La Solidaridad Global entre los pueblos, es algo mucho más antiguo y honesto que esa falsa Coalición mundial del Bien contra el Mal que desde el S11 nos quieren vender las oligarquías internacionales para justificar sus operaciones militares y esconder sus intereses económicos y imperialistas. Es por eso que hoy 8 de enero, nos hemos coordinado a miles de km de distancias, gentes de Buenos Aires y de Barcelona, para hacer una protesta en común a RITMO DE LOS CACEROLAZOS, que estan movilizando a las resistencias en Argentina y que llamamos a que se extiendan globalmente. Mediante estos cacerolazos de hoy pretendemos DENUNCIAR, a los VERDADEROS RESPONSABLES de la miseria económica en ARGENTINA; especialmente a aquellos que siempre quedan en la sombra, LAS EMPRESAS MULTINACIONALES, en esta ocasión a las ESPAÑOLAS que son junto a las de EEUU, las que más riqueza se estan llevando del país: ACUSAMOS A LAS EMPRESAS MULTINACIONALES ESPAÑOLAS, BBVA, BSCH, TELEFONICA, REPSOL, ENDESA, AGUAS DE BARCELONA... y muchas más:
En resumen las acusamos de TERRORISTAS ECONÓMICOS, por todos los crímenes que han cometido, estan cometiendo y... van a cometer si no lo impedimos ya! ACUSAMOS AL GOBIERNO ESPAÑOL de complicidad con las empresas TERRORISTAS españolas.
ACUSAMOS A LAS ORGANIZACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES, FMI, BM, OMC y otras,
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Cacerolazo contra multinacionales y bancos españoles
CACEROLAZO CONTRA LAS MULTINACIONALES Y BANCOS ESPAÑOLESSábado 19 de enero a las 12:00 frente al BSCH del cruce Uría con Toreno(esquina parque S. Francisco)
DE LA DICTADURA MILITAR A LA DICTADURA ECONÓMICAEl saqueo de Argentina por el FMI y las multinacionales y bancos occidentalesLa dictadura militar del general Videla (1976-1981) se caracterizó por una agresiva política de endeudamiento del Estado y de las empresas públicas. El endeudamiento de Argentina era una de las principales prioridades de los intereses extranjeros que estaban detrás de la dictadura: inmediatamente después del golpe militar, el Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó un crédito multimillonario a Argentina y declaró a los bancos occidentales que este país era un lugar privilegiado para reciclar el exceso de petrodólares [1]. La dictadura justificó el endeudamiento irracional alegando su necesidad de divisas fuertes para sostener el descabellado aumento de las importaciones, especialmente de armas (compradas a los mismos países y empresas que promovieron el golpe militar y el endeudamiento). Sin embargo, las fortunas enviadas por capitalistas argentinos a países occidentales y paraísos fiscales durante la dictadura suman más que el total de deudas contraídas por Argentina en ese periodo. Desde el comienzo de la dictadura (marzo de 1976), la deuda externa argentina creció de menos de 8.000 millones de US$ a más de 170.000 millones [2]. Argentina reembolsó alrededor de 200.000 millones de US$ en el mismo período, pero la deuda sigue creciendo debido sobre todo a la fuerte subida de intereses decidida por Reagan y Thatcher a comienzo de los 80s. La dictadura provocó deliberadamente la bancarrota del sector público, preparando el terreno para su privatización. Por ejemplo, la principal empresa pública argentina, la petrolera YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales, hoy perteneciente a Repsol-YPF) fue forzada a endeudarse en el exterior, pese a no necesitarlo en absoluto. En el momento del golpe militar, la deuda externa de YPF era de 372 millones de US$. Siete años mas tarde, al terminar la dictadura, esta deuda se elevaba a 6.000 millones de US$. Casi todos los créditos quedaron en manos de la dictadura, que además redujo a la mitad las comisiones que iban a YPF por la venta de combustibles para aumentar sus ingresos. YPF fue obligada a refinar el petróleo que extraía en las multinacionales privadas Shell y Esso, aunque dada su buena situación financiera al comienzo de la dictadura, podía haberse dotado de una capacidad de refinación acorde a sus necesidades, complementando la de sus tres refinerías ya existentes. Al final de la dictadura, YPF estaba asfixiada por las deudas, pese al despido de 13.000 de los 47.000 trabajadores que tenía la empresa en 1976. De manera general, los créditos multimillonarios contratados por el Estado o las empresas públicas con los banqueros del Norte eran inmediatamente recolocados como depósitos en estos mismos bancos o en otros bancos competidores. En 1979 el 83% de estas