La siguiente es la última declaración del Comité
Ejecutivo Central d el Partido Comunista
Colombiano, análisis que define nuestra posición en torno
a la situación político-económica actual en Colombia
y a nivel internacional y que constituye la línea de acción
para los miembros de nuestro
partido y de ilustración para todos los demócratas nacionales
residentes en o fuera del país:
UN PROGRAMA POPULAR CONTRA LA CRISIS!
DECLARACION DEL PARTIDO COMUNISTA
La economía colombiana ha entrado en un periodo de aguda recesión, s in precedentes en la historia del país.
Los datos comprobados señalan que en el año 1998 se registró
un crecimiento cero del producto
interno bruto, que mide aproximadamente el crecimiento de la economía.
Los registros del primer
trimestre del 99 muestran que la tendencia es acelerarse este descenso.
Ningún signo indica en el
corto plazo una posibilidad de recuperación.
LA CRISIS DE LA ECONOMIA CAPITALISTA
No se puede decir que este fenómeno sea exclusivo de la economía
capitalista colombiana. Hace
parte de todo el proceso mundial de crisis que sacude el sistema en
los últimos meses.
Una característica de este curso crítico es que se ha
manifestado sobre todo en las zonas
periféricas. Con excepción del fenómeno japonés,
que ha hecho retroceder a la segunda mas
importante economía capitalista del mundo, las manifestaciones
del deterioro se han registrado en
el sudeste asiático, Rusia, Brasil, México, Ecuador y
otros países subdesarrollados. Desde luego,
que su curso mas probable abarcará a la larga los países
europeos y Estados Unidos. En primer
lugar, porque la mundialización ha convertido a todas las economías
en sistemas profundamente
interdependientes y en segundo lugar porque los centros vitales del
mundo económico central están
alimentados por las superganancias provenientes de sus relaciones de
dominio sobre las zonas
periféricas.
Este proceso se ha presentado como una crisis financiera que hizo estallar
las grandes burbujas
especulativas de Asia. Es el resultado de los nuevos rasgos que caracterizan
la etapa actual del
capitalismo, en el cual los aspectos especulativos desplazan en buena
medida los componentes
industriales de la época anterior.
Por otra parte, las nuevas expresiones de la crisis han derrumbado las
siempre renovadas
esperanzas de los te ricos del capitalismo de poder evitar el destino
cíclico de éste. Una vez mas
se comprueba que este camino de expansión y caídas catastróficas
es consustancial con el propio
sistema y que ningún cambio de sus formas puede impedir que
se cumpla la ley objetiva de los ciclos de crisis periódicas.
Siendo éste un rasgo general es al tiempo un atributo de su forma
actual, que no ha podido evadir
esa marca que acompaña al sistema. Por el contrario, la vulnerabilidad
de éste se hace más notoria
precisamente por la predominancia del capital ficticio y especulativo
que hace al mecanismo mucho
menos apto para su restablecimiento en poco tiempo.
Todo lo cual ha mostrado en forma monstruosa las grietas de un sistema
que aspira a la perpetuidad.
El contraste entre las zonas centrales y las periféricas se
ha hecho mas terrible. Pero incluso en las
fortalezas del capitalismo estos fenómenos de choque se hacen
mas protuberantes. El caso de la
Europa occidental con todas las infamias de la xenofobia, el racismo
y los conflictos locales que se
agigantan- muestra la precariedad del mecanismo social basado en la
prolongación de las sociedades de clases. La calificación
de la sociedad de los 2/3 indica que 1/3 está marginado. España,
por ejemplo, sufre una epidemia de desempleo que llega al 22% de la P.E.A.
Es lo que llaman la "Europa de las dos velocidades" porque mientras los
Países que prosperan al calor de la "colonia interior", ésta
se encuentra cada vez mas expoliada y despojada de sus posibilidades de
desarrollo.
