que, en caso contrario, se haga público el documento en
el que el gobernante aceptó dejar el poder voluntariamente.

El gobernador 'chavista' añadió que se mantiene fiel al depuesto
presidente e insistió en que el derrocamiento de un gobierno legítimo y
democráticamente constituido es un "golpe de estado".Blanco pidió a los
medios de comunicación que tengan la "decencia" de presentar los dos
enfoques del asunto y no sólo el "oficial".

Respecto a su posición en el estado Táchira, fronterizo con Colombia, el
gobernador dijo que no piensa dimitir porque fue el pueblo quien lo
eligió y deber ser el pueblo el que lo quite.Blanco denunció que el
partido socialcristiano "Copei" azuzó a sus simpatizantes para que tomen
la sede del gobierno regional y pidió calma y tranquilidad a sus
conciudadanos, mientras caravanas "copeyanas" y oficialistas recorrían la
ciudad.

La tesis de que lo ocurrido en Venezuela fue un "golpe de estado" también
fue respaldada hoy por el diputado oficialista de la Asamblea Nacional
Francisco Ameliach."Chávez nunca renunció. Fue detenido en Miraflores
(sede del gobierno) y llevado al Fuerte Tiuna (cuartel militar en
Caracas)", afirmó el militante del Movimiento V República (MVR), el
partido del depuesto gobernante.Ameliach explicó que Chávez no tenía
razones para renunciar y reiteró que fue derrocado por la fuerza.

Con EFE en Caracas

EDITORIAL

ELLOS VOLTEARON A CHÁVEZ


Carlos Aznárez ( director de "Resumen Latinoamericano")

Representaba, si cabe, el gobierno más y mejor refrendado electoralmente
del mundo entero. En ocho ocasiones, el pueblo venezolano dijo "sí" a
Hugo Chávez. "Los "indios pata en el suelo" como les gusta decir a los
"chicos" de las clases altas caraqueñas no tuvieron dudas de que en
diciembre del 98, había llegado la hora de los de abajo, de los que no
sólo votan sino que eligen.Alli estaba precisamente la gran diferencia
entre una democracia restringida, vigilada y monitoreada (la de los
Carlos Andréz Pérez o los Caldera) y otra que se reclamaba participativa,
popular y surgida a pie de calle.

Sin embargo, desde el mismo día en que los partidos de la oligarquía, la
Acción Democrática (AD) o el COPEI, de los derechistas social cristianos,
mordieron el polvo de la derrota en las urnas, empezaron a conspirar para
provocar lo que ahora ha sucedido.

A Chávez, lo derroc! an en primer lugar las compañías multinacionales del
petróleo íntimamente ligadas a los Estados Unidos. La administración
yanqui tenía, poco antes de diciembre del 98, el convencimiento de que el
dirigente bolivariano no podía ganar las elecciones y contaban con el
hecho de que el candidato único de la oligarquía (Humberto Salas Romer)
les proporcionaría
algo fundamental para sus intereses: la privatización de PDVSA, la
compañía estatal del petróleo, que entre otras cosas es el tercer
proveedor del "oro negro" que consumen los norteamericanos. Sin embargo,
el triunfo chavista echó por tierra ese anhelo monopolizador. Chávez no
sólo no cedió a las presiones privatistas sino que defendió para
Venezuela el precio del petróleo, revigorizó a la OPEP y convirtió este
organismo en un poderoso ente de autodefensa de los países no alineados
en la estrategia imperialista dirigida desde Washington. El petróleo
venezolano fue utilizado en estos tres años de gestión revolu! cionaria
para posibilitar el crecimiento económico de los sectores más carenciados
del país (se reaabrieron escuelas cerradas por los anteriores gobiernos
por "falta de presupuesto", se construyeron viviendas populares otorgadas
a bajísimo precio, se reconstruyeron hospitales que habían sido
abandonados por los mandamaes de AD y Copei, se institucionalizaron
créditos blandos para fomentar tareas agrarias). Pero también, con ese
petróleo en manos del pueblo y no de la Shell, la Exon, la Esso o la
Unocal, como seguramente estará a partir de ahora, se ayudó a países que
no lo poseen o con economías debilitadas como para poder adquirirlo.