reservas estaban fuera del país. El Banco Central argentino colocaba discrecionalmente dichos fondos en los bancos estadounidenses, apoyado por la generosa intermediación de la Reserva Federal estadounidense. En todos los casos, el interés recibido por las sumas depositadas era inferior al interés pagado por la deuda. El Banco Central argentino fue dirigido durante la dictadura de Videla por Domingo Cavallo, que luego fue ministro de economía con Carlos Menem (del partido peronista) y con De la Rúa (del partido radical). El Secretario de Estado para la Coordinación y la Programación Económica de 1976 a 1981, Guillermo Klein, dirigía al mismo tiempo una oficina privada que representaba los intereses de 22 bancos extranjeros [3]. Al final de la dictadura, el Estado asumió las deudas (reales o ficticias) de los capitalistas argentinos y extranjeros. El Banco Central argentino declaró que no tenía registro de la deuda externa pública, pese a lo cual el gobierno de Alfonsín decidió asumir el conjunto de la deuda, tanto privada como del Estado, basándose en las declaraciones de los acreedores extranjeros y en los contratos firmados por los miembros de la dictadura. El estado argentino asumió también las deudas contraídas por filiales argentinas de empresas y bancos multinacionales con sus casas matrices o con bancos internacionales, fácilmente fabricables por un juego de contratos ficticios. Sólo se mantuvieron las deudas que la dictadura impuso sobre las empresas públicas, por lo que Menem esgrimió el argumento de su endeudamiento para privatizarlas, previa transferencia de las deudas al Estado. Cuando los militares torturadores obtuvieron la impunidad, los responsables económicos de la dictadura no sólo se beneficiaron de la misma clemencia, sino que la mayoría mantuvieron sus puestos y muchos fueron promocionados. Tras la dictadura se creó una comisión parlamentaria para investigar el saqueo del país, que fue disuelta por el mismo Alfonsín pues sus resultados hubieran desacreditado su política económica, que ya había estatizado la deuda privada. Pero una querella presentada por el periodista Alejandro Olmos en 1982 permitió que, 18 años más tarde, la Corte Suprema dictaminase que la deuda tiene por origen un mecanismo de dilapidación y desvío de fondos del que son responsables el Gobierno argentino, el Fondo Monetario Internacional, los banco privados del Norte y la Reserva Federal de EE.UU. La sentencia (del 13 de julio del 2000) revela que el Estado asumió las deudas de 26 bancos con los que el mismo Estado argentino estaba endeudado, tales como Citibank, Deutsche Bank, Chase Manhattan Bank, Bank of America, etc. Señala que "la deuda externa (...) ha resultado groseramente incrementada a partir del año 1976 mediante la instrumentación de una política económica vulgar y agraviante que puso de rodillas el país (...) y que tendían, entre otras cosas, a beneficiar y sostener empresas y negocios privados -nacionales y extranjeros- en desmedro de sociedades y empresas del estado que, a través de una política dirigida, se fueron empobreciendo día a día" (p. 195). La Corte Suprema declaró "ilegítima" la deuda contraída por el régimen Videla y recomendó al Congreso utilizar esta sentencia para negociar su anulación. El Congreso ignoró la recomendación, pues los oligarcas que lo componen también se benefician del pillaje: los capitalistas argentinos compran en los mercados financieros norteamericanos y europeos los títulos de la deuda de su propio país con el dinero que han sacado del mismo, y reciben por tanto una parte de los reembolsos. El régimen de Menem, que sucedió al de Alfonsín, se lanzó a una política generalizada de privatizaciones, liquidando a precios de saldo una gran parte del patrimonio colectivo por su "endeudamiento", un argumento ridículo dado que el Estado asumió esas deudas antes de privatizar las empresas públicas. Nuevamente, miles de millones de dólares fueron transferidos a manos privadas (generalmente norteamericanas y españolas) a través de la colectivización de pérdidas para privatizar beneficios y de manipulaciones que sólo pueden ser descritas como rapiña de bienes públicos. Por ejemplo, la empresa Merril Lynch, a quien Menem encargó la tasación de YPF, redujo deliberadamente en su estimación las reservas petroleras explotables por YPF en un 30%, para subestimar su valor antes de la venta. Estas reservas reaparecieron en las cuentas tras la privatización, provocando fabulosas ganancias en bolsa a sus nuevos dueños. Según el diario El País [16 febrero 2001 y 8 enero 2002], los beneficios declarados de Repsol-YPF en el año 2000 ascendieron a 404.151 millones de pesetas, de los que el 45% provienen de Argentina. Peor aún fue el saqueo de Aerolíneas Argentinas (propiedad de SEPI, o sea, Iberia). Sus Boeing 707 fueron "vendidos" por un dólar (US$ 1,54 exactamente), y ahora la compañía privatizada debe pagar un "leasing" por utilizarlos. Los derechos de uso de las rutas aéreas de la compañía, de un valor de 800 millones de dólares, fueron estimados en 60 millones. La empresa fue cedida a Iberia por un monto líquido de 130 millones de US$, el resto lo constituyó la anulación de créditos de una deuda ficticia y odiosa sin ninguna conexión con el pueblo argentino. Iberia tomó créditos para comprar la empresa y transformó la totalidad de la deuda contraída en deuda de la nueva entidad Aerolíneas Argentinas, que se encontró de golpe al borde de la quiebra por culpa de sus nuevos propietarios, después de que el Estado argentino asumiera las deudas por las que fue privatizada. Repsol e Iberia no son una excepción: en un alarde de entusiasmo neocolonial, los bancos y las multinacionales españolas han tomado el control de sectores estratégicos de la economía argentina. El BBVA y el BSCH son dueños de Banco Francés y Banco Río de la Plata, respectivamente, pero su poder va mucho más allá: su control del crédito les permite tener un papel dominante en múltiples sectores de la economía. Entre las multinacionales españolas que más poder tienen en Argentina se encuentran Repsol, Telefónica (que en el año 2000 declaró unos beneficios de 384.000 millones de pesetas), Iberia, Aguas de Barcelona (que posee partes de Aguas Argentinas y Aguas Cordobesas, varios centros médicos y la constructora Acsa), Endesa (EDESUR y Costanera) y Dragados y Construcciones (Aguas de Misiones y las constructoras Ausol y Dycasa). Estas empresas invierten premeditadamente en sectores estratégicos, pues en un contexto de crisis puede caer la demanda (y por tanto los precios) de todos los productos o servicios prescindibles, pero es difícil prescindir de agua, salud, energía, comunicación, vivienda y movilidad, por lo que los precios se pueden mantener o incluso subir (como quiso hacer Repsol recientemente). Una parte creciente de la población no puede pagar estos productos y servicios vitales, pero eso forma parte de las reglas del juego capitalista, y siempre quedará gente (aunque sea poca) dispuesta a pagar. Eso explica que las cotizaciones en bolsa de las multinacionales españolas presentes en Argentina no se haya visto apenas afectada por la crisis. La de los bancos ha caído levemente, debido a la devaluación que ellos han contribuido a provocar con sus transferencias masivas de fondos a paraísos fiscales y países occidentales. Más que pequeñas caídas en bolsa, merecen ser expropiados, al igual que las multinacionales. Un cuarto de siglo después del golpe militar y del comienzo de la era neoliberal, el país está desangrado. El 90% de los bancos y el 40% de la industria se hallan en manos de capitales internacionales, el país está desde julio de 1998 en su más grave recesión, la salud y la educación están hechas jirones, el salario medio (tras descontar la inflación) sólo alcanza a la mitad del de 1974, el desempleo es altísimo, los servicios públicos están en un estado lamentable, la pobreza se extiende a sectores cada vez mayores de la población, las cajas del Estado están vacías, una gran parte del aparato productivo está abandonado y el resto en manos extranjeras. Ya no queda gran cosa que privatizar y todos los flujos de capital (argentino y extranjero) apuntan hacia el exterior. Las principales beneficiarias de la explotación que ha puesto al país en esta situación son los bancos y multinacionales extranjeras (especialmente estadounidenses y españolas) y las grandes instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, etc., que poseen más del 80% de la deuda externa argentina. Casi todos los países del Sur han sufrido atropellos semejantes y son dirigidos por el FMI, las multinacionales y los bancos. Rusia y otros países del Este van por el mismo camino, tras cambiar las burocracias inhumanas del marxismo autoritario por un capitalismo atroz. El neoliberalismo fue impuesto en Argentina por un régimen dictatorial abiertamente despiadado y fascista que no dudó en asesinar, torturar y desaparecer a decenas de miles de personas para alcanzar su objetivo. Hoy día es mantenido por un sistema global centralizado de poder económico, político y militar, más sutil y menos tangible que Pinochet o Videla, pero igualmente genocida. La Unión Europea es una parte fundamental de ese sistema, y quienes más responsabilidad tienen por su política neocolonial son los ministros de economía y finanzas y los gobernadores de los bancos centrales nacionales y europeo. Estos señores se reunirán del 12 al 14 de abril en Oviedo, y les estaremos esperando. Comité de Solidaridad con América Latina (COSAL)
