Una enorme manta de solidaridad con el pueblo de San Salvador Atenco está en la entrada principal del caracol de la comunidad zapatista de La Realidad. "Esta manta significa que nosotros como indígenas que luchamos por la tierra somos iguales a los compañeros de Atenco, que luchan por lo mismo. Nosotros sabemos de la represión que sufrieron estos compañeros y por eso nos solidarizamos", dice Sergio, de la junta de buen gobierno.
La Realidad, como todos los pueblos de esta cañada de la selva chiapaneca, y del resto de las regiones zapatistas, reabrió el pasado primero de octubre su contacto con el exterior, tanto local como nacional e internacional, luego de cinco meses de alerta roja. "Estamos reorganizando el trabajo ya dentro del caracol. Ahorita nos estamos coordinando en los trabajos que le tocan a cada quien, porque esta junta acaba de empezar su periodo. Pero de por sí estamos viendo los problemas de tierra y el seguimiento de todos los proyectos", afirma Roel, presidente de la nueva administración autónoma.
El caracol, espacio de encuentro político y cultural de los zapatistas, y sede de una de las cinco juntas de buen gobierno del territorio rebelde, luce renovado. Rozaron el pasto, limpiaron las bodegas y todas las instalaciones, colocaron la manta en solidaridad con Atenco y extendieron un gran periódico mural sobre la pared principal de las oficinas del gobierno autónomo. En la manufactura de Ultimas Noticias. Un periódico alternativo de la junta de buen gobierno trabajaban todavía la noche de ayer Abel, Roel, Carina, Tania, Nicodemo, Sergio y Carmelino, autoridades autónomas, quienes recortaban y pegaban noticias y carteles sobre Atenco, Oaxaca y la otra campaña.
"Se trata de platicarle a todos los que vengan al caracol, a la gente de los pueblos, de otros estados o del mundo, lo que ocurrió a nuestros compañeros de Atenco. Nosotros como pueblos zapatistas seguimos exigiendo su libertad de todos los que están todavía en la cárcel. Nosotros somos parte de la otra campaña y seguimos sus pasos", dicen Sergio, Raúl y Abel, casi al unísono.
Riesgo de violencia contra zapatistas en Tumbalá
Más de 50 indígenas zapatistas de la comunidad "Ch'oles de Tumbalá" fueron desalojados con lujo de violencia de un predio recuperado hace siete años. En agosto pasado fue el desalojo que dejó un saldo de detenciones arbitrarias y torturas contra tres de los pobladores de la comunidad, además de destrucción y daños a animales, quema de casas, árboles frutales y sembradíos. El primero de octubre más de 300 hombres, mujeres y niños bases de apoyo del EZLN recuperaron nuevamente las más de 500 hectáreas. Es la lucha por la tierra.
A partir de ese momento una dramática tensión se vive en esta comunidad del municipio autónomo del Trabajo, perteneciente al caracol de Roberto Barrios, en la zona norte de la entidad. La amenaza de un nuevo desalojo es latente. La presencia de policías, el sobrevuelo de helicópteros y la presión de ganaderos locales así lo demuestran.
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