Desde ese mismo momento, la conspiración antibolivariana comenzó a
incidir en la clase ejecutiva de PDVSA (precisamente en los que más ganan
salarialmente en la empresa) y logró en poco tiempo que desde allí
surgiera la mecha subversiva y golpista. No es casualidad, que los hechos
que hoy contemplamos, se iniciaran precisament! e en la empresa estatal,
con una huelga general de directivos, con sabotajes reiterados a la
producción, con llamamientos -retransmitidos por todos los medios- para
boicotear la libre marcha de una actividad tan esencial del país. Y lo
lograron.

A Chávez los derrocaron los grandes bancos , precisamente aquellos que
en un recordado "viernes negro", hace muchos años se llevaron todo el
dinero de sus arcas -como ahora han hecho en Argentina- y quebraron el
sistema financiero venezolano impunemente. Son estas entidades los que
durante el mandato chavista hicieron todo lo posible para cercener una
política de desarrollo industrial independiente y conspiraron junto a las
grandes multinacionales financieras en apretar la soga al cuello a los
intentos del Gobierno por desbloquear la deuda externa.
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A Chávez lo derrocaron los "gusanos" anticubanos de Miami, sobre todo,
los de la Fundación Nacional Cubano Americana, que dirige el hijo del
fallecido Mas Canosa, q! ue no sólo inundaron de dólares la campaña
electoral de Salas Romer, sino que luego reforzaron sus ayudas
millonarias a sectores antichavistas en los medios de comunicación para
generar una campaña persistente de insidias y mentiras contra el gobierno
bolivariano. Estrategia a la que también, se sumaron personajes del
anticomunismo recalcitrante como el cubano Salvador Romaní y el racista
estadounidense Lindon Larouche, cuando hace un par de meses se reunieron
en la República
Dominicana con el ex presidente Carlos Andrés Perez y con los titulares
de Fedecámaras y de la Central de Trabajadores Venezolanos (CTV), Pedro
Carmona y Carlos Ortega, respectivamente. Allí decidieron "el cuándo y el
cómo" de las acciones desestabilizadoras y golpistas, incluso fue en ese
ámbito donde se determinó que "el nuevo presidente de un gobierno de
transición" sería el jefe de Fedecámaras, como ahora efectivamente ha
ocurrido. En ese encuentro también participaron varios diputados !
republicanos estadounidenses y el ex asesor del Departamento de Estado,
Thor Halvoorsen. Lo que vino luego no dejó lugar a dudas: paro patronal
del 10 de diciembre pasado organizado por Fedecámaras y una constante y
ascendente ofensiva de los sindicalistas corruptos de la CTV que
terminaron en la actual asonada general golpista..

A Chávez lo derrocaron los medios de comunicación. No sólo los diarios
"El Universal", "El Nacional" y las radios y canales televisivos en su
conjunto transmitiendo casi en cadena día y noche proclamas
desestabilizadora, sino también la "gran prensa internacional" digitada
desde EEUU. Lo hicieron en estos tres años pero apretaron el acelerador
en los últimos meses a sabiendas de su poder omnímodo. La ofensiva
adquirió así, características increíbles de hostilización y manipulación.
Estos "halcones" mediáticos aprovecharon a su vez la debilidad que se
tiene cuando se gobierna según las reglas de la bendita democracia,
pudiendo insul! tar, tergiversar y omitir los hechos positivos del
gobierno y, reclamando paradójicamente por la libertad de expresión
"conculcada por el autoritarismo chavista". Estos medios, fueron -así lo
denunció Chávez en su último discurso- el peor de los enemigos. Tanto
como el clima de odio que generó la embajada norteamericana con sus
intrigas.

A Chávez lo derrocaron los gringos de Washington. Abiertamente y sin
cortapisas. No podían permitir otro gobierno independiente en
Latinoamérica. No podían tolerar las relaciones fraternas de Venezuela
Bolivariana con Cuba socialista, ni el abrazo con el gobierno iraquí de
Sadam Hussein, ni su oposición abierta al intervencionismo norteamericano
en Colombia, ni su rechazo al plan de guerra económica representado por
el Acuerdo Libre de las Américas (ALCA), del que Venezuela y Cuba eran
los grandes enemigos. Estados Unidos y su criminal política bélica habían
recibido dos o tres "cachetazos" de dignidad por parte del ! gobierno
chavista. Uno de ellos, cuando se les negó a la utilización del espacio
aéreo venezolano durante la guerra de los Balcanes, y otro, más reciente
y que provocó la ira del genocida Bush hijo, cuando el Presidente
venezolano equiparó la invasión a Afganistán como una acción de
terrorismo estatal y luego señaló sus coincidencias con la necesidad de
que Palestina pueda obtener la independencia frente a la prepotencia
sionista. Con esos antecedentes, su suerte estaba más que echada. El
poder del gendarme mundial no admite malos ejemplos para la lucha de los
pueblos. Y como ocurriera con Salvador Allende, la administración
norteamericana inclinó su pulgar hacia abajo.

