Sumergida entre las multitudes, en situaciones de peligro, la conciencia individual sufre una sugestibilidad enorme por parte de las corrientes emocionales que recorren al colectivo, generándose respuestas inesperadas, a veces con resultados lamentables.
En la noche del domingo la situación casi deriva en un caos que hubiese determinado una serie de daños humanos difícilmente estimable. Una chica reconoció a un muchacho como quien había intentado violarla tres días atrás, dio la voz de alarma, y la multitud, sensibilizada por las denuncias de abuso sexual contra las compañeras del campamento, se lanzó sobre el muchacho señalado, dándole una paliza y pretendiendo lincharlo.
La intervención de los policías fue excesivamente violenta, incluyendo el uso de gases lacrimógenos, lo que trajo a su vez la reacción de muchos campamentistas que arrojaron piedras. Cuando los policías logran recuperar al acusado y meterlo en una patrulla, se da un verdadero cerco de jóvenes en torno a aquellos, que entran en pánico y comienzan a sacar sus sables y blandirlos amenazadoramente en el aire, lo cual fue contraproducente pues ninguno de nosotros quería irse y dejar a nuestr@s compañer@s a merced de algún arrebato de violencia policial.
Mientras tanto, una funcionaria de la empresa de seguridad contratada para cuidar los bienes de los campamentistas, hablaba por altoparlante pidiendo a los mismos que se retiraran para que el tumulto no derivara en una tragedia. Cuando la patrulla se fue, a alta velocidad, poniendo en riesgo la vida de nuestr@s compañer@s, le gritamos a la funcionaria que pidiese a la policía de a caballo que bajaran los sables, para disminuir la tensión y destrabar la situación. Cuando la funcionaria repitió nuestro mensaje (confundiéndo, por suerte, nuestras credenciales con las de los organizadores del campamento), hubo un gesto de sensatez de todas las partes: los policías bajaron los sables, l@s compañer@s les abrieron un camino de salida entre la multitud y los policías se retiraron, retornando la paz al campemento, aunque los nervios durarían toda la noche.
En el Laboratório dos Conhecimentos Livres tuvimos una reunión de emergencia, para preparar la seguridad del local, ante la eventualidad de más situaciones de tumulto y pánico, que por suerte no tuvieron lugar.
Con el correr de las horas los nervios se calmaron, comenzaron a organizarse de a poco las fiestas nocturnas (bailes improvisados, recitales de hip hop y otros estilos, malabarismos, baterías de samba), tod@s salimos a divertirnos, pues era la noche en que nos despedíamos de tant@s amig@s nuev@s, y no íbamos a dejar que el miedo nos robara el derecho a la alegría.
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