LA RECESION COLOMBIANA
Desde luego que una economía como la colombiana no solo sufre
los golpes de la crisis mundial,
que de por sí son gravosos, agudizando sus problemas de exportador
de materias primas
extractivas (petróleo, carbón, níquel, metales
preciosos) y bienes agrarios (cuyos precios han bajado
verticalmente), propios de su vieja crisis estructural. también
están las repercusiones de las
dificultades que atraviesan sus vecinos, igualmente golpeados por las
misma razones. Especialmente
el caso de Venezuela, socio prioritario de la relaciones comerciales
del país y que ha tenido
grandes pérdidas por la caída del precio del petróleo,
se ha reflejado seriamente en la industria y el
comercio nacionales.
Pero sobre todo la economía nacional está pagando los
costos de una política económica que en
la última década ha contribuido a desmantelar la industria,
debilitar la agricultura, reducir el
mercado interno, limitar la capacidad de compra de la población
y desprotegerá la gran mayoría
de los trabajadores.
La crisis ha golpeado especialmente al aparato productivo (industria,
agricultura, construcción,
transporte, etc.) en su primera fase, pero luego, como era de esperarse,
ha llegado al sector
financiero, en el cual han llevado la peor parte las instituciones
oficiales y las cooperativas, mientras
que los cinco grupos mas poderosos mantienen cierto nivel de utilidades.
Se trata de un momento de confluencia de la crisis estructural con del
fracaso de una política que
en vez de contribuir a resolverla lo que ha hecho es destruir los escasos
avances logrados en varias
décadas. Desde el punto de vista de su papel de país
atrasado, de base primaria exportadora,
Colombia ha pasado ahora, por su incorporación a los planes
de las empresas transnacionales y de
las entidades financieras internacionales, a convertirse en una economía
mucho mas vulnerable y sin
capacidad de creación y de progreso. Su dependencia es ahora
mas marcada, sin una perspectiva en el corto plazo de resolver los agudos
problemas de la población, los que por el contrario se han hecho
cada día mas angustiosos.
Por la deformación ideologista que acompaña a los nuevos procesos mundializados y a las doctrinas oficiales que los expresan las exigencias y esperanzas de un proyecto progresista, que incluso pensadores liberales e independientes, así como las fuerzas revolucionarias, habían convertido en parte de la perspectiva histórica del país, ahora se consideran obsoletas.
Pero el mismo discurrir de las realidades sociales y económicas vuelve a poner sobre el escenario las mas profundas cuestiones de nuestro destino nacional y a promover el debate abierto sobre las vías y las formas de elevarlo hacia una proyección favorable. Y coloca en su sitio las distorsiones y monstruosidades que se vienen aplicando por parte de una clase dirigente que solo piensa en sus privilegios estrechos.
Por eso la crisis que se inicia en este período es la del modelo
que se ha montado en forma
contrahecha y tratando de aplicar las decisiones tomadas por otros
desde fuera. Consideración que
de inmediato sugiere diversas reflexiones. La primera es que no se
trata de "tomar medidas"
superficiales e inmediatistas, para resolver tamaño problema
que no es de orden superficial. Y cuya
tendencia, como hemos dicho, es a agravarse. La segunda es que no habría
mayor desatino que
pretender solucionarla mediante la llamada profundización del
modelo. Cualquier medida en esta
dirección no hará mas que crear las bases de crisis cada
día mas destructoras. La tercera es que
los caminos que deben ser explorados no son los sempiternos procedimientos
para recomponer el
campo de los intereses de clase de la alta oligarquía que comparte
con los medios extranjeros la
dominación política. La cuarta es que como corolario
debe avanzarse sobre las perspectivas de
proteger los intereses de las clases subalternas, única posibilidad
de resolver los problemas. Y la
quinta es que la crisis lleva dentro de sí las semillas de posibles
transformaciones positivas y
cambios estructurales si se dan las condiciones de conciencia, organización
y unificación de criterios
alrededor de una salida progresista, popular y patriótica de
la situación actual. Es claro que una tal
posibilidad solo podrá concretarse si se producen los cambios
de fondo que necesita el país. Lo
cual ya se sale del campo económico par entrar en el campo político
de las transformaciones
revolucionarias.