A Chávez, p ntos del Gobierno por desbloquear or último lo volteó la
debilidad de gobernar "en democracia". Lo afirmo, convencido, desde mi
más absoluta adhesión a todo lo importante y positivo que realizó su
gobierno: las escuelas bolivarianas para los niños pobres, la ley de
tierras ! para quienes la trabajan , la ley de pesca, el Plan Bolívar
2000-2001, la incorporación por primera vez en la historia de Venezuela
de las naciones indígenas a la vida del país, y una larga fila de
etcéteras y que tienen que ver con la recuperación de la autoestima
popular. En efecto, fue demasiado democrático con los "demócratas"
golpistas que conspiraron contra su gobierno revolucionario. Fue
demasiado blando -incluso contrariando el clamor que venía desde la calle
y que exigía cambios urgentes y duros- con los oligarcas empresarios de
Fedecámaras, que no le dieron respiro para ejercitar una política de
diálogo y concordancia como quería el mandatario. Fue infinitamente
tolerante con unos medios de comunicación que le insultaron, lo
boicotearon y generaron en la población no concientizada y siempre lista
para "creer" lo que dice la "tele" o la prensa amarilla, un clima de tal
tembladeral que finalmente se hizo imposible de sostener. Fue demasiado
confiado para no decidir l! a organización efectiva de la autodefensa
popular intuyendo todo lo que se le venía encima. Los Circulos
bolivarianos fueron un buen intento pero no se profundizó en su
configuración como organismos militantes que llegado el caso se pudieran
transformar en milicias revolucionarias para combatir a los enemigos del
proceso.

Repito, a Chávez lo derrocó también su propio y ponderable convencimiento
de que se podía gobernar para todos de la misma manera. Esos son
precisamente los límites de estas democracias partidocráticas que obligan
a respetar a quien durante 24 horas al día está buscando tu propia
muerte, que no permite tener mano fuerte con aquellos que rebasan con sus
actitudes golpistas todos los límites de lo tolerable.

En su ultima alocución como Presidente y mientras los "camisas negras"
(ese
es el símbolo significativo que eligió la oposición para reconocerse)
avanzaban con todo su odio hacia el Palacio Miraflores, Chávez volvió! a
elegir el discurso de la reconciliación. En las calles, la oligarquía
apostaba a todo lo contrario. Sus francotiradores, la policía ligada al
alcalde antichavista de Caracas, Alfredo Peña, mataban a tiros al pueblo
bolivariano. Y los medios volvían otra vez a mentir diciendo que los
caídos eran de la llamada "sociedad civil" antichavista. Para regocijo de
los dueños del poder mundial, de sus esclavos de la prensa internacional
(sólo basta leer lo que dicen en sus editoriales "El Mundo", "El País" ,
el "Washington Post" y el "New York Times" ), para beneplácito de quienes
apuestan al aniquilamiento de todos aquellos pueblos que reivindican la
soberanía, la justicia social y la independencia, Chávez y una nueva y
vigorosa utopía revolucionaria han vuelto a caer víctimas del horror
generado desde las entrañas del capitalismo más salvaje y de las propias
carencias que da el de no ser precisamente como son ellos:
autoritarios, criminales, genocidas. Para el pueblo pob! re y marginado
de Venezuela, para ese 80% que comenzaba a creer, a reir y a cantar
nuevamente las canciones de Alí Primera (aquellas de "La patria
compañera"), para los humildes de Catia, Petare o el barrio luchador del
"23 de enero" que ahora ya soportan redadas policiales, se abre un
profundo y doloroso paréntesis.

Durará hasta que otra vez, no lo duden, la rabia acumulada, los cientos
de años de humillación, el hartazgo de apretar los dientes por las
injusticias recibidas, vuelvan a hacer estallar la rebeldía que ahora,
lamentablemente, se acaba de tronchar. Mientras eso ocurra, hoy más que
nunca, la solidaridad con la Venezuela bolivariana agredida por el
imperialismo y la oliga ntos del Gobierno por desbloquear rquía, debe
ser un deber de todos los que nos reclamamos internacionalistas
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