[1] Tras la subida de precios del petróleo en 1973, que provocó una importante recesión en Europa Occidental y Estados Unidos, se produjo una situación paradójica: había un exceso de dinero en los bancos, pues debido a la recesión no encontraban suficientes posibilidades de inversión para los extraordinarios beneficios producidos por el petróleo (los petrodólares). Este tipo de situación puede llevar a la quiebra a los bancos, que necesitan prestar mucho más dinero del que reciben para poder pagar los intereses del dinero depositado y hacer beneficios. Por este motivo, se lanzaron a una agresiva política de rapiña en los países del Sur, dando origen (junto con muchos otros factores, como golpes militares planificados desde Washington) a la crisis de la deuda externa. [2] Según la OCDE, la deuda externa argentina se elevaba en 1999 a 169.066 millones de US$ (Statistiques de la dette exérieure, OCDE 2001, p.20). [3] Cinco días luego de la ocupación de las Malvinas por el ejército argentino y de declarada la guerra contra Gran Bretaña, fue designado como apoderado en Buenos Aires del banco británico Barclays Bank Limited, uno de los principales acreedores privados de la deuda pública y privada argentina. |
Hola: Debo decir que hasta hace unas horas no era del todo entusiasta respecto al nuevo movimiento cacerolero. Según lo que había visto y vivido, compartía la idea de varios de que su significado era demasiado ambiguo. El significante "mueran los políticos", que rivalizaba con el otro puesto en juego, "poder popular", parecía imponérsele. El problema es que el significante "mueran los políticos" parecía arrastrar más que a ellos: por ejemplo, parecía tener un lugar marginal aquello que constituye la esencia de la política y lo humano: la palabra. ¿Qué significaban, en ese contexto, las pedradas al Congreso?Sin embargo, en la caceroleada de hoy viví una experiencia que me hizo variar radicalmente mi visión del movimiento. Algunos mails, por ejemplo los de las asambleas de Rosario, ya permitían avistar que una vía muy interesante se abría. Pero lo de hoy superó mis expectativas y llegó a emocionarme. En primer término, la imagen de ciudad tomada nuevamente. Las esquinas con fogatas; el tránsito interrumpido. Con un amigo, salimos con destino a Plaza de Mayo en bici, y fuimos pasando por distintas esquinas caceroleras. En bici todo es distinto; la bici de por sí es un instrumento política y estéticamente antagónico al capitalismo de automóvil. En Buenos Aires últimamente se ven muchas bicis, no se si más de las habituales. (Justamente, hace poco los resistentes globales paulistas y afines abrieron una lista de "ciclistas radicais", y están planeando algo que llaman un Critical Mass, una masa de bicicletas que por propia existencia obturaría el tráfico automercantil). Con algunos ciclistas desconocidos que nos cruzamos hubo espontáneos saludos. La imagen que me viene a la memoria ahora es la de una crónica muy bella de Eduardo Febbro, de Página/12, sobre las grandes huelgas francesas de diciembre de 1995. Creo que era una contratapa. Se llamaba "París en patines", y narraba como a partir de las huelgas masivas de transporte, el colapso de los servicios públicos había generado nuevos modos de moverse, y con ellos, nuevas relaciones sociales. Por ejemplo, mucha más gente se movía en patines, y los autos que conseguían gasolina (que escaseaba) aceptaban que los patinistas vayan tomados de puertas y guardabarros. Además, los autos se compartían neceesariamente. Había lugares insólitos para el amor, como ocurre en las grandes políticas. Pues bien, algo o bastanmte de ese modo de vivir radicalmente alterado que se daba en esa París pudo percibirse ayer. Y lo segundo, fue lo mejor: en Coronel Díaz y Santa Fe nos detuvimos unos minutos al encontrarnos con unos conocidos. El ruido de las cacerolas impedía hablar de otro modo que a los gritos, y con dificultades. La cacerola parece ser un primer elemento de contagio muy importante, pero luego parece también revelarse un obstáculo. Y en un momento, ese obstáculo