LA CRISIS POLITICA
Uno de los principales efectos del actual deterioro económico
es que, presentándose sobre el
terreno de una serie de choques en el seno del bloque de poder tradicional,
va a hacer mas
pugnaces estas contradicciones cuando cada una de las fuerzas principales
y acompañantes del
conjunto dominante, en su ligazón con la influencia de la mundialización,
pretende sacar ventaja de la crisis. Desde luego, es evidente la conocida
capacidad que tienen los grupos mas fuertes para
aprovechar la crisis. No son casuales las numerosas absorciones y fusiones
que menudean en este
período, fortaleciendo a algunos sectores. Con la característica
de que buena parte de esos
procesos desembocan en la toma de nuevas posiciones de los inversionistas
extranjeros y las
empresas transnacionales.
Pero de aquí se desprende una consideración obvia. Y es
que la crisis que arrastra el núcleo
dirigente colombiano desde hace varios anos en el frente político,
tiende a profundizarse y a
convertirse en algo permanente y cada vez mas agudo. Esta observación
desmiente las conclusiones
superficiales de que tal crisis política es un problema de gobernabilidad.
Mas que un problema de credibilidad y de gobernabilidad, responde a
un proceso de diferenciación
en cuanto a por lo menos tres elementos principales: el alcance del
modelo neoliberal o su
peculiaridad en las condiciones colombianas, que ahora enfrenta con
mas acerbía los diversos
grupos de la clase dominante; el grado de cohabitación con las
presiones norteamericanas en una
disputa sobre la profundidad de concesiones que deben hacerse a éstas
para salvar los intereses
mas permanentes y de largo aliento del sistema; y las actitudes que
deben asumirse ante las
exigencias del movimiento armado, que ha variado desde la discusión
sobre salida militar o política
hacia qué tantas concesiones pueden o deben hacerse, todo ello
mediatizado por la intromisión en
este aspecto de los intereses yanquis.
Ni qué decir que la variedad de posiciones sobre estos tres ejes
de la proyección política de la
clase dominante, que en fin de cuentas son el clima en que se desenvuelve
la crisis oficial, están
determinadas por intereses muy terrenales de cada sector y por el lugar
que ocupan en el abanico
del empresariado y el patronato. Intereses que desde luego, no son
independientes ni excluyentes de las relaciones con el poder económico
transnacional, con las exigencias del poder norteamericano y
con otras relaciones de segundo nivel que se han estrechado con poderes
internacionales. Pero
desde luego que esas posiciones, relaciones y dependencias no son uniformes
ni del mismo grado y
están determinadas por la fuerza de concentración del
poder económico.
Teniendo en cuenta esas causas, se explica que a pesar de haber sido
relevado el equipo anterior
precisamente por el grupo que lo confrontó , sin embargo, las
dificultades que hicieron tan precario el cuatrienio samperista, ahora
se reproducen y se extienden.
EL PLAN DE DESARROLLO
El gobierno Pastrana no significa ni un cambio de la composición
del poder ni mucho menos una
diferencia en la política de fondo de éste. Sin embargo,
vale la pena señalar que por lo menos en
cuatro aspectos hay matices que acentúan los rasgos conocidos
de la dominación burguesa:
1). El gobierno Pastrana expresa en forma mas directa el carácter
de clase como poder de los
grandes monopolios. 2). Encarna aquellos sectores mas comprometidos
con la posición neoliberal.
3). Es mas notoria su ligazón con el gobierno norteamericano,
lo que se refleja tanto en la tradicional
política de concesiones en los mas diversos campos como en sus
coincidencias en las nuevas
expresiones sobre la llamada política de paz. 4). Arrastra la
crisis de hegemonía no resuelta
puesto que no cambian los ejes principales del tipo de gobierno a que
está acostumbrado el país.
