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"Os habéis divertido, ¿verdad?", se burla el cónsul de España de sus connacionales presos tras las movilizaciones en Guadalajara.
Después de la represión a la marcha de altermundistas efectuada en Guadalajara, testimonios de los detenidos narran los excesos policiacos: golpizas cuando ya estaban sometidos los manifestantes dentro de las instalaciones de la Procuraduría de Jalisco; personal civil identificado con paliacate, infiltrado para completar la acción de los granaderos; vejaciones, humillaciones y desnudamiento en los separos policiacos, así como amenazas contra extranjeros y defeños, son la síntesis del despliegue policiaco y los abusos cometidos.
Mar Rodríguez Jurado, originaria de España y detenida cuando aparentemente ya había terminado el enfrentamiento, deploró la "ilegal y arbitraria" detención de que fue objeto. "Estaba tomando fotos de cómo golpeaban a un joven, cuando me señalaron y me persiguieron. Hubo golpes para detenerme y luego me manosearon". Asegura que le dijeron "te vas a chingar", antes de que le quitaran la cámara y la trasladaran a la Procuraduría General de Justicia de Jalisco.
En breve charla efectuada en la Estación Migratoria de Iztapalapa, adonde fueron traslados los extranjeros detenidos con la advertencia de que serán irremediablemente deportados, la ciudadana española narra su experiencia en Guadalajara. "Habíamos como 70 personas en ese sitio, a 20 de los cuales que juzgaban más radicales, creo los tenían sometidos y acostados en el suelo; a veces los pateaban y los humillaban. Luego, entre risas, preguntaban quién quería ir al baño; era una farsa, porque cuando regresaban era obvio que los habían golpeado, que les habían reventado los huevos".
Rodríguez asegura que nunca les dijeron ni las leyes ni sus derechos ni de qué los acusaban. Sin comer ni beber durante horas, escuchaban comentarios ofensivos y sarcásticos del personal policiaco. Dice que los dejaron dormir muy poco y de repente llegó uno de los detenidos, con una bolsa grande de basura que le cubría el cuerpo y con la cabeza también cubierta. Lo llevaron para que delatara a los dirigentes, narra.
"A los extranjeros nos pasaron a otra oficina, donde nos tuvieron parados contra la pared enmedio de comentarios humillantes. Alguien se burló diciendo que por qué no nos habían podido dar un tiro o por qué no tenían gas en lugar de aire acondicionado."
Luego los trasladaron a las instalaciones migratorias. "Fue como llegar al paraíso, después de cómo nos trataron. Nos dieron de comer, de beber, se portaron amables, aunque nos restringieron las llamadas. Yo digo que es algo así como la farsa diplomacia después de cómo nos golpearon."
En ese lapso llegó el cónsul de España, "pero sólo a burlarse de nosotros. 'Os habeis divertido, ¿verdad?', nos dijo. Luego nos dio a entender que lo mejor para nosotros era la deportación, si no queríamos enfrentar un año de proceso, y si nos iba mal otros años más para pagar los delitos. ¿O sea que en este país no tenemos derecho a defendernos de lo que nos hicieron y contra las acusaciones que se nos hacen?."
Recién llegado de Guadalajara, con los golpes aún marcados en el cuerpo, Gabriel Pérez, coordinador de Plataforma Mexicana contra la Guerra, comenta su experiencia desde que fue detenido varias calles atrás de la zona original de la confrontación, hasta que fue liberado la madrugada del sábado.
"Había consigna de golpearnos lo más que pudieran, desde que nos agarraban hasta el traslado a la procuraduría". El fue molido a golpes en el tórax, en los genitales y en las piernas. "Ahí nos iban pasando entre todos los policías y todos nos golpeaban".
Además, denuncia, entre los manifestantes había algunos con paliacate, "que luego supimos que eran policías de civil, cuando sacaron los toletes y nos empezaron a golpear".
Algo más llamó su atención. "La obsesión contra los defeños (llamados despectivamente chilangos), y aún más contra los de la UNAM".