cesó. Uno, que resultó también ser un conocido (Ariel, ex TNT, ex 501), llegaba también en bicicleta, y decidió comunicarle a un grupo de unos 10 que estaban sentados lo que se estaba discutiendo en una asamblea de más allá. Lentamente, la gente empezó a rodearlos, y finalmente se apagaron las cacerolas y se armó ahí mismo una asamblea. Debería escribir unas 3 hojas más para ser justo con lo que ocurrió en ella. Fue de las mejores asambleas a las que asistí jamás. Por empezar, casi espontáneamente alguien se propuso como "facilitador". Y propuso que nadie hable más de 1 minuto. Lo interesante es que ese alguien no era un facilitador politizado, sino todo lo contrario: era una cheta de Barrio Norte, que habría aprendido "técnicas grupales" por allí. La figura del facilitador -entre otras figuras de una asambleas bien distintas que las nuestras- es una de las claves de ese verdadero milagro que trama al movimiento de resistencia global, por ejemplo en Estados Unidos o en España: el de organizar desde las bases y llevar exitosamente adelante los llamados "procesos de consenso" que involucran a decenas de miles de personas (mucha de esa no compleja pero decisiva arquitectura de ese tipo de asamblea es ignorada y aún burlada o vituperada por la cultura de izquierda local, y allí hay que incluir a varios brulotes supuestamente libertarios) Y la asamblea fue de un nivel exquisito. Participó muchísima gente, y con un nivel muy alto. Se habló de refundación de la democracia, de dictadura de los mercados, de trascender la crítica a los políticos, del poder financiero, etc. Era un verdadero deleite ver como se entrelazaban lenguajes políticos de muy variado origen: un piscoanalista del Palermo Sensible de tintes deleuzianos, con un profesor de educación física, ambos hablando de la ilegitimidad de la actual democracia; otro contando la experiencia del presupuesto participativo de Porto Alegre; otro mencionó a Emilio Alí como tema a reivindicar, y generó desconfianza en algunos: el significante "presos políticos y sociales" parece haber crispado a esas gentes poco sensibles a temas demasiado "ideológicos"; hasta que alguien explicó de quien se trataba, y allí se ablandaron las resistencias; y realmente muchos etcéteras. Lo estimulante además es que, casi naturalmente, se hablaba de coordinarse con otras asambleas, de "hacer links" (sic) son ellas. Se habló de la "metodología de la asamblea", de facilitadores rotativos, etc. Todos elementos que habitualmente en las lamentables asambleas universitarias y en las contaminadas de cultura política izquierdoargentina, escasean. ¿Cuántas veces intentamos infructuosamente en algunos de esos espacios tareas rotativas? Algunos hablaron del corralito, pero otros varios dijeron que no era lo importante. Y la verdad es que, si ese motivo u otros similares pueden ser algo así como la causa de la politización de las clases medias, el efecto es, necesariamente, gracias a la circulación de palabras varias, el involucramiento con muchas otras cuestiones mucho más profundas. Por ejemplo, en varios momentos se debatió y con intervenciones muy variadas e interesantes sobre qué quería decir democracia. La asamblea en la que estuve quedó en reunirse hoy viernes nuevamente en Santa Fe y Scalabrini Ortiz, desde las 22 hs. Se hablaba además de que ya se están haciendo listas de mails. Creo, realmente, que estamos asistiendo a un proceso de politización muy muy interesante. Creo que los "politizados" tenemos mucho que aprender de los que están "en proceso de politización". Yo al menos creo haber aprendido mucho hoy. Un corolario: la cacerola debe ser el llamado, el tambor que convoca a reunión, el soporte que arma el colectivo, que hace la pregunta inicial, que habilita la política. Luego no debería haber forzados cantitos unificadores que no dicen mucho. Luego debe comenzar a circular la palabra. Es tiempo de aprender a hacer buenas asambleas. Martín | |
Just a note that the CLAC is organizing a Montreal Cacerolazo for this Sunday, January 27th (it's at noon at the Peel metro, for anyone in the area; we'll be marching to the Argentine consulate). We're expecting a good turnout from the local Latino community, including a strong contingent of Argentinian exiles. Depending on how things go, we could be out banging our pots again in Montreal on February 2-3, although a bunch of us will be smuggling our pots across the border to join our friends in New York. Happy banging in the streets.
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