Estos rasgos de la administración de la llamada Gran Alianza
se ven reflejados claramente en las
propuestas del plan de desarrollo "Cambio para construir la paz". El
filo principal de esta plan va
dirigido a persistir en las políticas que han llevado a agravar
la recesión. A pesar de su título, no
significan ningún cambio. Al contrario, constituyen la segunda
ola neoliberal para profundizar este
modelo.
El plan insiste en las privatizaciones, abarcando todas las instituciones
y empresas que hasta ahora
no se han feriado; en la desregulación que deja libre la voracidad
de los empresarios; y en la
flexibilización del mercado laboral que se dirige a suprimir
las conquistas de los trabajadores; en la
apertura que pone como centro la duplicación de las exportaciones;
y en la tesis de que lo
fundamental del plan debe ser administrado por la empresa privada,
la cual por su naturaleza no es
susceptible de planificación.
Es un verdadero programa antipopular que golpea aspectos tan fundamentales
como la educación
oficial, los derechos de los trabajadores, el servicio de salud, vivienda,
el empleo y los salarios.
A este programa de los monopolios es necesario oponer un verdadero programa
popular contra la
crisis y sus consecuencias para la clase obrera y el pueblo. Una formulación
coherente que ponga
énfasis en que la salida de la crisis depende en lo inmediato
y para el corto plazo, en objetivos tales
como el alza de salarios, la disminución de la jornada legal,
los impuestos a las grandes fortunas, el
subsidio a los desocupados, medidas de reforma agraria, ayuda a los
desplazados, protección de los recursos naturales, así como
medidas que liberen recursos estatales para la inversión social,
comenzando por la moratoria de la deuda publica externa, el desmonte
del sistema upacó, el control oficial de los grandes centros financieros
y del comercio exterior.
Un plan popular contra la crisis, que debe ser resultado de la elaboración
conjunta de los diversos
sectores organizados del pueblo, puede convertirse en el punto de unión
y la bandera de lucha del
movimiento sindical, los sectores democráticos, los núcleos
progresistas y los partidos y movimientos de la izquierda colombiana.
LAS BUSQUEDAS DEL DIALOGO
El elemento mas rescatable del gobierno Pastrana es su decisión
de iniciar un diálogo con la
insurgencia, para el cual ha registrado importantes avances, comenzando
por el despeje de cinco
municipios para garantizar la seguridad de la posible negociación.
Que no es el resultado súbito de
una hipotética "voluntad de paz" de la clase dirigente, sino
de un cruce de procesos entre los cuales
se destacan los éxitos militares de la guerrilla, los avances
de la lucha social, la formación de una
corriente importante de opinión a favor de la solución
política, la crisis de la doctrina militar
tradicional y la agravación de las dificultades que muestra
el mecanismo económico del capitalismo.
Sin embargo, esa política de paz del gobierno tiene un carácter
precario. Por una parte, se
produce en un ambiente de fortalecimiento del aparato militar, cada
vez mas profesional y con altos
presupuestos. Por otro lado, las posiciones oficiales en la práctica
descalifican esa "voluntad de paz" de que se habla, como son el ajuste,
el plan de desarrollo, las propuestas de despido de cerca de
150.000 empleados con el pretexto de achicar el Estado, los proyectos
de salario mínimo integral,
de suprimir el llamado impuesto a la n mina, etc. Además, los
cucleos dirigentes se aprestan a
aprobar una reforma Política para dar un golpe, preventivo contra
lo cambios de fondo que
propone la insurgencia. Y lo mas preocupante es la tolerancia a la
intromisión yanqui en este
proceso, la cual pretende identificar el problema guerrillero con el
narcotráfico. La experiencia
actual muestra que los EE. UU. Llega hasta la intervención armada
con los mas diversos pretextos
como está sucediendo en Kosovo, cuya problemática es
un asunto interno de Yugoslavia. Todas
estas expresiones de la posición oficial están en contravía
del diálogo.
No estamos en presencia de un cambio del entorno político ni
de una etapa diferente de las
contradicciones de clase. Pero si es posible ver nuevos aspectos: tienden
a polarizarse las tendencias fundamentales del alineamiento político
y a agudizarse los puntos de la confrontación social;
aumenta el aislamiento de las corrientes militaristas en sus aspectos
políticos al tiempo que se
reaniman las acciones paramilitares para contrarrestar esa tendencia;
sale a la superficie un debate
sobre puntos centrales del destino nacional, incluyendo el tema del
poder, que pone en circulación la agenda guerrillera; y se fortalece
la convicción de la necesidad de una reagrupación de las
fuerzas
progresistas en lo social y político, para influir en el desenlace
democrático de la situación actual.
SOBRE LA PERSPECTIVA
El momento en que estamos es una situación abierta a nuevas perspectivas.
Hay una posición de
fondo de los sectores revolucionarios y de la izquierda hacia los cambios
de profundidad que la
situación requiere. Quizá en ningún otro momento
se han dado como ahora las posibilidades de
acercarnos a las transformaciones que la izquierda encarna desde siempre.
Pero al tiempo la dispersión y la falta de coordinación contribuyen
a impedir que este proceso se acelere. La diversidad de puntos de vista
al interior del movimiento popular tocan casi todos los temas que han sido
motivo de debate en los medios democráticos. aquí han hecho
su trabajo tanto los elementos reales de la crisis del socialismo, de la
ofensiva capitalista contra los intereses obreros y populares, que ha deteriorado
las bases sociales y políticas de los trabajadores, como las percepciones
peculiares de estos hechos por parte de sectores en los cuales ha influido
la ideología dominante sembrando el derrotismo y cultivando el acomodamiento
y el oportunismo. Todo lo cual ha limitado la confianza en una salida popular
que sirva de puente hacia cambios en dirección al socialismo.
Al tiempo, muchos sectores populares y del movimiento obrero, sobre
todo de las direcciones de
las organizaciones sociales, consideran que basta con algunas mejorías
del sistema actual, que
benefician a grupos mas o menos significativos del pueblo, como única
perspectiva realista y efectiva.
A este enfoque se suman quienes patrocinan reformas políticas
de corto alcance dentro de la actual
estructura, que así mismo predican la conciliación de
intereses de clase como sustituto de la lucha
de masas. Y no se trata solamente de posiciones conscientemente favorables
a la política oficial del
sistema, sino también de muchos participantes en la acción
cuyos alcances, aún de buena fe, no ven
mas allá del horizonte de las reformas al por menor.
Pero también hay proyectos de ultraderecha que buscan salidas
de fuerza como alternativa a la
debilidad y al deterioro del sistema sobre todo ante la brusca agravación
de la situación económica de
la s masas. Si bien es cierto que el último período muestra
un retroceso de las tesis sempiternas del
militarismo frente a la lucha armada, a la contención de la
protesta social y a la necesidad de una
mano fuerte en vez de concesiones y negociaciones, esto trata de ser
contrarrestado mediante
acciones de sabotaje y de desgaste de la salida política.
El militarismo y sus apoyos políticos y sociales se enfrenta
en muchas formas al creciente ambiente
de cambios. Por una parte, se trata de reencauchar el buen nombre del
ejército. Y para esto hay
una gran campaña de exaltación de los valores llamados
patrióticos, del papel de las fuerzas armadas, del honor y el heroísmo
de las fuerzas oficiales. Así mismo, se ha montado toda una promoción
de los éxitos militares, así sean postizos y formales. La
toma de Mito se convierte en una gran victoria militar; se orquesta un
gran volumen de propaganda sobre la toma del Nudo de Paramillo, fortín
de los paramilitares, por mas que tal operación no registró
ningún combate; se inventan muchísimas bajas de la guerrilla,
en la reciente operación de Arauca, a pesar de que nadie ha visto
los resultados reales de ésta; y se señala en los anales
de la historia militar la rotunda derrota de la guerrilla en el Caén
de la Llorona, lo que supuestamente impidió la invasión a
Urabá. Toda esta "guerra virtual l" ganada por las tropas oficiales,
además de tener como objetivo la ayuda norteamericana y la duplicación
de los gastos de armamentos, tienen como intención de largo aliento
devolver la confianza de la clase dirigente en sus fuerzas armadas para
eventuales salidas de la crisis.
Pero la mayor progresión de estos cálculos, a los cuales
no son extraños núcleos de derecha del
gobierno y del parlamento, está en l a intensificación
del accionar paramilitar, que ha respondido a la perspectiva de los diálogos,
con la mas feroz y sanguinaria ola de matanzas y expulsión de masas
agrarias y de atentados contra los cuadros populares. Este accionar
va en varias direcciones:
impedir que se avance en el proceso de acercamientos, cerrar el paso
a los posibles logros de la
lucha social, implementar un golpe preventivo contra una alternativa
popular, y sobre todo, crear
bases armadas para una salida de fuerza, que haga correr hacia la derecha
todo el espectro social y
político del país.
La mayor expectativa se da en relación con el fracaso del diálogo,
que se considera inevitable por
algunos. Se viene amenazando con el llamado Plan B, para una fuerte
ofensiva militar como
alternativa de la negociación. Y se hacen toda clase de propuestas
para una reingeniería del
ejército con el fin de hacerlo mas apto para el combate contra
la guerrilla, dentro de una nueva
estrategia de ofensiva. Estas maniobras tienen influencia también
en sectores populares y en medios
de la izquierda, algunos de los cuales consideran que lo prioritario
ahora no es la lucha por la salida
política en el ambiente de la acción de masas y de la
movilización d e la opinión nacional, sino sobre
todo precaverse desde ahora y por sobre todo, del cataclismo que deberá
acompañar a un
desenlace negativo del diálogo.
Como lo estamos examinando, no puede hablarse unilateralmente de una
única perspectiva, basada
en el éxito del diálogo y de la lucha de masas. Pero
lo esencial para el movimiento popular es la
movilización en todas sus manifestaciones, en dirección
a los objetivos reivindicativos, democráticos, transformadores y
liberadores. El papel decisivo en cualquier desenlace lo tienen la movilización,
la
organización y la unidad de masas. Y todo va a depender de que
se cree efectivamente una nueva
relación de fuerzas que desbarate los proyectos reaccionarios,
eleve la conciencia y el nivel de acción de los sectores intermedios,
construya una auténtica alternativa de poder y realice el programa
de las aspiraciones populares. En esos objetivos van a confluir no lo los
desarrollos de la acción armada y los reconocimientos que puedan
lograrse en un diálogo, sino también, en una integración
dialéctica, la fuerza del movimiento de masas en sus variadas expresiones.
Hay que ver el diálogo en un contexto mas amplio, como aporte al
esclarecimiento de las ideas renovadoras y a la creación de una
conciencia y una confianza en los cambios de profundidad.
COMO ACTUAR EN LA PERSPECTIVA?
La preocupación principal es profundizar la acción en
los centros claves del crecimiento de la lucha
popular. Se requiere un enorme trabajo de promoción de la lucha,
de la organización de ésta, de
preparación para acciones cada vez mas amplias y calificadas.
Es esto lo que puede devolver la
confianza en el accionar desde abajo, derrotar al derrotismo que se
ha extendido, ayudar a
encontrar los caminos de acercamiento entre la agenda del diálogo
y lo que buscan los múltiples
componentes de las aspiraciones del pueblo.
Parte de esta tarea es la lucha conceptual contra las tendencias que
difunden ideas y puntos de vista
que en la práctica tratan de enfrentar la lucha de la insurgencia
contra las luchas sociales de masas.
Y es necesario explicar pacientemente, por la vía de los hechos
y las realidades, que la suerte de
los desenlaces futuros e inmediatos de las diversas acciones en los
distintos escenarios, está en una
visión de conjunto, que englobe unos y otros aspectos, cuya
contribución es decisiva.
Algunos sectores del movimiento popular expresan la desconfianza en
la salida política y las
posibilidades del diálogo puesto que mientras se propagandiza
la política de paz oficial, el gobierno
arrecia la ofensiva contra el nivel de vida del pueblo de lo cual es
una muestra el Plan de Desarrollo.
Desde luego, que los intereses de clase que el sistema encarna no cambian
por el hecho de que el
gobierno acepte el diálogo y haga concesiones a la insurgencia.
Se trata de las profundas
contradicciones en que se debate la clase dirigente que al tiempo que
busca aumentar sus ganancias
mediante la super explotación pretende atemperar las contradicciones
mediante su política de paz.
Pero la respuesta a esas posiciones que son propias del sistema no
es el rechazo a la solución
política del conflicto armado sino al contrario, la lucha porque
esta se exprese en profundas
modificaciones de la estructura social y política y en los cambios
que beneficien a la totalidad del
pueblo, cuyas aspiraciones interpreta el movimiento armado al igual
que las otras formas de la acción popular masiva. Lo importante
aquí es tener una visión global que impida que las maniobras
y la demagogia del sistema distancien a los luchadores obreros y populares
que actúan en diversos
escenarios.
EL MOVIMIENTO ALTERNATIVO
Dentro de este enfoque, las posibilidades de construir el movimiento
que llamamos alternativo, exige
la mayor amplitud, el respeto a las mas diversas tendencias y formulaciones,
la consideración por
cada meta de la movilización y las reivindicaciones populares,
aún las que nos parezcan mas obvias y elementales, siempre que tengamos
en la mira el aporte general a la causa de los cambios y de los
caminos que conducen a ellos. Esto nos exige sobre todo una actitud
de mas acercamiento a los
sectores de izquierda , cuidando la manera de hacer las críticas
o de subrayar las reservas frente a
posiciones que nos parecen erradas o conductas que consideramos discriminatorias
por parte de
tales sectores.
Por último, hay que acentuar el perfil propio del campo revolucionario,
su carácter de fuerza dotada
de un programa que guía su actividad.
El camino para lograr esta finalidad no es otro que la articulación
entre diversos núcleos sociales y
políticos que se reclaman de la izquierda, trabajando unitariamente
por la conformación de un
programa que incluya los aspectos centrales de la situación
actual:
La lucha contra el modelo neoliberal y por una alternativa a la crisis
económica y al deterioro de la
situación del pueblo;
Por la salida política al conflicto social y armado por la vía
de la negociación que se concrete en
los cambios de fondo de la estructura del poder, rechazando las llamadas
reformas políticas que se
cocinan entre grupos de la burguesía y que no tienen otro objeto
que sortear la crisis interna de la
clase gobernante;
Por una posición propia en el campo de las relaciones internacionales,
en lugar de la lamentable
actitud del gobierno que es un simple eco de las imposiciones norteamericanas
en todos los campos, de los intereses de las transnacionales y de las instituciones
financieras internacionales;
Y por cerrar el paso al rumbo reaccionario y represivo hacia donde quieren
desembocar los
sectores mas a la derecha del espectro político, que pretenden
montar una dictadura terrorista
abierta, con apoyo norteamericano.
Desde luego, en la etapa actual, los participantes en el ensayo unitario
no se disolverán ni perderán
sus propias características y es necesario destacar con fuerza
el papel de cada sector
revolucionario, para darle al movimiento alternativo un contenido claramente
de izquierda.
El proceso de construcción de un frente de la paz, la democracia
y la salida popular de la crisis
implica el mas amplio despliegue de la acción de masas, que
cuente con la participación de todos los
sectores progresistas y que acuerde la realización conjunta
de actos, movilizaciones, formas de
resistencia popular y acciones prácticas en todos los frentes
sociales y políticos.
Santa Fe de Bogotá, 12 de abril de 1999
"De Amor y Revolución"
http://www.tinn.net/home/miguela/ miguela@tinn.net